- La pandemia de COVID-19 ha sido un evento tan sorpresivo como impactante.
En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), la especialista en psiquiatría, Ingrid Vargas-Huicochea, señaló que todos nos hemos visto afectados en mayor o menor grado en alguna de las etapas de este evento de la historia del ser humano, pero en el caso de las y los jóvenes ha significado tener que entrar en conflicto con el sentido de invulnerabilidad (todos los jóvenes suelen sentirse inmunes a los males del mundo, intocables e invulnerables).
Algunos guardaron el confinamiento junto con sus familias, lo que les significó limitar o suspender los contactos físicos y las interacciones cara a cara, además del cansancio de largas jornadas a través de una pantalla. Otros acataron parcialmente las medidas de prevención y en algunos casos desafortunados, fueron ellos quienes abrieron la puerta al virus para contagiar a sus familias, explicó.
En uno u otro sentido, aseguró, la pandemia ha sido un atentado constante para las y los jóvenes de todo el mundo.
Al hablar sobre las consecuencias del confinamiento dijo que aquellos jóvenes que sí lo acataron junto con sus familias, están muy cansados mental y emocionalmente, con muchos conflictos al interior de la dinámica familiar, pero también con un sentimiento de ambivalencia, con cierto temor para salir y retomar la vida. “El confinamiento trastocó las habilidades sociales de la juventud, con el impacto en salud mental que esto puede significar”, resaltó.
Asimismo, afirmó que se han incrementado, de manera notable los servicios psicológicos o psiquiátricos en esta época de pandemia.
La maestra y doctora en Ciencias de la Salud subrayó que los trastornos psiquiátricos más comunes, como son la ansiedad y la depresión, cursan por sí solos, con síntomas que incluyen una alteración en el patrón de alimentación (aumento o disminución del apetito), por lo que es probable que sí haya síntomas en este sentido.
Específicamente, en cuanto a trastornos de la conducta alimentaria, mencionó que sí se ha observado un aumento en la prevalencia de estas condiciones. Se postula que en ello han influido las modificaciones en actividades (horarios de sueño, comida y ocio), un mayor uso de redes sociales (con un bombardeo constante sobre la importancia de la alimentación saludable, el ejercicio físico y un cuerpo fitness), además de una disminución del apoyo social.
Finalmente, la experta en psiquiatría recomendó que para cuidar la salud mental de este sector de la población se debe buscar mantener el contacto social, acatando las recomendaciones sanitarias; establecer rutinas saludables de actividades que incluyan los deberes académicos y de la casa, pero también espacios para el descanso, los pasatiempos, el ejercicio físico y el contacto con su círculo social; limitar la exposición a información que incremente la preocupación por el peso corporal, la figura o los estándares de belleza; hablar de las dudas o preocupaciones que se tengan sobre estos y otros temas, con los padres, y buscar ayuda profesional cuando algún pensamiento o emoción esté generando sufrimiento y disfunción.
“Además, reconocer los aprendizajes que esta pandemia nos ha dejado: el reconocimiento del momento presente, la aceptación de nuestra realidad y la resignificación de los acontecimientos”, concluyó.