Considerar que las únicas causas del sobrepeso y la obesidad son la alimentación inadecuada o excesiva y la inactividad física es una declaración simplista y muy sencilla, estimó el maestro en Salud Pública y Licenciado en Nutrición José Luis Castillo Hernández.
El académico de carrera en la Facultad de Nutrición de la Universidad Veracruzana explicó que ello generalmente se asocia al modelo culpatogénico de la enfermedad, porque responsabiliza a las personas de su propia situación de salud, cuando hay determinantes estructurales que están contribuyendo a estos padecimientos.
En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), subrayó que los factores estructurales, y especialmente el entorno alimentario, es decir, el contexto físico, económico, político y sociocultural, son determinantes entre la interacción de los consumidores y el sistema alimentario, por lo que recomendó transitar hacia modelos agroecológicos de producción que no dañen el ambiente, dejar de utilizar agroquímicos, volver a utilizar abonos orgánicos, dejar de usar pesticidas, así como tener una reorganización de los mercados.
Para ello, es necesario transformar esas cadenas agroalimentarias largas y promover cortas, es decir, que los alimentos se consuman lo más cerca de donde que se producen. Esto permitiría que sean más naturales, fomentaría el consumo y la producción local, además de activar el mercado laboral.
Sin embargo, estas son solo algunas acciones a impulsar, ya que el sobrepeso y la obesidad también son consecuencia de los ambientes obesogénicos, de factores o determinantes sociales, económicos, políticos y sociales, así como componentes genéticos, reiteró.
El también representante de la Universidad Veracruzana en la Presidencia de la Red Mexicana de Universidades Promotoras de la Salud mencionó que antes de la pandemia México ya tenía una sindemia muy delicada, en donde convivían los problemas relacionados con las carencias de la nutrición y las enfermedades crónicas no transmisibles, como el sobrepeso y la obesidad. Al llegar la COVID-19 se evidenció esta vulnerabilidad.
“Se ha visto que dentro de las principales causas de mortalidad asociadas a COVID-19 en la población en general están, en primer lugar, la hipertensión; en segundo lugar la obesidad y, en tercer lugar, la diabetes. Entonces las personas con estos padecimientos tienen más posibilidad de morir en caso de que contraigan la enfermedad”, precisó.
Castillo Hernández consideró que es por estos entornos alimentarios que se promueve el consumo de alimentos no saludables, “de lo que llamamos productos ultraprocesados”, que contienen grandes cantidades de grasas, entre ellas, ácidos grasos trans, sal y azúcar y que están disponibles en todas partes, son los productos que están más cercanos, que tienen una gran demanda.
En América Latina, México y Chile son los países con más venta y mayor demanda de estos productos, que son altamente obesogénicos y promueven muchas enfermedades; ante ello, no es fortuito que estos países hayan adoptado una nueva ley de etiquetado frontal de los alimentos, tratando de desestimular el consumo de este tipo de productos, añadió.
Por ello, sostuvo, es necesario promover entornos alimentarios donde haya más accesibilidad, tanto física como económica, de alimentos saludables, sanos y promotores de la salud.
Mencionó que el alto valor calórico que contienen los ultraprocesados, la falta de ejercicio y la inactivación física aportan concentraciones de grasa en las personas, pero, además, reiteró, las patologías predominantes en México son las enfermedades crónico no transmisibles asociadas al sobrepeso y la obesidad, como la diabetes mellitus, hipertensión arterial y dislipidemias y estos productos contribuyen a agravar sus condiciones patológicas.
“Cuando las personas tienen una acumulación excesiva de grasa en la circunferencia de cintura, conocida como obesidad central, hay más posibilidades de desarrollar insulinorresistencia y posteriormente, diabetes”, agregó. Igualmente, comentó que la diabetes se encuentra dentro de las primeras causas de morbilidad y mortalidad en México, junto con las enfermedades cardiovasculares, que también están asociadas al sobrepeso y la obesidad, sobre todo a consecuencia de las dislipidemias, es decir, niveles elevados de colesterol malo y triglicéridos, así como una disminución del colesterol bueno, lo cual es marcador de riesgo para padecer hipertensión arterial.
Para el también doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, el incremento en el consumo de productos ultraprocesados se debe a que ya están preparados y listos para consumir y no requieren ninguna técnica de preparación y han venido a desplazar la alimentación tradicional de los mexicanos.
“Lo que se trata con estas cadenas agroalimentarias cortas es rescatar la cultura alimentaria de la población; que consuman los alimentos que tradicionalmente habían consumido, de acercarlos física y económicamente, porque también es cierto que muchos de los productos naturales que se producen en las regiones son mas caros que los productos ultraprocesados”, reconoció.
Entre algunas de las medidas que deberían considerarse para disminuir los índices de sobrepeso y obesidad, destacó que es necesario promover la soberanía alimentaria; impulsar una política de producción de alimentos que fomente la alimentación saludable; incentivar políticas que estimulen la producción de alimentos en pequeños productores y regular la producción de alimentos dañinos para la salud, así como su promoción para el consumo.
“Tendríamos que legislar, pero también vigilar que se cumpla la legislación y hacer una gran campaña de información”, enfatizó.
“Tenemos una población que no tiene acceso ya no digamos a una alimentación nutritiva sana y que promueva su bienestar, sino que no tienen qué comer. La política pública y la regulación si no va acompañada de sistemas de vigilancia y cumplimiento y una campaña de orientación dirigida a la población, no tiene éxito”, resaltó.
En este sentido, habló sobre la importancia de implementar campañas de comunicación que lleguen a la población, sobre todo, a aquellos sectores que son más vulnerables para mandarles mensajes, donde no hay acceso a las redes sociales o internet. “Se necesitarían campañas, estrategias de comunicación efectiva a través de los medios no convencionales también de información”, detalló.
Finalmente, sugirió a la población seleccionar los alimentos menos procesados y preferir los más naturales; evitar o disminuir el consumo de azúcar y productos a base de harinas refinadas e incrementar el de frutas, verduras, cereales y leguminosas de manera combinada; además de caminar y promover la construcción de entornos habitacionales con áreas destinadas a la promoción de la salud, como parques y mercados expendedores de alimentos producidos a nivel local.