- Hay una relación importante entre los alimentos y las emociones.
A partir de la prevención y promoción de la salud, la nutrición juega un papel muy importante desde temprana edad y no solamente en lo relacionado con aspectos curativos o propios de la reparación del daño o específicamente del control y seguimiento de enfermedades, consideró la licenciada en Nutrición y maestra en Ciencias de la Educación, Lizette Fabiola Morelos Leal.
En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), la especialista recalcó que dicha importancia se da desde el vientre materno, es decir, todo lo que se relaciona con la alimentación de la mujer, durante la gestación, incluso puede generar una repercusión a mediano plazo dentro de la etapa infantil. “El tipo de alimentación que se da en los primeros mil días de vida es un tiempo esencial, sobre todo para la salud integral del bebé y como prevención de enfermedades en la etapa adulta”, confirmó.
Posteriormente –continuó–, viene la alimentación complementaria, a partir de los seis meses de vida que también engloba aspectos muy importantes en cuanto al tipo y cantidad de alimentos, y conforme se da el crecimiento y desarrollo del bebé, la nutrición se vuelve un elemento esencial.
“Para tener una buena nutrición desde la infancia, el pilar se conforma a partir del embarazo y la concientización de las futuras madres de lo que representa la nutrición, en cuanto al enfoque de obtener energía y equilibrio entre lo que es la ingesta de alimentos y todo el conjunto de elementos que están presentes”, insistió.
La también docente de la Universidad de Guadalajara y del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) explicó que hay elementos específicos con los que se puede saber que una persona se nutre adecuadamente, tales como los aspectos relacionados con su composición corporal, el estar y sentirse óptimamente en sus capacidades funcionales, pero también en un estado de bienestar anímico, emocional y corporal.
“Hay una relación importante entre los alimentos y las emociones, por lo que un equilibrio radica en cómo nutrimos nuestro cuerpo y espíritu; otro elemento importante es identificar qué hábitos y conductas alimentarias tenemos; es decir, el número y frecuencia de comidas y colaciones realizadas durante el día, número de raciones de los diferentes grupos de alimentos que se incorporan en nuestra dieta habitual y el consumo de agua natural, entre otros.” precisó.
Asimismo, la experta señaló que combatir el problema de la obesidad en México trasciende también desde el ámbito político, toda vez que no es suficiente solo informar a la población, sino que requiere la generación de políticas públicas encaminadas a la toma de decisiones sobre el tipo de proyectos y programas sociales, y para ello se requiere que haya profesionales de la nutrición en lo que concierne a un modo de vida sustentable.
Otro punto importante, añadió, es la aplicación de la normatividad en relación a diversos aspectos, entre ellos, la disponibilidad de alimentos que hay en las escuelas, educar en nutrición desde un enfoque participativo partiendo de la promoción de la dieta de la milpa, y así poder recuperar tradiciones, costumbres, técnicas culinarias y alimentos que forman parte de nuestra cultura alimentaria.
“Si tuviésemos la cultura de producir nuestros propios alimentos en casa, que las escuelas pudieran favorecer este tipo de actividades, como parte de su currículum, sería muy importante la contribución que se lograría para poder combatir o erradicar este enorme problema de salud pública que tenemos”,
Recordó que hace muchos años las enfermedades crónico degenerativas no eran un problema de salud pública; sin embargo, debido a diferentes factores, están presentes hoy en día como principales causas de morbi – mortalidad. Por ello, insistió, es necesario recuperar la cultura alimentaria local, autóctona y de apoyo a pequeños productores de alimentos.
La candidata a Doctora en Investigación Educativa reiteró que un aspecto muy importante es la educación y la consejería que se puede propiciar directamente en la persona. De igual manera, es importante visualizar la disponibilidad de alimentos que se tiene en el entorno, tanto los que se preparan y comercializan en las escuelas y los que se venden fuera de ellas, por ejemplo. “Es necesario garantizar que las niñas y los niños tengan acceso a una alimentación saludable, sostenible y culturalmente apropiada”, puntualizó.
Para ello, sugirió, potencializar una buena nutrición a partir de comedores específicos dentro de las escuelas donde se pueda proveer cierto tipo de alimentos, y que los papás y las mamás participen en su proceso de preparación. “Si tuviésemos la cultura de producir nuestros propios alimentos en casa, que las escuelas pudieran favorecer este tipo de actividades, como parte de su currículum, sería muy importante la contribución que se lograría para poder combatir o erradicar este enorme problema de salud pública que tenemos”, opinó. Por ello, es preciso fortalecer el compromiso de todo aquello que tiene que ver con la prevención y promoción de la salud, así como de propiciar una educación desde un enfoque participativo, amigable con los entornos naturales y de darle importancia a lo que representa la tierra, concluyó.