Grasa visceral, un indicio de síndrome metabólico: Nutrióloga Viridiana Martínez Gómez

El síndrome metabólico es una serie de afecciones que, en conjunto, aumentan el riesgo de padecer cardiopatías o diabetes, además de estar fuertemente asociado con el tipo de alimentación que tiene una persona.

Así lo refirió en entrevista exclusiva para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), la nutrióloga Viridiana Martínez Gómez, quien detalló que el exceso de grasa visceral puede ser un indicio de tener esta condición.

“Principalmente suelen ser los picos de glucosa donde la persona come mucho, le suben los niveles de glucosa y el páncreas realiza el proceso por medio de la insulina, lo que permite tener una acumulación de grasa abdominal, por ello, uno de los principales factores del síndrome metabólico es la acumulación de grasa en el abdomen”, explicó.

Asimismo, señaló que a partir de las condiciones de sobrepeso y obesidad, surge lo que se conoce como “obeso sano”, en donde la persona presenta un Índice de Masa Corporal (IMC) de 30 – 35 y no tiene problemas de síndrome metabólico, sin embargo, hay personas con un IMC con apenas un poco de sobrepeso y ya presentan el síndrome metabólico. 

Entonces, precisó la especialista certificada en psiconutrición, tiene más que ver con la grasa interna que con cualquier otro tipo de grasa. En ese sentido, la alimentación es un punto clave; la manera de alimentarnos es la base, porque eso es lo que guía al cuerpo para saber cómo va a reaccionar el metabolismo. 

“Si nosotros consumimos azúcar en exceso, entonces vamos a aumentar la producción de grasa, lo cual está completamente ligado con los altos niveles de triglicéridos, colesterol y presión arterial, así como el hígado graso, principalmente. Y de acuerdo a lo que comemos, es lo que le vamos a decir al cuerpo que genere, por eso, si nosotros tenemos una alimentación balanceada, se van a amortiguar las curvas de glucosa y de esta manera se podrá lograr un equilibrio que prevenga el síndrome metabólico”.

Para tener un control del síndrome metabólico, una persona debe evitar comer azúcares refinados, alimentos empanizados, el arroz blanco, bollería, grasas no saludables y varios ultraprocesados, y preferir, principalmente, todo lo que contenga fibra, como el arroz integral, la avena y algunas especias y frutas como la manzana, la papaya y el melón, recomendó la experta. 

En este sentido, mencionó que los alimentos contienen micronutrientes que son las vitaminas y los minerales, estos se convierten dentro del cuerpo en enzimas, coenzimas y cofactores, que son los eslabones para que el cuerpo realice cierta actividad metabólica. 

“Por ejemplo, si yo necesito deshacer grasa, requiero ciertas moléculas, como la vitamina B y si no tengo la suficiente, no se va metabolizar igual la grasa porque me va a faltar ese factor. Por ello, es muy importante que le demos la nutrición adecuada al cuerpo para que pueda llevar a cabo las funciones metabólicas”, agregó.

Finalmente, consideró que el mejor tratamiento para una persona con síndrome metabólico es atender las otras enfermedades adyacentes y, por tratarse de algo multifactorial, su atención también debe ser multifactorial, por lo que se requiere realizar  ejercicio, tener una dieta saludable y mantener una buena hidratación.“Este síndrome se puede presentar desde niños, por lo que es importante que ante cualquier sobrepeso se comience a monitorear, para evitar desarrollar ciertos padecimientos que están muy relacionados como la diabetes. Partiendo de que el síndrome metabólico es una resistencia a la insulina, una vez que una persona lo manifiesta, el siguiente escalón sería la diabetes y a partir de ahí se pueden generar una amplia gama de enfermedades, pero la que avanza más rápido es la diabetes”, concluyó.

Nutrición en primeros años es determinante para el resto de la vida: Erika Elizondo Cornejo

  • Muchos de los hábitos alimenticios se forjan en la primera infancia, por eso la relevancia de dotar de una dieta balanceada a los menores.

Si bien hay una predisposición genética que influye en los padecimientos que puede tener una persona en la edad adulta, el tipo nutrición que tenga durante su primera infancia será determinante para el resto de su vida. 

Lo anterior, lo confirmó Erika Elizondo Cornejo, licenciada en nutrición y salud pública, quien en entrevista exclusiva para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) destacó que mediante la epigenética se puede modificar absolutamente todo con cambios de hábitos en la alimentación. “Por eso es bueno que en la infancia se puedan crear unos buenos hábitos alimenticios”.

Uno de los aspectos cruciales para la nutrición del o la recién nacida, refirió, es la lactancia materna porque la leche materna es el alimento cargado de nutrimentos, calorías, proteínas, carbohidratos y vitaminas que ayudan mucho al desarrollo de su sistema inmunológico, físico y cognitivo. Por ello, advirtió, es importante que la mamá lleve una alimentación completa y siga con una suplementación toda vez que lo que necesita el niño, también lo necesita la mamá, recalcó.

Al detallar sobre cómo dotar de una buena nutrición a los pequeños de entre 0 y 5 años, la especialista señaló que es importante dividir ese periodo en dos etapas: los primeros 2 años de vida y después, la primera infancia.

Sobre el primero explicó que la alimentación debe iniciarse exclusivamente con leche materna y al cumplir los 5 o 6 meses se pueden introducir los alimentos sólidos, considerando siempre los cinco grupos de alimentos, que son frutas, verdura, proteínas, cereales y lácteos, ya que cada uno tiene un beneficio que le aportará beneficios y ayudarán al crecimiento del bebé. Se va iniciando con poca cantidad y progresando hasta llegar a las cantidades necesarias.

En teoría, mencionó la especialista en alimentación complementaria y lactancia materna, en el plato del infante se debe incluir, por ejemplo, pollo con tomate, papa y manzana picada, eso sería lo ideal, incluir esos alimentos complementarios, y paulatinamente ir cambiando; las calorías también deben ir subiendo, poco a poco, porque al año se puede dar un primer momento “crítico” en la alimentación, es decir, una crisis de crecimiento.

“Es común que un niño disminuya su apetito y ya no se coma la calabaza, por ejemplo, o ya no se termine todo, lo cual se puede dar porque, posiblemente, su cuerpo ya no necesite tantas calorías, y es el momento en el que debemos insistir con el aporte de los cinco grupos de alimentos, pero continuar ofreciéndole todo tipo de preparaciones para evitar después a un problema mayor”, detalló. 

Posteriormente, al proceder con la primera infancia, indicó la experta en alimentación pediátrica, además se tienen que otorgar, de acuerdo a cada año, cierto tipo de vitaminas y minerales esenciales, entre ellos, calcio, vitamina B, omega 3, para ayudar al desarrollo cognitivo y al desarrollo de los huesos del niño, por ejemplo.

De manera paulatina, añadió, se irá subiendo a las calorías y la cantidad de las porciones y considerar que la introducción de azúcar se debe comenzar poco a poco a los 2 años, lo cual no quiere decir que puede comer productos ultraprocesados o dulces. Consumir azúcar antes de los 2 años puede impedir la absorción de vitaminas y minerales y facilitar el déficit de alguna vitamina, puntualizó.

En este sentido, aclaró, que si se lleva una alimentación balanceada, a partir de los 6 años es un poco más difícil ver una deficiencia. Entonces se puede comenzar a utilizar algunos alimentos con ciertos tipos de azúcar, como el azúcar de coco u otros tipos aprobados para pediatría y que no estimulan mucho la actividad del niño, al no incluir mucha carga de azúcares añadidos.

Para que los menores puedan tener una nutrición adecuada, Elizondo Cornejo recomendó brindarles una dieta completa, variada y con una exposición de todos los alimentos y diversidad de sabores y texturas. “Es importante que desde que empiezan a comer, es decir, a partir de los primeros seis meses, se vaya progresando ‘rápidamente’ y no estancarse mucho en papillas, porque después los niños tienden a ser más selectivos sensorialmente por las texturas”, opinó. 

Con los hábitos de alimentación que enseñemos a los niños, ellos irán estableciendo sus gustos hasta los 2 años, por eso es importante insistir, aunque “aparentemente” ya no le agrade comer la manzana u otro alimento. “Descansa una semana y vuelve a ofrecerle a la siguiente”, sugirió, pues como padres somos los responsables de crear estos hábitos para que el niño los establezca y pueda relacionarlos con una buena nutrición.

Finalmente, sobre la  prevención de obesidad y sobrepeso en infantes sostuvo que es importante tener una plática con ellos sobre qué alimentos son los más nutritivos para su desarrollo y cuáles no, lo cual no significa ser tan drásticos, sino ser permisivos hasta cierto punto y hacer énfasis en que distingan qué alimentos le benefician y cuales deben consumirse de manera ocasional, para prevenir problemas como el sobrepeso, algún problema metabólico, resistencia a la insulina, etcétera.

Emociones y alimentación, un vínculo clave en el individuo: Dra. Consuelo Romero

Es muy común que las personas asocien sus sentimientos con la comida, se trata de un aspecto culturalmente usado desde la infancia: el premio o castigo para acceder a un dulce o postre es un aprendizaje que prevalece y que puede distorsionarse una vez que somos adultos. 

Así lo explicó, en entrevista exclusiva para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), la Doctora Consuelo Alma Rosa Romero Díaz, médica y especialista en psiquiatría y manejo de adicciones, quien señaló que la comida tiene muchos símbolos entre la sociedad y uno de ellos es asociarlo directamente con las emociones.

“Desde siempre, el tema de las emociones ha estado muy relacionado con los alimentos; como cultura estamos muy orientados a asociar si tenemos alguna emoción ya sea positiva o negativa, por decirles de alguna manera, y asociarlas a la comida; la utilizamos como premio, por ejemplo: si me siento muy cansada, si estoy triste o aburrida, sí me siento sola o sí estoy estresada, me permito un postre o algún alimento de este tipo que me dé cierta satisfacción”, refirió.

Dra. Consuelo Romero

Sin embargo, este tipo de relación puede transitar hacia un trastorno alimenticio. “Muchas veces, los papás lo consideran como que se trata de un capricho, cuando alguien quiere estar delgada y entonces deja de comer o tiene determinada conducta y piensan que es simplemente un capricho, que se le va a pasar, que es parte de la adolescencia, pero es mucho más complejo”, opinó la especialista. 

Al precisar cómo surgen este tipo de padecimientos, detalló que no hay una causa específica, sino muchas situaciones que le pueden desencadenar. “Están las cuestiones genéticas, medioambientales, la familia y, obviamente, toda la presión social que predomina actualmente con el tema de la delgadez y que está provocando que se construyan mucho este tipo de enfermedades”, opinó.

La también iniciadora de la Fundación ABC de los Trastornos de la Conducta Alimentaria dijo que uno de los temas más complejos en la sociedad es el estigma social, lo que se llama la “gordofobia”. 

“Tenemos una facilidad de criticar y hablar de las personas que tienen sobrepeso y muchas de ellas se sienten rechazadas, simplemente por tener sobrepeso, por lo que se vuelve un estigma social, sobre todo, en niñas o niños, lo cual puede generar bullying, además de problemas como baja autoestima, depresión, ansiedad o dificultad de desarrollar habilidades sociales u obtener un empleo, por ejemplo”, añadió. 

Dra. Consuelo Romero

Al respecto, consideró que es muy importante pensar que cuando uno empieza a fijarse más en la comida o a tomarla como algo para mejorar su estado de ánimo y sentirse mejor, o cuando empieza a utilizar la comida en este sentido, como premio o castigo, es fundamental empezar a considerar que hay un tema mucho más profundo y que debe ser atendido por un profesional. 

Otra de las cuestiones importantes, recomendó, es establecer rutinas y respetar horarios de alimentación, dormir y ejercitarse o tener actividad física, porque todo eso contribuye a nuestra salud mental y a poder tener conciencia de que nuestro cuerpo necesita un cuidado especial. 

De igual manera —continuó—, cuando nos damos cuenta que estamos con demasiado estrés o teniendo alguna conducta particular alrededor de la comida, es muy importante buscar ayuda o algún tipo de terapia y recibir apoyo para resolver determinado tema de vida que se ha tenido.

Finalmente, sostuvo que lo más importante para ayudar a niñas, niños o adolescentes en esta condición es, en primer lugar, la casa, y comenzar a cambiar un poco el lenguaje cotidiano, porque suele ocurrir que sin darnos cuenta, como adultos, se dicen muchas frases o adjetivos que pueden volverse ofensivos y, a veces, no nos damos cuenta de que como adultos empezamos a mandar este tipo de mensajes a los niños, sin contemplar que pueden ser tomados como una agresión. También, vale la pena observar cuáles son los cambios de conductas que tienen nuestras hijas e hijos y no tener miedo de acudir con algún especialista, para saber y evaluar si hay algo que le esté pasando y, entonces, atenderse lo antes posible.

Clave, romper el ayuno de forma nutritiva: Renata Herrera Aspra

  • Lo relevante es destinar cuando el cuerpo lo pida.

Para romper el ayuno e ingerir alimentos por la mañana es importante hacerlo sin imposiciones de horarios y con alimentos que contemplen proteínas, verduras y grasas buenas, así lo explicó la profesional en Nutrición Integral y en Psicología de la Alimentación, Renata Herrera Aspra. 

La también autora del libro “Ahora sí baja de peso” mencionó, en entrevista exclusiva para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), que el ayuno es una práctica que depende de cada persona y hacerlo de manera intermitente requiere la supervisión de especialistas.

Uno de los beneficios importantes de esta práctica, dijo, es tener una alimentación saludable. “Para algunas personas, romper su ayuno un poco más temprano, antes del mediodía (12 hrs.), les puede ayudar a comer más sano durante todo el día”.

Sin embargo, también opinó que “desayunar sin tener hambre” puede significar que no estás escuchando a tu cuerpo y una de las formas en las que una persona se puede mantener sana es, precisamente, cuando escucha los mensajes de su cuerpo.

“Tenemos esta idea de que desayunar es comer en la mañana y no; desayunar es romper el ayuno a la hora que cada persona decida romperlo y lo ideal es hacerlo cuando tenemos hambre, no cuando toca”, aclaró la especialista.

Además —precisó—, una de las cosas más importantes que la hora y que se deben considerar es cómo estás rompiendo tu ayuno, es decir, qué tipo de alimentos son los que se están introduciendo al cuerpo.

Para romper el ayuno de manera nutritiva, la experta recomendó incorporar proteína, grasas buenas y fitonutrientes con fibra (verduras); eso es lo que nuestro cuerpo necesita y si además se agregan leguminosas, como frijoles, por ejemplo, está perfecto, y evitar, en la medida de lo posible, la comida procesada. 

Respecto a los ultraprocesados, advirtió que este tipo de comida no solo está llena de ingredientes de mala calidad, sino que dichos ingredientes son antinutrientes, es decir, que se llevan los nutrientes del cuerpo, por lo que se debe tener cuidado al ingerirlos.

Al preguntarle si hay algún tipo de alimento que se debe evitar para ayudar a disminuir el peso corporal, subrayó que “no hay que tenerle miedo a la comida normal, a la comida real, a la que da la naturaleza, básicamente eso es lo que puede ayudar a una persona en la pérdida de peso”. Sin embargo, este propósito va más allá, destacó, porque perder peso sanamente es un efecto secundario de comer bien y cuando una persona lo hace, su cuerpo solito llega al lugar ideal, cumpliendo sus funciones de manera natural.

“Si una persona come bien, nutre su cuerpo y le da todo lo que necesita, uno de los muchos efectos que puede lograr, es que va a perder todo lo que su cuerpo no necesita”, reiteró.

Hay que escuchar al cuerpo, hacerle caso, y no tenerle miedo al ayuno, sin pensar que esto es la panacea y nos va a hacer bajar de peso; tampoco debemos quitarnos grupos completos de alimentos, porque contienen macronutrientes que el cuerpo necesita; debemos tener un equilibrio, buscarlos en su forma original porque nacimos en este planeta y tenemos que alimentarnos con la que él nos da, sostuvo.

Por otro lado, también aseguró que al igual que un adulto, las y los niños deben alimentarse con comida saludable, comida sana, la que da la naturaleza y evitar los procesados por completo.

En los niños, lo que sucede al consumir procesados y azúcares refinadas, es que sube mucho su nivel de glucosa (se dispara), esto les da energía por un rato, pero hambre al poco tiempo. Estas subidas y bajadas de glucosa los lleva a un desbalance en las hormonas del cuerpo.  Los procesados y azúcares no solo los desnutren, sino que los “programa” para subir de peso acumulando grasa y enfermar; es por eso que México ocupa uno de los primeros lugares en diabetes infantil, explicó la experta.

“Mucha gente cree que el cereal es un desayuno saludable; piensa que se les tiene que dar azúcar y carbohidratos procesados para que tengan energía y eso es completamente falso, lo único que se está haciendo es darles brincos energía, llenándoles de antinutrientes, lo cual no les beneficia”, consideró.

Debemos empezar a conocer qué es lo que pasa en el cuerpo del niño y tomar en cuenta que lo que nuestros hijos necesitan son proteínas, verduras, grasas buenas, fruta, lentejas, nueces, comida real, recalcó.

Bioquímica nutricional, enfoque especializado para atajar sobrepeso y obesidad: Julián Murillo

  • Comprender a fondo el funcionamiento de los órganos y sus procesos permite establecer estrategias más precisas.

El sobrepeso y la obesidad se caracterizan porque se presenta un proceso inflamatorio constante y continuo que al tener un abordaje desde lo metabólico y bioquímico para su comprensión respecto a la causa, el diagnóstico y el tratamiento, abre la posibilidad de diseñar una intervención más precisa y de mayor efectividad desde un punto de vista alimentario y nutricional.

Así lo señaló en entrevista exclusiva para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), Óscar Julián Murillo Torres, Nutricionista Dietista, quien se refirió a la bioquímica como una ciencia que puede ayudar para conocer cuáles son los principios y fundamentos metabólicos, así como comprender su fisiopatología y por ende, determinar el mejor manejo individualizado de un paciente.

Respecto a la forma en que esta nueva perspectiva permite ahondar en el funcionamiento del cuerpo, sus sistemas y sus órganos para comprender mejor la condición del sobrepeso y la obesidad, destacó que es posible analizar “cómo a partir de los nutrientes obtenidos de los alimentos, es posible disminuir ese fenómeno proinflamatorio, por ejemplo, por parte de antioxidantes como flavonoides, vitaminas (A,D,E y C), de ciertos minerales como selenio y zinc que, sirven para que algunas enzimas puedan neutralizar esas condiciones proinflamatorias y prooxidantes”.

El también Coordinador de la Licenciatura en Nutrición en la Universidad Anáhuac de Puebla detalló que esa es la gran aplicación de la bioquímica al sobrepeso y la obesidad, que se considera un síndrome, es decir, una alteración de múltiples sistemas donde el paciente tiene afectaciones en diferentes niveles, lo cual permite comprender e intervenir de manera acertada en un tratamiento.

“La comprensión a fondo del funcionamiento normal de nuestro cuerpo nos facilita identificar cuando no funciona o se altera ese proceso y por ende da una oportunidad para hacer una intervención terapéutica en el campo de la nutrición, de acuerdo con las necesidades individuales de cada paciente” explicó el Maestro en Bioquímica.

Asimismo, mencionó que gran parte del origen del sobrepeso y la obesidad está relacionado con hábitos, estilos de vida, así como factores de diferentes tipos, como genéticos, medioambientales, psicológicos, culturales, políticos y económicos, entre otros. Sin embargo, la consecuencia de estos padecimientos es netamente metabólica.

Finalmente, el experto recomendó a las personas que quieren mejorar sus hábitos alimenticios acudir a un profesional de la nutrición y no dar credibilidad a la información que carece de sustento; al iniciar un tratamiento, no desesperarse por alcanzar resultados rápidamente, y optar por alimentos naturales en la dieta diaria.

Habrá escasez alimentaria, si no actuamos: Raquel González Santana

  • Los sistemas de producción de alimentos deben ser más amables con el planeta

Las próximas generaciones están en un grave riesgo de vivir una situación en donde la carencia de alimentos será una realidad, así lo refirió en entrevista exclusiva para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), Raquel González Santana, Ph.D, Dietista-Nutricionista.

Desde su residencia científica en España, la especialista de origen ecuatoriano advirtió que la producción de alimentos es una de las actividades humanas con mayor impacto global y es la responsable del 26% de las emisiones de gases de efecto invernadero. “Solamente la producción de los alimentos utiliza el 48% de los recursos naturales, el 70% de agua dulce y contribuye notablemente a la deforestación y a la pérdida de la biodiversidad”, detalló. 

“El crecimiento humano pasa, actualmente, de las 8,000, a las 9,700 millones de personas, para el año 2050 habrá lo que implica problemas de abastecimiento alimentario. La herramienta necesaria para asegurar el futuro pasa por una alimentación saludable, segura y sostenible”, explicó.

La especialista en Sostenibilidad y Desperdicio Alimentario también hizo referencia al concepto de sostenibilidad alimentaria, y señaló que para que ésta exista, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se basa en que los alimentos sean nutritivos y accesibles para toda la población y que los recursos naturales que se gestionan deben preservar las funciones de los ecosistemas para que puedan responder a las necesidades humanas presentes y futuras.

Se trata de que los alimentos sean accesibles para todas y todos, pero que también sean nutritivos, sin olvidar el tema de los recursos naturales con el medio ambiente, subrayó.

Partiendo de que la comida es mucho más que el contenido de un plato, una alimentación se considera sostenible cuando durante su producción se ha reducido el impacto medioambiental, cuando no se agotan los recursos naturales y se respeta la biodiversidad, y cuando se tiene en cuenta qué alimentos se incluyen en la dieta, porque no repercute solamente en la salud de las personas, sino también en la del planeta, considerando que la importancia es porque el consumidor -que somos toda la población- es el último eslabón de la cadena alimentaria y es allí donde se desechan y se desperdician los alimentos, aseguró.

Para poder identificar a los alimentos sostenibles, la experta dijo que son los que tienen cero kilómetros, es decir, aquellos cuyo modo de producción y consumo no perjudican al medio ambiente; son alimentos orgánicos, ecológicos, producidos cerca del lugar de compra y donde se utilizan menos pesticidas, fertilizantes y químicos.

Respecto a cómo fomentarlo, destacó que la educación escolar es un pilar fundamental y que los programas de alimentación escolar son un marco estratégico para tener cambios en los patrones de consumo alimentario de la población escolar, donde la familia tiene que estar incluida.

“Es importante fomentar la sostenibilidad alimentaria porque es un problema global en este momento, que necesita soluciones globales, planetarias; el detalle es que como aún no es visible a nivel mundial y solamente se habla mucho de ella, aún no somos conscientes de lo que está sucediendo, pero el cambio climático es real y todos tenemos ahí nuestra responsabilidad, como ciudadanos del mundo”, puntualizó.

Para mantener una alimentación sostenible recomendó seguir una dieta equilibrada, que sea rica en frutas, verduras, legumbres, hortalizas; reducir la cantidad de carnes, cárnicos rojos y lácteos; cambiar los productos precocinados y transgénicos por alimentos naturales; evitar el despilfarro; comprar únicamente el alimento que se vaya a consumir; optar por los ecológicos; incluir en la dieta productos libres de plaguicidas y fertilizantes químicos; consumir alimentos de temporada, y preferir los que son cero kilómetros, es decir, los que se pueden adquirir más cerca de la casa.

Finalmente, resaltó la necesidad de aminorar en un 50% la producción y el consumo de alimentos de origen animal, aspecto que traería consigo un beneficio en la reducción de casi 64% de los gases de efecto invernadero para el año 2050.

Lactancia, clave para prevenir obesidad: Nutrióloga Mariel Aviña Barrera

• También controla infecciones al fortalecer el sistema inmunológico

Los primeros seis meses de vida de un humano son cruciales en su desarrollo posterior y en esa temporalidad la lactancia materna es un fundamental  al ser la única fuente de alimento para un bebé, así los señaló la Licenciada en Nutrición y Ciencia de los Alimentos y Maestra en Ciencias y Tecnología de los Alimentos Mariel Aviña Barrera.

En entrevista exclusiva con el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), la especialista aseguró que la importancia de la lactancia radica en que este tipo de leche contiene los nutrientes necesarios como proteínas, grasas, carbohidratos, ácidos grasos esenciales, entre ellos, omega 3 y un alto contenido de vitaminas, como la vitamina A, lo cual va a ayudar al desarrollo general del lactante, su crecimiento y, de manera muy importante, en el desarrollo cerebral por los aminoácidos esenciales que aporta, además de que contribuye a controlar infecciones, algunas enfermedades y fortalece su sistema inmunológico.

“Se han visto diferencias significativas en un lactante alimentado exclusivamente por lactancia materna a uno que ha sido alimentado con fórmula, en cuanto a la reincidencia de algunas enfermedades generales de la infancia, por ejemplo, gastrointestinales, resfriados, entre otras”, comentó.

Al hacer referencia a las causas de la obesidad en las y los bebés, sostuvo que  en muchas ocasiones, cuando son alimentados con fórmulas lácteas, pudiera verse afectado su peso por una sobrealimentación, mala indicación o su preparación. Sin embargo –aclaró-, también hay bebés que se les considera que tienen obesidad cuando están en lactancia materna exclusiva, lo cual realmente no se puede clasificar como tal hasta después de iniciada la alimentación complementaria, ya que cuando son lactantes acumulan mucha grasa para los periodos de crecimiento que tienen en su primer año de vida, lo que se conoce como los primeros 1,000 días de vida.

Por ello, continuó, no se puede catalogar a un bebé como obeso antes de los seis meses o antes de iniciada la alimentación complementaria, excepto cuando la mamá inicia la alimentación, no muy asertivamente, antes de los seis meses, ahí sí se debería considerar si el niño sobrepasa el percentil de 95 de la tabla de crecimiento y ya está con una alimentación.

La experta también habló sobre la relación entre lactancia materna, nutrición y salud, y dijo que la lactancia coadyuva en la consolidación del sistema inmunológico, además de poder ayudar a controlar la obesidad, disminuir la incidencia de algunas enfermedades relacionadas con la obesidad, como las cardiovasculares o la diabetes, lo cual se traduce en una reducción de costo para el país en el gasto hospitalario, debido a que no genera más carga pública.

También subrayó que nunca se podrá asegurar que un bebé que es alimentado por lactancia materna exclusiva sea obeso, al contrario, la alimentación con este tipo de leche disminuye la prevalencia de células adiposas en el cuerpo, que son las que realmente se acumulan como grasa y cuando los niños tienen esa predisposición desde pequeños es porque fueron alimentados con fórmula láctea o con leche entera de vaca antes de tiempo, por lo que sus células se vuelven adiposas y empiezan a acumular grasa muy rápidamente en la infancia temprana, además de que su microbiota intestinal se vuelve inestable y eso se traduce en un factor de riesgo para la absorción de nutrientes y la sobreabsorción de grasas y carbohidratos a nivel intestinal.

“La lactancia materna es un protector digestivo que ayuda a fomentar una microbiota saludable y contribuye para que el bebé tenga una absorción de nutrientes adecuada y favorable en los años posteriores; todos estos factores de beneficio que otorga la leche materna son un protector ante la obesidad, en comparación con otro tipo de alimentación en las y los lactantes”, puntualizó.

Finalmente, precisó que para cuidar la alimentación de los pequeños en los primeros mil días es importante evaluar qué tipo de alimentación se le está dando de acuerdo a su edad, si es con base en una fórmula láctea, lactancia materna exclusiva, si se ha iniciado una alimentación complementaria o si ya se le ha dado leche de vaca y acudir con un profesional para revisar el estado de salud de la o el infante.

“En el cuidado del peso del bebé, cuando se ha optado por la lactancia materna exclusiva no hay acciones que tomar, es necesario esperar a que termine esa etapa a los seis meses de edad y empezar con una nutrición adecuada para evitar la sobrealimentación y entonces sí pueda hacerse una valoración y poder regular el peso del niño sin afectar su desarrollo”, concluyó.

La obesidad es muy común pero no debemos acostumbrarnos: Alicia Ramírez Huerta, ex Presidenta de la Asociación Mexicana de Nutriología

*Sin juzgar, la sociedad debe tener claro que el sobrepeso es un estado de alerta para la salud.

Existen en la actualidad grupos de personas que empujan la normalización de la obesidad ante un panorama en donde la mayoría de los individuos la padece y aún, cuando cada persona es libre de desarrollarse como mejor le convenga, es importante no perder de vista que más allá de un tema estético se trata de una condición de salud que debe poner en alerta tanto a quien la padece, a sus seres queridos y por supuesto a los gobiernos.

Lo anterior, lo refirió en entrevista exclusiva con el Laboratorio de Datos contra la Obesidad, la nutrióloga Alicia Ramírez Huerta quien lamentó que los mexicanos vivan los dos extremos en lo que respecta a este rubro: por un lado, la desnutrición de las personas en pobreza que no tienen acceso mínimo a los alimentos y, por el otro, aquellos que sufren obesidad por consumir exceso de calorías, provenientes principalmente de productos ultraprocesados.

Dicha dinámica, explica la también ex Presidenta de la Asociación Mexicana de Nutriología ha provocado que la obesidad sea una pandemia aceptada y común en el país, al grado que existen quienes defienden y promueven esa condición de salud anclados en un discurso de no discriminación.

Tampoco se trata de ignorar que existe un estigma social sobre las personas obesas, el cual debe ser completamente rechazado: ni tú ni nadie adquiere un valor conforme lo que dice la báscula. Sin embargo, sí tenemos que avanzar en concientizar más sobre los múltiples factores que inciden y también en sus consecuencias, advirtió la experta.

Al abundar sobre los factores que influyen en que una persona padezca o no sobrepeso, Ramírez Huerta señaló que la comunidad científica tiene identificados más de 100 por lo que su abordaje es sumamente complejo. Desde los genéticos, los farmacológicos, los hormonales, tener otras enfermedades, alteraciones en la microbiota estomacal, el tipo de raza, hasta los ambientes obesogénicos, los cuales son hoy en día muy comunes.

El cine, por ejemplo, dijo, es un espacio en donde es casi imposible desvincular el disfrutar una película sin necesariamente comer algo de la gran oferta que existe.

Respecto a cómo combatir la obesidad, la especialista explica que hay varios niveles de análisis; uno de ellos, en donde es el individuo quien debe empezar por reconocer que el sobrepeso es una alerta que lanza su cuerpo por su estado de salud y actuar frente a ello, mientras que se deben diseñar políticas públicas orientadas a la educación nutricional desde temprana edad, regulación en espacios escolares y laborales en donde también haya alternativas saludables, la regulación de los ultraprocesados y la reformulación de los productos que produce la industria de los alimentos, así como las campañas publicitarias.

Finalmente, la ex Presidenta de la Asociación Mexicana de Nutriología reconoció, que si bien las dinámicas laborales han empujado a las familias a tener a los padres en actividades económicas y eso a su vez repercute en la alimentación de éstos y sus hijos, es importante encontrar espacios para priorizar las frutas y las verduras sobre todos los productos empaquetados.

Ayuno intermitente, una alternativa para atajar la obesidad: Nutrióloga Martha Elena Cadena Mendoza

  • Para obtener resultados positivos, debe haber flexibilidad para cumplir entre 8 y 12 horas.

El ayuno intermitente es una de las varias alternativas que existen para controlar y aminorar las consecuencias de la obesidad y el sobrepeso y siempre es fundamental acudir con un profesional que oriente de manera personalizada y pueda dar opciones que se adapten a sus horarios y preferencias.

Así lo consideró la licenciada en Nutrición Martha Elena Cadena Mendoza, quien detalló que esta práctica consiste en dejar de comer por algunos espacios del día. “Se trata básicamente de un arreglo de los horarios para que la persona pueda dar un respiro o un descanso al intestino, lo cual va a ayudarle a que, después de mínimo 8 horas, pueda tener una buena quema de grasa” explicó.

Respecto a cómo influye dicha alternativa, la especialista dijo que es muy noble, ya que puede ayudar a quemar grasa y además al manejo de la ansiedad, pero es muy importante que se lleve una dieta, es decir, un control de lo que la persona come para que se puedan alcanzar los resultados esperados.

Una de las razones por la que algunos consideran que no funciona el ayuno intermitente en ciertas personas que lo han probado, advirtió, es porque no llevan un buen control de su alimentación, por ejemplo, si se consume exceso de azúcar, el cuerpo va a dar prioridad a estabilizar y normalizar esos niveles de azúcar en sangre y después procederá a lo que se pretende en cuanto a quema de grasa.

Y resaltó que aunque suena fácil no es tan sencillo alcanzar el objetivo que se quiere, por lo que es recomendable acudir con un experto, toda vez que el tema del sobrepeso y la obesidad, así como todas las enfermedades que de ello se desencadenan, representan algo muy complejo y es necesario darle la seriedad correspondiente.

Al referir los beneficios de dicha alternativa, sostuvo que estos dependen del número de horas al día en los que se practique, por ejemplo, si la persona empieza haciendo un ayuno de 8 a 12 horas, se puede lograr quema de grasa; si se hace un ayuno de entre 16 y 18 horas, se podría tener producción de hormona de crecimiento, y a partir de las 22 horas de ayuno se puede alcanzar la autofagia.

Asimismo, indicó que el ayuno intermitente es flexible en cuanto a tiempo: puede ser un ayuno chico, medio o prolongado, este último se refiere a días, donde hay la posibilidad de tener una combinación de seis días de alimentación más un día de ayuno completo; también puede ser que solo se cumplan 12 horas de ayuno o se lleguen a 16.

Por otro lado, el estado de ánimo de la persona, las diversas actividades que realiza y el grado de apetito que tenga son aspectos que se deben considerar en el ayuno intermitente, puntualizó, toda vez que el individuo no es como una línea recta, por lo que puede haber cierta permisividad en el manejo.

“Es conveniente tener flexibilidad para que la persona no se frustre en el manejo de ayuno y dar un poco de libertad a que el cuerpo hable, a que coma cuando de verdad tenga hambre y no cuando lo dicta un horario, el trabajo o alguna otra circunstancia”, agregó.

Sobre qué tipo de personas pueden incorporarlo a su vida, apuntó que ello depende si se trata o no de una persona sana. Por ejemplo, añadió, hay quienes padecen diabetes y tienen tratamientos con hipoglucemiantes o con inyecciones a temprana hora, lo cual requeriría coordinar un control con su médico. Al respecto mencionó que es un foco rojo para pacientes con problemas de hígado, riñón o con algún tipo de enfermedad crónica, pero si la persona está totalmente sana, no hay ningún problema en que lo haga.

Un elemento clave para que dicho proceso sea exitoso, afirmó, es la dieta, que debe ser lo más natural posible; además es importante medir y pesar las cantidades, lo cual puede costar trabajo al principio, por lo que es recomendable ir poco a poco. Por ejemplo, si una persona se comía cinco tortillas a la hora de la comida, debe tratar de disminuirlas a tres, aunque lo ideal es que sean solo dos; se aconseja ir haciendo un cambio progresivo, que es el que más le beneficia, porque ello permite que el cuerpo realmente se acostumbre a esos cambios.

Finalmente, al hablar sobre algunas desventajas, señaló que uno de los obstáculos es que vivimos en una sociedad muy consumista, donde cuesta trabajo entender los beneficios que se pueden alcanzar al realizar un ayuno prolongado de alimentos.

Cuando una persona come muy continuamente no le está dando espacio a su cuerpo para que actúe de otra manera, pues lo tiene “distraído” todo el tiempo digiriendo –continuó- y lo que se tiene que hacer es dar un espacio de tiempo a ese cuerpo y decirle ve a rejuvenecer, a reponer lo que haga falta y desintoxicar. “Recomiendo hacer más conexión con el cuerpo, tratar de hacerle más caso cuando tenga hambre y no guiarse por horarios, darle más prioridad a la alimentación, que sea un poco más natural e ir haciendo cambios sustanciales de manera paulatina”, concluyó.

Trastornos alimenticios, más común de lo que creemos: Carlos Alejandro Pelayo Gervacio

  • La suma de varias causas hace más complejo el problema

En entrevista exclusiva para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), el licenciado en Nutrición y Maestro en Nutrición Clínica Carlos Alejandro Pelayo Gervacio, explicó a qué se le denomina trastorno alimenticio.

“Un trastorno alimenticio es una enfermedad mental, y para ser diagnosticadas las personas,  están los criterios en el Manual de Enfermedades Mentales, conocido como DSM-5 de Estados Unidos, donde encontramos diagnósticos de enfermedades como el trastorno de la personalidad, esquizofrenia, etc. El trastorno alimenticio es aquel momento en el que el sujeto tiene problemas con el pensamiento y la emoción hacia los alimentos, no es una buena relación la que llevan con los alimentos”, detalló.

El también docente de la Licenciatura en Nutrición en la Universidad de Guadalajara y el Centro Universitario UTEG y TEC de Monterrey mencionó los distintos tipos de Trastornos de Conducta Alimentaria (TAC): anorexia, bulimia, comedor compulsivo y el trastorno por atracón, así como los que se dan en niños y niñas (trastorno de Pica, cuando una persona ingiere cosas que no se consideran alimentos), y el de evitación o conocido como ARFID (Avoidant Restrictive Food Intake Disorder), caracterizado por comer cantidades de comida muy pequeñas y evadir por completo ciertos tipos de comida llevando, algunas veces, a disturbios en el crecimiento y el peso, donde cada uno de ellos se manifiesta con distintos síntomas, dependiendo la edad en la que se presente.

Al hablar sobre cuáles son los síntomas, el experto mencionó que son muy variados, dependiendo del tipo de trastorno que tenga la persona. Entre algunos de ellos están el restringir o evitar comer ciertos alimentos; observar con mucha frecuencia su imagen en un reflejo (espejo o cristal); cubrir su cuerpo; compararse con los demás; pesarse a menudo; realizar ayunos prolongados, y vomitar.

Un trastorno alimenticio es una enfermedad mental, y para ser diagnosticadas las personas,  están los criterios en el Manual de Enfermedades Mentales, conocido como DSM-5 de Estados Unidos, donde encontramos diagnósticos de enfermedades como el trastorno de la personalidad, esquizofrenia, etc. El trastorno alimenticio es aquel momento en el que el sujeto tiene problemas con el pensamiento y la emoción hacia los alimentos, no es una buena relación la que llevan con los alimentos.

También aseguró que son muchos los factores que inciden en el riesgo de desarrollar algún trastorno alimenticio, al tiempo que señaló que no hay uno más importante que otro, “puede ser la cuestión genética; una sociedad totalmente centrada en la imagen corporal; el bullying a pequeña edad; la crítica; las redes sociales; la comparación al estar viendo cuerpos perfectos; las familias disfuncionales; la escasa comunicación; la pérdida de un ser querido, una mascota o algún suceso traumático, entre otras situaciones; sin embargo, es importante subrayar que no se trata de una sola causa, sino la suma de varias, lo que hace más complejo el problema”.

Más adelante afirmó que en nuestro país los trastornos alimenticios son mucho más comunes de lo que creemos. Antes –puntualizó- se creía que era una enfermedad o condición en personas de un status social alto, sin embargo, los trastornos de conducta alimentaria pueden aparecer en cualquier estrato social, religión, edad o género, eso no hace distinción y México no está exento de padecerlos, en promedio, tiene las mismas estadísticas a nivel internacional de casos de anorexia o de trastornos de conducta alimentaria.

Finalmente, el experto hizo algunas recomendaciones, si se notan cambios en el estado anímico de la persona (sentir tristeza, asco, ira, miedo o sorpresa), entre ellas acudir a un especialista y no hacer caso de las personas que no son profesionales de la salud con respecto a la alimentación; evitar dejar de comer y clasificar a los alimentos como “buenos” o “malos”; no juzgarnos; buscar alguna actividad que ayude a mejorar los pensamientos y tener a alguien a quien recurrir. “Si se detecta a tiempo, más rápido se puede resolver el problema”, concluyó.

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