- Para obtener resultados positivos, debe haber flexibilidad para cumplir entre 8 y 12 horas.
El ayuno intermitente es una de las varias alternativas que existen para controlar y aminorar las consecuencias de la obesidad y el sobrepeso y siempre es fundamental acudir con un profesional que oriente de manera personalizada y pueda dar opciones que se adapten a sus horarios y preferencias.
Así lo consideró la licenciada en Nutrición Martha Elena Cadena Mendoza, quien detalló que esta práctica consiste en dejar de comer por algunos espacios del día. “Se trata básicamente de un arreglo de los horarios para que la persona pueda dar un respiro o un descanso al intestino, lo cual va a ayudarle a que, después de mínimo 8 horas, pueda tener una buena quema de grasa” explicó.
Respecto a cómo influye dicha alternativa, la especialista dijo que es muy noble, ya que puede ayudar a quemar grasa y además al manejo de la ansiedad, pero es muy importante que se lleve una dieta, es decir, un control de lo que la persona come para que se puedan alcanzar los resultados esperados.
Una de las razones por la que algunos consideran que no funciona el ayuno intermitente en ciertas personas que lo han probado, advirtió, es porque no llevan un buen control de su alimentación, por ejemplo, si se consume exceso de azúcar, el cuerpo va a dar prioridad a estabilizar y normalizar esos niveles de azúcar en sangre y después procederá a lo que se pretende en cuanto a quema de grasa.
Y resaltó que aunque suena fácil no es tan sencillo alcanzar el objetivo que se quiere, por lo que es recomendable acudir con un experto, toda vez que el tema del sobrepeso y la obesidad, así como todas las enfermedades que de ello se desencadenan, representan algo muy complejo y es necesario darle la seriedad correspondiente.
Al referir los beneficios de dicha alternativa, sostuvo que estos dependen del número de horas al día en los que se practique, por ejemplo, si la persona empieza haciendo un ayuno de 8 a 12 horas, se puede lograr quema de grasa; si se hace un ayuno de entre 16 y 18 horas, se podría tener producción de hormona de crecimiento, y a partir de las 22 horas de ayuno se puede alcanzar la autofagia.
Asimismo, indicó que el ayuno intermitente es flexible en cuanto a tiempo: puede ser un ayuno chico, medio o prolongado, este último se refiere a días, donde hay la posibilidad de tener una combinación de seis días de alimentación más un día de ayuno completo; también puede ser que solo se cumplan 12 horas de ayuno o se lleguen a 16.
Por otro lado, el estado de ánimo de la persona, las diversas actividades que realiza y el grado de apetito que tenga son aspectos que se deben considerar en el ayuno intermitente, puntualizó, toda vez que el individuo no es como una línea recta, por lo que puede haber cierta permisividad en el manejo.
“Es conveniente tener flexibilidad para que la persona no se frustre en el manejo de ayuno y dar un poco de libertad a que el cuerpo hable, a que coma cuando de verdad tenga hambre y no cuando lo dicta un horario, el trabajo o alguna otra circunstancia”, agregó.
Sobre qué tipo de personas pueden incorporarlo a su vida, apuntó que ello depende si se trata o no de una persona sana. Por ejemplo, añadió, hay quienes padecen diabetes y tienen tratamientos con hipoglucemiantes o con inyecciones a temprana hora, lo cual requeriría coordinar un control con su médico. Al respecto mencionó que es un foco rojo para pacientes con problemas de hígado, riñón o con algún tipo de enfermedad crónica, pero si la persona está totalmente sana, no hay ningún problema en que lo haga.
Un elemento clave para que dicho proceso sea exitoso, afirmó, es la dieta, que debe ser lo más natural posible; además es importante medir y pesar las cantidades, lo cual puede costar trabajo al principio, por lo que es recomendable ir poco a poco. Por ejemplo, si una persona se comía cinco tortillas a la hora de la comida, debe tratar de disminuirlas a tres, aunque lo ideal es que sean solo dos; se aconseja ir haciendo un cambio progresivo, que es el que más le beneficia, porque ello permite que el cuerpo realmente se acostumbre a esos cambios.
Finalmente, al hablar sobre algunas desventajas, señaló que uno de los obstáculos es que vivimos en una sociedad muy consumista, donde cuesta trabajo entender los beneficios que se pueden alcanzar al realizar un ayuno prolongado de alimentos.
Cuando una persona come muy continuamente no le está dando espacio a su cuerpo para que actúe de otra manera, pues lo tiene “distraído” todo el tiempo digiriendo –continuó- y lo que se tiene que hacer es dar un espacio de tiempo a ese cuerpo y decirle ve a rejuvenecer, a reponer lo que haga falta y desintoxicar. “Recomiendo hacer más conexión con el cuerpo, tratar de hacerle más caso cuando tenga hambre y no guiarse por horarios, darle más prioridad a la alimentación, que sea un poco más natural e ir haciendo cambios sustanciales de manera paulatina”, concluyó.