*El impacto de la dieta occidental que prioriza carnes rojas, productos ultraprocesados y grasas saturadas está minando la salud de la población.
La tendencia de adoptar cada vez más una dieta occidental, la cual se compone mayoritariamente por productos ultraprocesados con exceso de nutrientes críticos como son grasas saturadas, azúcares, granos refinados, alcohol, sal y jarabe de fructosa derivado del maíz, combinada con una ingesta reducida de frutas y verduras, está provocando en la población un incremento de obesidad y sobrepeso, padecimientos que traen consigo otro tipo de complicaciones graves en la salud.
Así lo refirió en entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), la experta en nutrición, Dalia Marina Valadez Reyes.
Tras destacar que la alimentación equilibrada se trata de un asunto individualizado según las condiciones y necesidades de cada persona, la especialista explicó que la nutrición clínica mantiene varios enfoques, entre ellos el preventivo.
Subrayó que el tema de la prevención es donde radica la importancia de la nutrición clínica, toda vez que la intervención nutricional es clave en todo tratamiento.
A nivel metabólico, dijo, la nutrición es la base de la propia existencia, por lo que todos los seres vivos necesitamos alimentos, los cuales tienen nutrimentos que garantizan las funciones vitales.
Al referirse a la también conocida Western Diet, la catedrática de la Universidad Autónoma de Aguascalientes sostuvo que ésta es una tendencia que rompe el equilibrio, porque prioriza carnes rojas, alimentos procesados, dulces, fritos, entre otros por encima de aquellos que contienen fibra, cereales integrales, pescado, frutos secos o semillas, y las consecuencias pueden ser el sobrepeso y la obesidad, sin dejar de lado graves afectaciones para la salud.
Desde un enfoque de nutrición clínica, señaló, dichos padecimientos pueden atenderse, en primer lugar, a partir un tratamiento individualizado; tener un equilibrio energético; modificar el ambiente obesogénico; lograr estrategias que hagan posible la disponibilidad alimentaria, y el acceso de alimentos saludables; limitar los alimentos fast food y ultraprocesados; controlar en el tamaño de raciones; fomentar el estilo de vida saludable; realizar actividad física; tener una alimentación adecuada y beber suficiente agua natural al día.
La alimentación adecuada, recordó, debe contener los tres grupos de alimentos: el primer grupo con verduras y frutas; el segundo con cereales, y el tercer grupo con leguminosas y alimentos de origen animal, que es lo que muestra la representación gráfica del Plato del Bien Comer.
También se deben incluir alimentos de tipo regulador, de tipo energético y constructores. Los primeros son los que brindan un principal aporte de vitaminas y minerales (verduras y frutas); los energéticos son los que dan aporte de energía (cereales, tubérculos y las grasas de tipo saludables) y, por último, los constructores, que son los que ayudan a la formación de tejidos (proteínas de origen animal o vegetal), explicó.
Finalmente, la Maestra en Negocios Agroalimentarios, puntualizó que la nutrición es una ciencia, y la buena alimentación un arte del bien aliment-arte, así que, enfocar al paciente y orientarlo de manera específica, va a ayudar para que él o ella elijan alimentos de calidad y gocen de un estilo de vida adecuado.