Es muy común que las personas asocien sus sentimientos con la comida, se trata de un aspecto culturalmente usado desde la infancia: el premio o castigo para acceder a un dulce o postre es un aprendizaje que prevalece y que puede distorsionarse una vez que somos adultos.
Así lo explicó, en entrevista exclusiva para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), la Doctora Consuelo Alma Rosa Romero Díaz, médica y especialista en psiquiatría y manejo de adicciones, quien señaló que la comida tiene muchos símbolos entre la sociedad y uno de ellos es asociarlo directamente con las emociones.
Sin embargo, este tipo de relación puede transitar hacia un trastorno alimenticio. “Muchas veces, los papás lo consideran como que se trata de un capricho, cuando alguien quiere estar delgada y entonces deja de comer o tiene determinada conducta y piensan que es simplemente un capricho, que se le va a pasar, que es parte de la adolescencia, pero es mucho más complejo”, opinó la especialista.
Al precisar cómo surgen este tipo de padecimientos, detalló que no hay una causa específica, sino muchas situaciones que le pueden desencadenar. “Están las cuestiones genéticas, medioambientales, la familia y, obviamente, toda la presión social que predomina actualmente con el tema de la delgadez y que está provocando que se construyan mucho este tipo de enfermedades”, opinó.
La también iniciadora de la Fundación ABC de los Trastornos de la Conducta Alimentaria dijo que uno de los temas más complejos en la sociedad es el estigma social, lo que se llama la “gordofobia”.
Al respecto, consideró que es muy importante pensar que cuando uno empieza a fijarse más en la comida o a tomarla como algo para mejorar su estado de ánimo y sentirse mejor, o cuando empieza a utilizar la comida en este sentido, como premio o castigo, es fundamental empezar a considerar que hay un tema mucho más profundo y que debe ser atendido por un profesional.
Otra de las cuestiones importantes, recomendó, es establecer rutinas y respetar horarios de alimentación, dormir y ejercitarse o tener actividad física, porque todo eso contribuye a nuestra salud mental y a poder tener conciencia de que nuestro cuerpo necesita un cuidado especial.
De igual manera —continuó—, cuando nos damos cuenta que estamos con demasiado estrés o teniendo alguna conducta particular alrededor de la comida, es muy importante buscar ayuda o algún tipo de terapia y recibir apoyo para resolver determinado tema de vida que se ha tenido.
Finalmente, sostuvo que lo más importante para ayudar a niñas, niños o adolescentes en esta condición es, en primer lugar, la casa, y comenzar a cambiar un poco el lenguaje cotidiano, porque suele ocurrir que sin darnos cuenta, como adultos, se dicen muchas frases o adjetivos que pueden volverse ofensivos y, a veces, no nos damos cuenta de que como adultos empezamos a mandar este tipo de mensajes a los niños, sin contemplar que pueden ser tomados como una agresión. También, vale la pena observar cuáles son los cambios de conductas que tienen nuestras hijas e hijos y no tener miedo de acudir con algún especialista, para saber y evaluar si hay algo que le esté pasando y, entonces, atenderse lo antes posible.