*Los menores en México padecen una doble carga nutricional: obesidad y desnutrición
La crisis sanitaria derivada de la pandemia por Covid-19 en el país debe convertirse en una oportunidad para revertir la grave problemática alimenticia entre menores de edad en el país.
Lo anterior lo destacó en entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), la licenciada en Nutrición y maestra en Nutrición Clínica María Enriqueta Velázquez, quien advirtió de la doble carga que padecen los infantes en México: obesidad y desnutrición.
Ambas problemáticas, refirió, son multifactoriales, toda vez que responden a dinámicas particulares en el ámbito social, cultural y económico, tales como la falta de ejercicio y poco acceso a alimentos sanos y de calidad, además del sedentarismo provocado por la inseguridad.
En lo que se refiere a la alimentación, mencionó que con base en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018 (ENSANUT), es posible afirmar que no se tienen buenos datos de la nutrición en los menores de edad de nuestro país, toda vez que, por ejemplo, el 22.2% de los niños de 0 a 4 años (nivel preescolar) se identifica con riesgo de sobrepeso; el 35.6% de los niños escolares tienen sobrepeso y obesidad, y en los adolescentes el porcentaje sube hasta casi 40%, por lo que México es uno de los países con más prevalencia de sobrepeso y obesidad en niñas y niños.
El asunto no termina ahí –agregó-, porque a la par de que existe el problema de obesidad, también está, por otro lado, lo que se llama la doble carga de malnutrición, porque por un lado, hay niños con sobrepeso y obesidad, pero, por otro lado, también hay con anemia, talla y peso bajo.
Y es que solamente el 19.7% de los preescolares consume verduras; y prácticamente todos (preescolares, escolares y adolescentes) ingieren jugos o bebidas endulzadas no lácteas, esto es arriba del 80%, lo cual es alarmante, porque al hacerlo reemplazan otros alimentos más saludables, como verduras, frutas y leguminosas (frijoles, lentejas y habas), que solamente el 45% de la población infantil los incluye en su alimentación, aludió la nutrióloga con base en datos de la ENSANUT.
De igual manera, recordó que los padres son los responsables de que los niños tengan un balance nutricional, porque son ellos quienes escogen qué va a consumir el niño o la niña. “Un niño de cinco años no tiene el dinero o la tarjeta para ir al súper, sino los padres, sin embargo, los niños sí deciden cuánto de lo que les ofrecen sus padres van a comer”, por ello, enfatizó, es fundamental la educación en el hogar, la cual se debe de reforzar en la escuela con enseñanzas positivas de alimentación saludable
Y, por otro lado –continuó-, el ambiente que genera la sociedad y que actualmente es obesogénico por la publicidad engañosa de ciertos productos, ante lo cual se han dado grandes pasos para contrarrestar el problema, sin embargo, todavía no es suficiente.
Lo primordial, resaltó, es empezar en los primeros 1,000 días de vida, que abarca desde la concepción, hasta más o menos los 2 o 3 años de edad, y fomentar una dieta equilibrada con el objeto de prevenir el sobrepeso u obesidad y que el niño tenga buenos nutrientes; posteriormente, cuando ya nació, proporcionar la lactancia materna, que es lo que más previene esos padecimientos y el desarrollo de enfermedades crónico degenerativas no transmisibles; después, cuando el niño comienza la alimentación complementaria, es importante seguir cuidando lo que hay en su alrededor, así como durante la edad preescolar, escolar y adolescencia.
Finalmente la experta señaló que el etiquetado frontal representa un avance en lo que respecta a informar a las personas lo que consumen; sin embargo subrayó que tanto la obesidad y la malnutrición son problemáticas multifactoriales, por lo que la medida es una de las varias acciones a implementar en México.