Además del etiquetado frontal de alimentos, la sociedad debe incorporar otras medidas que abatan el problema del sobrepeso y la obesidad, tanto a nivel individual, como colectivo, consideró la Licenciada en Nutrición y Maestra en Psicología de la Salud, Martha Betzaida Altamirano.
En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), estimó que la estrategia no es la solución, sin embargo, es un avance para, junto con otras acciones, se atajen estos padecimientos en México.
Lo que pretende esta normatividad, precisó, es darle información al consumidor para que tome una mejor decisión de compra y pueda ver más claramente cuáles son los productos de menor calidad nutricional.
Al hacer referencia a los productos ultraprocesados, coloquialmente llamados “comida chatarra”, explicó que son aquellos que tienen distintos procesos a través de la industria, generalmente altos en lo que se conoce como nutrimentos críticos, como azúcares, calorías, grasas saturadas, grasas trans y sodio, además de que pueden llegar a tener otras sustancias que no son recomendadas a toda la población, entre ellos, edulcorantes o sustitutos de azúcar y cafeína.
La comida chatarra, dijo, es vista equivocadamente como una solución a una sociedad que cada vez vive más aprisa y quiere todo de manera inmediata, lo cual ha llevado a la población a tomar decisiones menos adecuadas, porque en lugar de preparar un platillo en casa que requiere tiempo, esfuerzo y dedicación, compra algo rápido que se puede descongelar y calentar, pero que es alto en nutrimentos inadecuados y con mayor carga calórica que puede afectar la salud.
Altamirano Martínez señaló que es muy claro que cuando se consume esta comida en exceso y de manera cotidiana puede haber afectaciones como la ganancia de peso, hipertensión, ateroesclerosis, dislipidemias, problemas de hígado graso, diabetes, síndrome metabólico, algunos tipos de litiasis, ácido úrico, gota, incluso, cáncer.
La profesora y coordinadora de la Licenciatura en Nutrición del Centro Universitario de Ciencias de la Salud en la Universidad de Guadalajara mencionó que también se considera que utilizar este tipo de productos puede dar la percepción de sentirse más incluido en una sociedad.
“Poder tener la capacidad de comprar cierto tipo de galletas, bebidas o helados, socialmente, te hace pertenecer; a lo mejor en nuestro país también hay un sentido de ‘pertenencia’, que hace que quieras buscar estos productos, a pesar de no necesitarlos”, añadió.
Por último, la especialista, quien es miembro de la Academy of Nutrition and Dietetics, insistió en que como la norma 051 no representa una solución única, la educación es muy importante y que la gente debe tener claro en esta parte educativa y de consejería nutricional, que cada decisión que se toma día a día en lo que se come, impacta la salud a largo plazo.