Estrés, depresión y ansiedad alteran alimentación durante confinamiento: María Irene Rojas Subealdea

  • Confinarse genera, en algunas ocasiones, compulsión por querer comer más, asegura la experta.

Durante el encierro por la pandemia, las personas pueden sufrir alteraciones alimenticias derivadas de un estrés y ansiedad prolongados, aseguró la Máster en Psicopedagogía Clínica y en Psicoanálisis, María Irene Rojas Subealdea.

En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO),  la especialista sostuvo que las modificaciones en los hábitos pueden traer consecuencias, como los atracones, que dan una satisfacción momentánea y luego llevar a otros padecimientos.

“El encierro, en sí mismo, genera en algunas ocasiones, la compulsión por querer comer más. Como estamos en casa y estamos cerca del refrigerador, es más fácil desorganizar nuestro sistema y las horas en las que ingerimos alimento”, añadió.

La también Coordinadora de Psicología y de Psicopedagogía de la Universidad Autónoma de La Laguna dijo que derivado del confinamiento hay un riesgo de que los trastornos alimenticios y la ansiedad se agraven, sobre todo, si había antecedentes, lo que puede causar una compulsión por no comer o hacerlo desordenadamente.

Subrayó que es fundamental entender que todo trastorno alimenticio es un signo de ansiedad o depresión previa no tratada a tiempo. “Todas nuestras conductas anormales en la alimentación son síntomas, no es la enfermedad per se”, insistió.

La experta indicó que si la autopercepción visual y la sensación del propio cuerpo está distorsionada o se percibe perjudicada, es importante buscar ayuda a nivel psicológico y psiquiátrico.

“El principal consejo es acudir a un especialista serio, bien informado, que haga una detección y un diagnóstico adecuado, para que el tratamiento multisistémico también sea el apropiado”, recomendó.

Entre las señales de alerta para recurrir a una atención profesional, mencionó, están los atracones y todo lo que tiene que ver con los comportamientos anoréxicos o bulímicos, poniendo especial atención a la frecuencia con la que se den este tipo de conductas.

Otros signos de alarma, agregó, son el aislamiento social, donde se demuestra desinterés en ciertas cosas o personas; a nivel biológico, empieza a haber alteraciones de sueño o diferentes trastornos, por ejemplo, de tipo hormonal en las mujeres, la pérdida del sangrado menstrual; también la vigorexia; caída del cabello; gastritis; evacuaciones muy fuertes o problemas en la laringe, gastrointestinales o de estreñimiento.

Rojas Subealdea destacó que es muy importante entender que las personas que están padeciendo de un trastorno alimenticio suelen negar la enfermedad y no hacen conciencia, por lo que es necesaria la participación de un tercero que se dé cuenta y actúe.

Finalmente, la también conferencista precisó que si aún no se llega a un trastorno alimenticio considerado ya como una patología, es recomendable hacer ejercicio, buscar maneras de socializar, llevar rutinas, por lo menos, de lunes a viernes, y tener tres comidas bien balanceadas al día.

Alimentación saludable blinda sistema inmune: Ana Luisa González

*Dietas deficientes o sobrecargadas de calorías abren la puerta a enfermedades

En el marco de la pandemia por coronavirus, la alimentación sana y equilibrada es clave para el fortalecimiento del sistema inmune, así lo aseguró la especialista Ana Luisa González Pérez.

En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), la nutrióloga y doctora en ciencias en biotecnología resaltó la necesidad de consumir alimentos frescos, que no sean procesados, como frutas, verduras y productos benéficos a la salud, entre ellos, yogures adicionados con probióticos o prebióticos.

Esto permitirá blindar el sistema inmune a partir de las vitaminas A, D, C y complejo B, además de hierro y zinc. Igualmente, incluir frijoles y alimentos que tengan proteína en su composición, como pollo o algún tipo de carne, agregó.

“Se trata de comer de acuerdo al acceso que se tiene; los más accesibles son las naranjas, mandarinas, manzanas, toronjas y uvas verdes, que tienen gran aporte de nutrientes, además de otros componentes que benefician al organismo. A veces las personas quieren quitar algunos alimentos del consumo, pero de lo que se trata es de contar las cantidades y prepararlos lo más sano posible, sin tanta adición de grasas o de sodio”, explicó.

Recordó que el sistema inmunológico es el que protege al cuerpo ante diferentes agentes extraños, como algunas bacterias o virus que pudieran presentarse.

En esta coyuntura, dijo, el consumo excesivo de productos ultraprocesados es negativo pues son densos en calorías y mantienen componentes que, en exceso,  hacen daño al organismo, como son azúcares, grasas y calorías.

“Las personas que tienen consumos de dietas deficientes de nutrientes o basadas en un solo tipo de alimentos también pudieran tener disminución del sistema inmunológico, haciéndolos propensos a padecer algunas enfermedades”, resaltó.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), incluso, declaró al 2021, como el año internacional de las frutas y verduras y una de las razones son los estudios que señalan que la alimentación más saludable es lo que va a contribuir a superar esta pandemia de COVID-19, comentó la especialista.

La también profesora de la Universidad Autónoma de Tamaulipas subrayó que es posible saber que las defensas de las personas están bajas a partir del momento en que son más propensas a enfermarse.

“Se pudieran ver como enfermedades ligeras o simples que no acarrean tanta complicación, como cansancio o debilidad y en algunas ocasiones se pudiera presentar fiebre o diarrea, entre otras cosas. Nos enfermamos más seguido cuando tenemos las defensas bajas”, agregó.

Hay que recordar que los productos ultraprocesados afectan el funcionamiento del organismo porque proporcionan demasiados componentes y lo están saturando; en lugar de darle nutrientes, vitaminas, agua y fibras, se le llena de azúcar, grasas, colorantes y otros ingredientes utilizados en la industria de alimentos para que los productos sean atractivos al consumidor, destacó la especialista.

Este tipo de nutrientes críticos, añadió, además de disminuir el sistema inmune a corto plazo, también pueden ocasionar posteriormente la aparición de enfermedades crónico degenerativas, que es una de las principales problemáticas a las que se enfrenta el país en la actualidad.

Finalmente, la especialista recomendó realizar actividad física, distribuir los tiempos para poder cumplir con todo, incluso con las horas de sueño, además de mantener una alimentación sana y equilibrada y evitar el consumo de cigarro y comidas altas en calorías.

Educación, clave para combatir la obesidad: Ana Sofía Guerra Cantú

Si bien el problema de la obesidad y el sobrepeso es multifactorial, asegurar que la población cuente con educación nutricional es clave para poder combatir estos padecimientos, señaló en entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) la nutrióloga Ana Sofía Guerra Cantú.

Destacó que lo más importante es la enseñanza y que las escuelas tengan materias donde se brinde mayor información de “cómo debe ser nuestra comida”.

La exdirectora de la Carrera de Nutrición y Bienestar Integral del Tecnológico de Monterrey, campus Monterrey, también indicó que los productos ultraprocesados pueden aportar exceso de calorías.

Subrayó que el exceso en el consumo de este tipo de alimentos es perjudicial para la salud, por lo que sugirió regresar a las costumbres de cocinar en casa y no comer de manera rápida lo que venden en la tienda de conveniencia, restaurantes o comida preenvasada que posiblemente no tenga la mejor calidad de ingredientes.

“Es importante preparar alimentos con anticipación y la lista de ingredientes para ir al supermercado, cocinar con frutas, verduras y alimentos frescos, comer en familia, tomar agua natural y realizar actividad física”, recomendó.

Explicó que tradicionalmente la dieta mexicana es nutritiva, como el maíz y los frijoles que son alimentos con alta calidad nutricional. Sin embargo, la población está recurriendo más a la comida ultraprocesada o ya elaborada, con azúcares añadidos, exceso de sodio o grasas saturadas.

El consumo excesivo de este tipo de productos, reiteró, está ligado a las causas de mortalidad que se ven cada vez más en la población mexicana, como diabetes tipo dos; infartos; hígado graso, que puede desencadenar una cirrosis no alcohólica; hipertensión y ciertos tipos de cáncer, incluso.

La también profesora clínica del TecSalud y de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey hizo referencia al nuevo etiquetado frontal y dijo que su propósito es que el consumidor sepa lo que está comprando, porque el problema de los ultraprocesados era que la población no podía entender si el producto contiene un exceso de calorías, sodio o azúcares.

“Como acaba de haber ese cambio, todavía no vemos el efecto en la salud del mexicano, pero sí se ha visto que ha ayudado en la reformulación de productos. Muchas empresas, para no tener el sello, empiezan a cambiar la formulación de sus ingredientes”, aclaró.

Además de la educación y el nuevo etiquetado frontal, es necesaria una visión estratégica donde las acciones estén encaminadas a la prevención de la salud, porque los padecimientos son multifactoriales y los esfuerzos aislados se pueden diluir, concluyó la especialista.

Nuevo etiquetado frontal, un avance, no la solución: Martha Betzaida Altamirano, Nutrióloga

Además del etiquetado frontal de alimentos, la sociedad debe incorporar otras medidas que abatan el problema del sobrepeso y la obesidad, tanto a nivel individual, como colectivo, consideró la Licenciada en Nutrición y Maestra en Psicología de la Salud, Martha Betzaida Altamirano.

En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), estimó que la estrategia no es la solución, sin embargo, es un avance para, junto con otras acciones, se atajen estos padecimientos en México.

Lo que pretende esta normatividad, precisó, es darle información al consumidor para que tome una mejor decisión de compra y pueda ver más claramente cuáles son los productos de menor calidad nutricional.

Al hacer referencia a los productos ultraprocesados, coloquialmente llamados “comida chatarra”, explicó que son aquellos que tienen distintos procesos a través de la industria, generalmente altos en lo que se conoce como nutrimentos críticos, como azúcares, calorías, grasas saturadas, grasas trans y sodio, además de que pueden llegar a tener otras sustancias que no son recomendadas a toda la población, entre ellos, edulcorantes o sustitutos de azúcar y cafeína.

La comida chatarra, dijo, es vista equivocadamente como una solución a una sociedad que cada vez vive más aprisa y quiere todo de manera inmediata, lo cual ha llevado a la población a tomar decisiones menos adecuadas, porque en lugar de preparar un platillo en casa que requiere tiempo, esfuerzo y dedicación, compra algo rápido que se puede descongelar y calentar, pero que es alto en nutrimentos inadecuados y con mayor carga calórica que puede afectar la salud.

Altamirano Martínez señaló que es muy claro que cuando se consume esta comida en exceso y de manera cotidiana puede haber afectaciones como la ganancia de peso, hipertensión, ateroesclerosis, dislipidemias, problemas de hígado graso, diabetes, síndrome metabólico, algunos tipos de litiasis, ácido úrico, gota, incluso, cáncer.

La profesora y coordinadora de la Licenciatura en Nutrición del Centro Universitario de Ciencias de la Salud en la Universidad de Guadalajara mencionó que también se considera que utilizar este tipo de productos puede dar la percepción de sentirse más incluido en una sociedad.

“Poder tener la capacidad de comprar cierto tipo de galletas, bebidas o helados, socialmente, te hace pertenecer; a lo mejor en nuestro país también hay un sentido de ‘pertenencia’, que hace que quieras buscar estos productos, a pesar de no necesitarlos”, añadió.

Por último, la especialista, quien es miembro de la Academy of Nutrition and Dietetics, insistió en que como la norma 051 no representa una solución única, la educación es muy importante y que la gente debe tener claro en esta parte educativa y de consejería nutricional, que cada decisión que se toma día a día en lo que se come, impacta la salud a largo plazo.

Empoderar a la población, clave para combatir la obesidad: Arianna Omaña Covarrubias

El nuevo etiquetado de alimentos y la incorporación de la materia vida saludable en niños de educación básica, aun con sus limitantes en ejecución y alcance, son dos acciones que ayudan a empoderar a la población ante el problema del sobrepeso y la obesidad.

La investigadora en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) detalló, en entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), que la obesidad es una enfermedad multicausal en la que intervienen factores endógenos, como la genética, condiciones metabólicas y microbioma.

A ellos, dijo, hay que sumar los exógenos, es decir, ambientales, donde destacan los hábitos de alimentación, sedentarismo, educación alimentaria, así como también los aspectos sociales relacionados con la alimentación.

Respecto de estos padecimientos, Omaña Covarrubias. mencionó las físicas, metabólicas y mentales. “Vemos que se presentan desde apnea del sueño; dificultad para respirar; dolor en rodillas, tobillos y articulaciones hasta alteración en el metabolismo, principalmente de glucosa derivando en resistencia a la insulina. Mientras que en el ámbito social y particularmente entre jóvenes, puede darse discriminación y bullying”.

La especialista estimó que en los mexicanos hay una asociación social importante con la comida, toda vez que en gran parte de las tradiciones del país se involucra a esta. Además, la manera en la que se preparan los alimentos es abundante en grasa y condimentos, y con poca verdura o fruta.

Para evitar el sobrepeso y la obesidad, la también conferencista recomendó mejorar la selección de alimentos, basándose en lo más cercano a lo natural, a lo que se le denomina como dieta de la milpa, es decir, verduras y frutas frescas, así como leguminosas y oleaginosas. Al mismo tiempo aconsejó preferir alimentos frescos, sin condimentos, con la preparación más sencilla posible.

Por último, dijo que se deben evitar alimentos con alto contenido de grasa, como los fritos, capeados o empanizados, o con exceso de azúcar o sal, además de bebidas azucaradas o refrescos.

Menores de edad, los más vulnerables frente a obesidad y sobrepeso: Lorena González González

La exposición de niñas y niños a campañas publicitarias de productos ultraprocesados es uno de los factores por los que este grupo poblacional es vulnerable a padecer obesidad y el sobrepeso, señaló la maestra en nutrición clínica Lorena González González.

En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad, la también jefa del departamento de Nutrición de la Universidad Autónoma de Aguascaliente, explicó que este tipo de productos que logran seducir a los menores a través de comerciales llamativos contienen, en su mayoría, calorías, azúcares, grasas, grasas saturadas y sodio; nutrientes críticos que, al ser ingeridos en exceso, pueden afectar la salud.

“Aproximadamente entre el 35 y 40 por ciento de la dieta de niñas y niños proviene de alimentos ultraprocesados, por lo que es clave modificar esta tendencia y que sus padres se ocupen por incorporarles en su dieta frutas, verduras y agua natural”, comentó.

Al referirse a los estragos que pueden ocasionar en la salud de los menores el alto consumo de estos productos, Lorena González sostuvo que el benzoato de sodio, utilizado principalmente como un conservador para enlatados y algunos lácteos, puede derivar en hipertensión arterial, mientras que el azúcar, presente en el pan dulce, refrescos y bebidas o jugos azucarados, ocasiona obesidad y diabetes.

“También tenemos a los edulcorantes, que son un sustituto del azúcar que da el sabor dulce, pero sin todas las calorías que representa está. Lo vemos, principalmente en los productos denominados light. Y, consumirlo en exceso puede alterar la microbiota intestinal, lo que modifica la sensación de saciedad, mientras que la cafeína, presente en bebidas energéticas, café, chocolate o té”, destacó.

Entre los consejos que da la experta para sustituir o aminorar en la dieta de los menores algunos alimentos ultraprocesados , están el utilizar limón, lima o vinagre para macerar o adobar; gratinar salsas con quesos bajos en grasa, en verduras y pastas; emplear el sofrito con aceite de oliva para aumentar la absorción de antioxidantes, ajo, cebolla o zanahoria; usar especias que le puedan dar un rico sabor, sin necesidad de consumir sodio y tratar de hacer la preparación al vapor, sin sumergir tanto el alimento en líquidos para que no pierda el sabor.

Por otro lado y al hablar de los esfuerzos que se hacen desde la política pública, como es el caso del etiquetado frontal, González González, sostuvo que esta nueva medida es un paso en positivo pero que de ninguna manera se puede pensar que es la solución a la problemática de obesidad y sobrepeso, ya que, dijo, es indispensable diseñar e implementar una estrategia más robusta en donde el etiquetado sea solo una de las muchas medidas.

“Está previsto que tenga resultados tan favorables, como los alcanzados en Chile, es decir, que disminuya en un 25 por ciento el consumo de alimentos ultraprocesados, esto equivale a que cada mexicano estaría consumiendo 37 calorías menos al día, lo cual, si traducimos en peso, serían dos kilos menos al año, lo que impacta para disminuir la prevalencia de obesidad”, estimó.

Finalmente consideró importante hacer hincapié en el papel que tiene el nutriólogo de concientizar a la población sobre el impacto de una buena dieta para la prevención de enfermedades, “en este caso de la pandemia más importante que también tenemos que es la obesidad, que a su vez agrava otras enfermedades crónico degenerativas”.

Accesibilidad a alimentos sanos, clave en el combate al sobrepeso y la obesidad: nutrióloga Leticia López Posada

Aun cuando el sobrepeso y la obesidad son multifactoriales, es fundamental que los primeros esfuerzos para contrarrestar la enfermedad estén orientados a garantizar a toda la población el acceso a alimentos saludables, consideró la maestra en Nutrición Clínica, Leticia López Posada.

En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), dijo que cada quien escoge su dieta y es libre, sin embargo, en México no todos pueden elegir qué es lo que quieren comer.

Precisó, que intervienen varios factores en la obesidad y el sobrepeso. “Aquí juega un papel importante la cultura alimentaria, nuestra percepción corporal, cómo se constituye la familia, los modelos de belleza que tenemos en nuestro país y en el mundo, así como el acceso a alimentos.

«Son muchas aristas en las que se puede ver, por ejemplo, si dormimos bien o no, eso va condicionando que, tengamos o no, algunos de estos padecimientos”, agregó.

La especialista también señaló que son buenas iniciativas la incorporación de la materia de educación en alimentación y nutrición, así como el nuevo etiquetado en alimentos, siempre y cuando vayan acompañadas de educación en nutrición para las familias y la regulación en escuelas de la venta de comida chatarra, bebidas azucaradas y de “todos esos productos que no son alimentos, pero solo nos aportan calorías vacías”.

“Aquí hablamos de cuestiones que tienen que suceder a nivel poblacional, pero también todo lo que pasa dentro de la familia, que es donde se toman las decisiones que van afectando la salud de las personas o ayudándoles”, explicó.

López Posada, quien también se ha desempeñado como docente por 20 años a nivel licenciatura y maestría, subrayó que entre las causas de los altos índices del sobrepeso y obesidad en México están la falta de una estructura en la alimentación, la economía, la carestía de algunos alimentos, la poca educación en nutrición y la escasa conciencia del cuidado de la salud a través de la comida.

“Es un conjunto de cosas del ambiente macro, todo lo que sucede en el país y el mundo con respecto a la demanda de la compra de alimentos, pero también, en un ambiente micro, todo lo que sucede en la familia, la falta de organización, ingresos que no alcanzan para comidas que sean adecuadas para la salud, la estructura de la familia donde la mamá trabaja y hay poco tiempo para la preparación de alimentos, son muchos los factores”, sostuvo.

Respecto a las consecuencias o repercusiones en la salud de las personas, señaló que en el caso del sobrepeso hay una parte estética, pero también empiezan algunas complicaciones, porque es el espacio donde se empiezan a gestar la hipertensión, diabetes y dislipidemia, que es el aumento de lípidos en la sangre.

La obesidad, continuó, se caracteriza por la aparición de muchas comorbilidades, “se han descrito más de 52 enfermedades que complican o se agregan a la obesidad, que van desde asuntos tan sencillos como la alteración del sueño, y roncar mucho, hasta cuestiones de vida o muerte, lo que llamamos síndrome de apnea obstructiva del sueño, diabetes descontrolada, mayor riesgo de cáncer, lo cual ponen en riesgo nuestra salud, desde el primer kilo de peso que tenemos encima, hasta 20 o 30 que podamos tener de más”.

En este contexto, recomendó estructurar una vida más saludable, a través del aumento de la actividad física, el cuidado del sueño y poner atención en el tamaño de las porciones. “En realidad no hay alimentos buenos o malos, todos conforman nuestra dieta; yo creo que más bien tendríamos que aprender a regular nuestro estilo de vida para poder prevenir o trabajar contra estas enfermedades”.

Comentó que solo es cuestión de nivelar y que no sea parte del día a día. “Tenemos herramientas como la jarra del buen beber que nos indica cuántos vasos de agua, café o bebidas azucaradas debemos tomar. Aquí no es todo o nada, simple y sencillamente hacer uso de esas herramientas que tenemos como población y basarnos en ellas, donde todo se hace con la medida justa y parte importante de esto para no dejar de consumirlo, es aumentar la actividad física”.

La licenciada en Nutrición y Ciencia de los Alimentos hizo énfasis en la importancia de construir estilos de vida más saludables y conocer la historia de la persona, saber cuáles son sus posibilidades económicas, su ambiente social y las circunstancias antes de agregar o quitar alimentos en la dieta.

“No es un asunto en donde no tengamos responsabilidad a nivel individual, tenemos una responsabilidad conjunta, el estado puede hacer muchísimo, las políticas, las empresas pueden hacer mucho, pero si el individuo no quiere, no va a suceder y viceversa, es responsabilidad de ambas partes”, enfatizó.

Simplista afirmar que sobrepeso y obesidad son solo por mala alimentación: especialista José Luis Castillo

Considerar que las únicas causas del sobrepeso y la obesidad son la alimentación inadecuada o excesiva y la inactividad física es una declaración simplista y muy sencilla, estimó el maestro en Salud Pública y Licenciado en Nutrición José Luis Castillo Hernández.

El académico de carrera en la Facultad de Nutrición de la Universidad Veracruzana explicó que ello generalmente se asocia al modelo culpatogénico de la enfermedad, porque responsabiliza a las personas de su propia situación de salud, cuando hay determinantes estructurales que están contribuyendo a estos padecimientos.

En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), subrayó que los factores estructurales, y especialmente el entorno alimentario, es decir, el contexto físico, económico, político y sociocultural, son determinantes entre la interacción de los consumidores y el sistema alimentario, por lo que recomendó transitar hacia modelos agroecológicos de producción que no dañen el ambiente, dejar de utilizar agroquímicos, volver a utilizar abonos orgánicos, dejar de usar pesticidas, así como tener una reorganización de los mercados.

Para ello, es necesario transformar esas cadenas agroalimentarias largas y promover cortas, es decir, que los alimentos se consuman lo más cerca de donde que se producen. Esto permitiría que sean más naturales, fomentaría el consumo y la producción local, además de activar el mercado laboral.

Sin embargo, estas son solo algunas acciones a impulsar, ya que el sobrepeso y la obesidad también son consecuencia de los ambientes obesogénicos, de factores o determinantes sociales, económicos, políticos y sociales, así como componentes genéticos, reiteró.

El también representante de la Universidad Veracruzana en la Presidencia de la Red Mexicana de Universidades Promotoras de la Salud mencionó que antes de la pandemia México ya tenía una sindemia muy delicada, en donde convivían los problemas relacionados con las carencias de la nutrición y las enfermedades crónicas no transmisibles, como el sobrepeso y la obesidad. Al llegar la COVID-19 se evidenció esta vulnerabilidad.

“Se ha visto que dentro de las principales causas de mortalidad asociadas a COVID-19 en la población en general están, en primer lugar, la hipertensión; en segundo lugar la obesidad y, en tercer lugar, la diabetes. Entonces las personas con estos padecimientos tienen más posibilidad de morir en caso de que contraigan la enfermedad”, precisó.

Castillo Hernández consideró que es por estos entornos alimentarios que se promueve el consumo de alimentos no saludables, “de lo que llamamos productos ultraprocesados”, que contienen grandes cantidades de grasas, entre ellas, ácidos grasos trans, sal y azúcar y que están disponibles en todas partes, son los productos que están más cercanos, que tienen una gran demanda.

En América Latina, México y Chile son los países con más venta y mayor demanda de estos productos, que son altamente obesogénicos y promueven muchas enfermedades; ante ello, no es fortuito que estos países hayan adoptado una nueva ley de etiquetado frontal de los alimentos, tratando de desestimular el consumo de este tipo de productos, añadió.

Por ello, sostuvo, es necesario promover entornos alimentarios donde haya más accesibilidad, tanto física como económica, de alimentos saludables, sanos y promotores de la salud.

Mencionó que el alto valor calórico que contienen los ultraprocesados, la falta de ejercicio y la inactivación física aportan concentraciones de grasa en las personas, pero, además, reiteró, las patologías predominantes en México son las enfermedades crónico no transmisibles asociadas al sobrepeso y la obesidad, como la diabetes mellitus, hipertensión arterial y dislipidemias y estos productos contribuyen a agravar sus condiciones patológicas.

“Cuando las personas tienen una acumulación excesiva de grasa en la circunferencia de cintura, conocida como obesidad central, hay más posibilidades de desarrollar insulinorresistencia y posteriormente, diabetes”, agregó. Igualmente, comentó que la diabetes se encuentra dentro de las primeras causas de morbilidad y mortalidad en México, junto con las enfermedades cardiovasculares, que también están asociadas al sobrepeso y la obesidad, sobre todo a consecuencia de las dislipidemias, es decir, niveles elevados de colesterol malo y triglicéridos, así como una disminución del colesterol bueno, lo cual es marcador de riesgo para padecer hipertensión arterial.

Para el también doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, el incremento en el consumo de productos ultraprocesados se debe a que ya están preparados y listos para consumir y no requieren ninguna técnica de preparación y han venido a desplazar la alimentación tradicional de los mexicanos.

“Lo que se trata con estas cadenas agroalimentarias cortas es rescatar la cultura alimentaria de la población; que consuman los alimentos que tradicionalmente habían consumido, de acercarlos física y económicamente, porque también es cierto que muchos de los productos naturales que se producen en las regiones son mas caros que los productos ultraprocesados”, reconoció.

Entre algunas de las medidas que deberían considerarse para disminuir los índices de sobrepeso y obesidad, destacó que es necesario promover la soberanía alimentaria; impulsar una política de producción de alimentos que fomente la alimentación saludable; incentivar políticas que estimulen la producción de alimentos en pequeños productores y regular la producción de alimentos dañinos para la salud, así como su promoción para el consumo.

“Tendríamos que legislar, pero también vigilar que se cumpla la legislación y hacer una gran campaña de información”, enfatizó.

“Tenemos una población que no tiene acceso ya no digamos a una alimentación nutritiva sana y que promueva su bienestar, sino que no tienen qué comer. La política pública y la regulación si no va acompañada de sistemas de vigilancia y cumplimiento y una campaña de orientación dirigida a la población, no tiene éxito”, resaltó.

En este sentido, habló sobre la importancia de implementar campañas de comunicación que lleguen a la población, sobre todo, a aquellos sectores que son más vulnerables para mandarles mensajes, donde no hay acceso a las redes sociales o internet. “Se necesitarían campañas, estrategias de comunicación efectiva a través de los medios no convencionales también de información”, detalló.

Finalmente, sugirió a la población seleccionar los alimentos menos procesados y preferir los más naturales; evitar o disminuir el consumo de azúcar y productos a base de harinas refinadas e incrementar el de frutas, verduras, cereales y leguminosas de manera combinada; además de caminar y promover la construcción de entornos habitacionales con áreas destinadas a la promoción de la salud, como parques y mercados expendedores de alimentos producidos a nivel local.

Confuso el nuevo etiquetado frontal para alimentos: Alejandra Ponce Garza

La experta en nutrigenómica descartó que la medida ayude a solucionar la obesidad

El nuevo etiquetado en alimentos que entró en vigor el pasado 1 de octubre en nuestro país no funciona para atacar el problema de la obesidad, consideró la especialista en nutrición, Alejandra Ponce Garza.

En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), mencionó que dicha estrategia, por el contrario, genera mucha confusión entre la población, al tiempo que provoca culpa y miedo.

Explicó que para poder entender el tema es necesario tener conocimiento sobre nutrientes e ingredientes, así como saber distinguir varios elementos que vienen en las etiquetas y que se confunden con los sellos que decidieron poner, toda vez que son muy generales.

“Quizá a algún sector reducido de la población le pueda ayudar, es decir, personas que realmente saben de nutrición, pero a la mayoría de la población no le va a funcionar” recalcó.

La experta en Nutrigenómica y Nutrición, quien ha sido profesora en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y la Universidad de Monterrey (UDEM), consideró el nuevo etiquetado en productos ultraprocesados es confuso incluso para profesionales de la alimentación.

“¿Por qué unos van a tener dos sellos y otros van a tener tres sellos? No me imagino poniéndome en el lugar de alguien que no conoce el tema y va al supermercado a comprar las cosas para su familia y comienza a ver este tipo de etiquetas”, puntualizó.

La también conferencista internacional consideró que para atacar enfermedades como el sobrepeso y la obesidad, la diabetes e hipertensión debe haber otras medidas que requieren más educación poblacional y hacer más accesibles productos frescos para la población.

“Si realmente queremos atacar el problema, debemos hacer más accesibles alimentos que sabemos que son más saludables: frutas, verduras; buscar por medio del transporte poder llevar a toda la población productos frescos, en lugar de solamente ponerle el etiquetado”, mencionó.

En cuanto a la selección de alimentos que consumen, recomendó a la población escoger todo aquello que les guste y que disfruten.

Dijo que lo primero que se debe tener en sus carritos al momento de ir al supermercado son productos que no necesitan una etiqueta, como frutas, verduras, carnes, pescados, semillas y demás, antes de escoger cosas que estén empaquetadas.

“Si llenan su carrito de productos que no necesitan una etiqueta, creo que pueden estar tranquilos de que están consumiendo alimentos más saludables”, añadió.

La especialista en Nutrigenómica de Alimentos Funcionales estimó que no cree que en un plazo corto se pueda ver el beneficio de la medida del nuevo etiquetado en la salud de las y los mexicanos.

En este sentido, consideró que este tema les está afectando también a las pequeñas empresas dedicadas al sector de alimentación, toda vez que “es muy confuso por la cuestión de las porciones que manejan”.

“A las empresas les puede estar afectando mucho en sus ventas; tienen productos muy buenos que se consumen en poca porción, pero con este etiquetado se está utilizando solamente una porción grande para manejar todos los sellos”, dijo.

Finalmente, recomendó ampliar la visión para atajar la obesidad y sobrepeso, con acciones como mejorar la educación nutrimental desde edades tempranas de la población; hacer más barato el consumo de frutas y verduras, así como incentivos a nivel laboral para generar hábitos que mejoren su salud.

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