Accesibilidad a alimentos sanos, clave en el combate al sobrepeso y la obesidad: nutrióloga Leticia López Posada

Aun cuando el sobrepeso y la obesidad son multifactoriales, es fundamental que los primeros esfuerzos para contrarrestar la enfermedad estén orientados a garantizar a toda la población el acceso a alimentos saludables, consideró la maestra en Nutrición Clínica, Leticia López Posada.

En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), dijo que cada quien escoge su dieta y es libre, sin embargo, en México no todos pueden elegir qué es lo que quieren comer.

Precisó, que intervienen varios factores en la obesidad y el sobrepeso. “Aquí juega un papel importante la cultura alimentaria, nuestra percepción corporal, cómo se constituye la familia, los modelos de belleza que tenemos en nuestro país y en el mundo, así como el acceso a alimentos.

«Son muchas aristas en las que se puede ver, por ejemplo, si dormimos bien o no, eso va condicionando que, tengamos o no, algunos de estos padecimientos”, agregó.

La especialista también señaló que son buenas iniciativas la incorporación de la materia de educación en alimentación y nutrición, así como el nuevo etiquetado en alimentos, siempre y cuando vayan acompañadas de educación en nutrición para las familias y la regulación en escuelas de la venta de comida chatarra, bebidas azucaradas y de “todos esos productos que no son alimentos, pero solo nos aportan calorías vacías”.

“Aquí hablamos de cuestiones que tienen que suceder a nivel poblacional, pero también todo lo que pasa dentro de la familia, que es donde se toman las decisiones que van afectando la salud de las personas o ayudándoles”, explicó.

López Posada, quien también se ha desempeñado como docente por 20 años a nivel licenciatura y maestría, subrayó que entre las causas de los altos índices del sobrepeso y obesidad en México están la falta de una estructura en la alimentación, la economía, la carestía de algunos alimentos, la poca educación en nutrición y la escasa conciencia del cuidado de la salud a través de la comida.

“Es un conjunto de cosas del ambiente macro, todo lo que sucede en el país y el mundo con respecto a la demanda de la compra de alimentos, pero también, en un ambiente micro, todo lo que sucede en la familia, la falta de organización, ingresos que no alcanzan para comidas que sean adecuadas para la salud, la estructura de la familia donde la mamá trabaja y hay poco tiempo para la preparación de alimentos, son muchos los factores”, sostuvo.

Respecto a las consecuencias o repercusiones en la salud de las personas, señaló que en el caso del sobrepeso hay una parte estética, pero también empiezan algunas complicaciones, porque es el espacio donde se empiezan a gestar la hipertensión, diabetes y dislipidemia, que es el aumento de lípidos en la sangre.

La obesidad, continuó, se caracteriza por la aparición de muchas comorbilidades, “se han descrito más de 52 enfermedades que complican o se agregan a la obesidad, que van desde asuntos tan sencillos como la alteración del sueño, y roncar mucho, hasta cuestiones de vida o muerte, lo que llamamos síndrome de apnea obstructiva del sueño, diabetes descontrolada, mayor riesgo de cáncer, lo cual ponen en riesgo nuestra salud, desde el primer kilo de peso que tenemos encima, hasta 20 o 30 que podamos tener de más”.

En este contexto, recomendó estructurar una vida más saludable, a través del aumento de la actividad física, el cuidado del sueño y poner atención en el tamaño de las porciones. “En realidad no hay alimentos buenos o malos, todos conforman nuestra dieta; yo creo que más bien tendríamos que aprender a regular nuestro estilo de vida para poder prevenir o trabajar contra estas enfermedades”.

Comentó que solo es cuestión de nivelar y que no sea parte del día a día. “Tenemos herramientas como la jarra del buen beber que nos indica cuántos vasos de agua, café o bebidas azucaradas debemos tomar. Aquí no es todo o nada, simple y sencillamente hacer uso de esas herramientas que tenemos como población y basarnos en ellas, donde todo se hace con la medida justa y parte importante de esto para no dejar de consumirlo, es aumentar la actividad física”.

La licenciada en Nutrición y Ciencia de los Alimentos hizo énfasis en la importancia de construir estilos de vida más saludables y conocer la historia de la persona, saber cuáles son sus posibilidades económicas, su ambiente social y las circunstancias antes de agregar o quitar alimentos en la dieta.

“No es un asunto en donde no tengamos responsabilidad a nivel individual, tenemos una responsabilidad conjunta, el estado puede hacer muchísimo, las políticas, las empresas pueden hacer mucho, pero si el individuo no quiere, no va a suceder y viceversa, es responsabilidad de ambas partes”, enfatizó.

Simplista afirmar que sobrepeso y obesidad son solo por mala alimentación: especialista José Luis Castillo

Considerar que las únicas causas del sobrepeso y la obesidad son la alimentación inadecuada o excesiva y la inactividad física es una declaración simplista y muy sencilla, estimó el maestro en Salud Pública y Licenciado en Nutrición José Luis Castillo Hernández.

El académico de carrera en la Facultad de Nutrición de la Universidad Veracruzana explicó que ello generalmente se asocia al modelo culpatogénico de la enfermedad, porque responsabiliza a las personas de su propia situación de salud, cuando hay determinantes estructurales que están contribuyendo a estos padecimientos.

En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), subrayó que los factores estructurales, y especialmente el entorno alimentario, es decir, el contexto físico, económico, político y sociocultural, son determinantes entre la interacción de los consumidores y el sistema alimentario, por lo que recomendó transitar hacia modelos agroecológicos de producción que no dañen el ambiente, dejar de utilizar agroquímicos, volver a utilizar abonos orgánicos, dejar de usar pesticidas, así como tener una reorganización de los mercados.

Para ello, es necesario transformar esas cadenas agroalimentarias largas y promover cortas, es decir, que los alimentos se consuman lo más cerca de donde que se producen. Esto permitiría que sean más naturales, fomentaría el consumo y la producción local, además de activar el mercado laboral.

Sin embargo, estas son solo algunas acciones a impulsar, ya que el sobrepeso y la obesidad también son consecuencia de los ambientes obesogénicos, de factores o determinantes sociales, económicos, políticos y sociales, así como componentes genéticos, reiteró.

El también representante de la Universidad Veracruzana en la Presidencia de la Red Mexicana de Universidades Promotoras de la Salud mencionó que antes de la pandemia México ya tenía una sindemia muy delicada, en donde convivían los problemas relacionados con las carencias de la nutrición y las enfermedades crónicas no transmisibles, como el sobrepeso y la obesidad. Al llegar la COVID-19 se evidenció esta vulnerabilidad.

“Se ha visto que dentro de las principales causas de mortalidad asociadas a COVID-19 en la población en general están, en primer lugar, la hipertensión; en segundo lugar la obesidad y, en tercer lugar, la diabetes. Entonces las personas con estos padecimientos tienen más posibilidad de morir en caso de que contraigan la enfermedad”, precisó.

Castillo Hernández consideró que es por estos entornos alimentarios que se promueve el consumo de alimentos no saludables, “de lo que llamamos productos ultraprocesados”, que contienen grandes cantidades de grasas, entre ellas, ácidos grasos trans, sal y azúcar y que están disponibles en todas partes, son los productos que están más cercanos, que tienen una gran demanda.

En América Latina, México y Chile son los países con más venta y mayor demanda de estos productos, que son altamente obesogénicos y promueven muchas enfermedades; ante ello, no es fortuito que estos países hayan adoptado una nueva ley de etiquetado frontal de los alimentos, tratando de desestimular el consumo de este tipo de productos, añadió.

Por ello, sostuvo, es necesario promover entornos alimentarios donde haya más accesibilidad, tanto física como económica, de alimentos saludables, sanos y promotores de la salud.

Mencionó que el alto valor calórico que contienen los ultraprocesados, la falta de ejercicio y la inactivación física aportan concentraciones de grasa en las personas, pero, además, reiteró, las patologías predominantes en México son las enfermedades crónico no transmisibles asociadas al sobrepeso y la obesidad, como la diabetes mellitus, hipertensión arterial y dislipidemias y estos productos contribuyen a agravar sus condiciones patológicas.

“Cuando las personas tienen una acumulación excesiva de grasa en la circunferencia de cintura, conocida como obesidad central, hay más posibilidades de desarrollar insulinorresistencia y posteriormente, diabetes”, agregó. Igualmente, comentó que la diabetes se encuentra dentro de las primeras causas de morbilidad y mortalidad en México, junto con las enfermedades cardiovasculares, que también están asociadas al sobrepeso y la obesidad, sobre todo a consecuencia de las dislipidemias, es decir, niveles elevados de colesterol malo y triglicéridos, así como una disminución del colesterol bueno, lo cual es marcador de riesgo para padecer hipertensión arterial.

Para el también doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, el incremento en el consumo de productos ultraprocesados se debe a que ya están preparados y listos para consumir y no requieren ninguna técnica de preparación y han venido a desplazar la alimentación tradicional de los mexicanos.

“Lo que se trata con estas cadenas agroalimentarias cortas es rescatar la cultura alimentaria de la población; que consuman los alimentos que tradicionalmente habían consumido, de acercarlos física y económicamente, porque también es cierto que muchos de los productos naturales que se producen en las regiones son mas caros que los productos ultraprocesados”, reconoció.

Entre algunas de las medidas que deberían considerarse para disminuir los índices de sobrepeso y obesidad, destacó que es necesario promover la soberanía alimentaria; impulsar una política de producción de alimentos que fomente la alimentación saludable; incentivar políticas que estimulen la producción de alimentos en pequeños productores y regular la producción de alimentos dañinos para la salud, así como su promoción para el consumo.

“Tendríamos que legislar, pero también vigilar que se cumpla la legislación y hacer una gran campaña de información”, enfatizó.

“Tenemos una población que no tiene acceso ya no digamos a una alimentación nutritiva sana y que promueva su bienestar, sino que no tienen qué comer. La política pública y la regulación si no va acompañada de sistemas de vigilancia y cumplimiento y una campaña de orientación dirigida a la población, no tiene éxito”, resaltó.

En este sentido, habló sobre la importancia de implementar campañas de comunicación que lleguen a la población, sobre todo, a aquellos sectores que son más vulnerables para mandarles mensajes, donde no hay acceso a las redes sociales o internet. “Se necesitarían campañas, estrategias de comunicación efectiva a través de los medios no convencionales también de información”, detalló.

Finalmente, sugirió a la población seleccionar los alimentos menos procesados y preferir los más naturales; evitar o disminuir el consumo de azúcar y productos a base de harinas refinadas e incrementar el de frutas, verduras, cereales y leguminosas de manera combinada; además de caminar y promover la construcción de entornos habitacionales con áreas destinadas a la promoción de la salud, como parques y mercados expendedores de alimentos producidos a nivel local.

Confuso el nuevo etiquetado frontal para alimentos: Alejandra Ponce Garza

La experta en nutrigenómica descartó que la medida ayude a solucionar la obesidad

El nuevo etiquetado en alimentos que entró en vigor el pasado 1 de octubre en nuestro país no funciona para atacar el problema de la obesidad, consideró la especialista en nutrición, Alejandra Ponce Garza.

En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), mencionó que dicha estrategia, por el contrario, genera mucha confusión entre la población, al tiempo que provoca culpa y miedo.

Explicó que para poder entender el tema es necesario tener conocimiento sobre nutrientes e ingredientes, así como saber distinguir varios elementos que vienen en las etiquetas y que se confunden con los sellos que decidieron poner, toda vez que son muy generales.

“Quizá a algún sector reducido de la población le pueda ayudar, es decir, personas que realmente saben de nutrición, pero a la mayoría de la población no le va a funcionar” recalcó.

La experta en Nutrigenómica y Nutrición, quien ha sido profesora en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y la Universidad de Monterrey (UDEM), consideró el nuevo etiquetado en productos ultraprocesados es confuso incluso para profesionales de la alimentación.

“¿Por qué unos van a tener dos sellos y otros van a tener tres sellos? No me imagino poniéndome en el lugar de alguien que no conoce el tema y va al supermercado a comprar las cosas para su familia y comienza a ver este tipo de etiquetas”, puntualizó.

La también conferencista internacional consideró que para atacar enfermedades como el sobrepeso y la obesidad, la diabetes e hipertensión debe haber otras medidas que requieren más educación poblacional y hacer más accesibles productos frescos para la población.

“Si realmente queremos atacar el problema, debemos hacer más accesibles alimentos que sabemos que son más saludables: frutas, verduras; buscar por medio del transporte poder llevar a toda la población productos frescos, en lugar de solamente ponerle el etiquetado”, mencionó.

En cuanto a la selección de alimentos que consumen, recomendó a la población escoger todo aquello que les guste y que disfruten.

Dijo que lo primero que se debe tener en sus carritos al momento de ir al supermercado son productos que no necesitan una etiqueta, como frutas, verduras, carnes, pescados, semillas y demás, antes de escoger cosas que estén empaquetadas.

“Si llenan su carrito de productos que no necesitan una etiqueta, creo que pueden estar tranquilos de que están consumiendo alimentos más saludables”, añadió.

La especialista en Nutrigenómica de Alimentos Funcionales estimó que no cree que en un plazo corto se pueda ver el beneficio de la medida del nuevo etiquetado en la salud de las y los mexicanos.

En este sentido, consideró que este tema les está afectando también a las pequeñas empresas dedicadas al sector de alimentación, toda vez que “es muy confuso por la cuestión de las porciones que manejan”.

“A las empresas les puede estar afectando mucho en sus ventas; tienen productos muy buenos que se consumen en poca porción, pero con este etiquetado se está utilizando solamente una porción grande para manejar todos los sellos”, dijo.

Finalmente, recomendó ampliar la visión para atajar la obesidad y sobrepeso, con acciones como mejorar la educación nutrimental desde edades tempranas de la población; hacer más barato el consumo de frutas y verduras, así como incentivos a nivel laboral para generar hábitos que mejoren su salud.

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