Estrés, depresión y ansiedad alteran alimentación durante confinamiento: María Irene Rojas Subealdea

  • Confinarse genera, en algunas ocasiones, compulsión por querer comer más, asegura la experta.

Durante el encierro por la pandemia, las personas pueden sufrir alteraciones alimenticias derivadas de un estrés y ansiedad prolongados, aseguró la Máster en Psicopedagogía Clínica y en Psicoanálisis, María Irene Rojas Subealdea.

En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO),  la especialista sostuvo que las modificaciones en los hábitos pueden traer consecuencias, como los atracones, que dan una satisfacción momentánea y luego llevar a otros padecimientos.

“El encierro, en sí mismo, genera en algunas ocasiones, la compulsión por querer comer más. Como estamos en casa y estamos cerca del refrigerador, es más fácil desorganizar nuestro sistema y las horas en las que ingerimos alimento”, añadió.

La también Coordinadora de Psicología y de Psicopedagogía de la Universidad Autónoma de La Laguna dijo que derivado del confinamiento hay un riesgo de que los trastornos alimenticios y la ansiedad se agraven, sobre todo, si había antecedentes, lo que puede causar una compulsión por no comer o hacerlo desordenadamente.

Subrayó que es fundamental entender que todo trastorno alimenticio es un signo de ansiedad o depresión previa no tratada a tiempo. “Todas nuestras conductas anormales en la alimentación son síntomas, no es la enfermedad per se”, insistió.

La experta indicó que si la autopercepción visual y la sensación del propio cuerpo está distorsionada o se percibe perjudicada, es importante buscar ayuda a nivel psicológico y psiquiátrico.

“El principal consejo es acudir a un especialista serio, bien informado, que haga una detección y un diagnóstico adecuado, para que el tratamiento multisistémico también sea el apropiado”, recomendó.

Entre las señales de alerta para recurrir a una atención profesional, mencionó, están los atracones y todo lo que tiene que ver con los comportamientos anoréxicos o bulímicos, poniendo especial atención a la frecuencia con la que se den este tipo de conductas.

Otros signos de alarma, agregó, son el aislamiento social, donde se demuestra desinterés en ciertas cosas o personas; a nivel biológico, empieza a haber alteraciones de sueño o diferentes trastornos, por ejemplo, de tipo hormonal en las mujeres, la pérdida del sangrado menstrual; también la vigorexia; caída del cabello; gastritis; evacuaciones muy fuertes o problemas en la laringe, gastrointestinales o de estreñimiento.

Rojas Subealdea destacó que es muy importante entender que las personas que están padeciendo de un trastorno alimenticio suelen negar la enfermedad y no hacen conciencia, por lo que es necesaria la participación de un tercero que se dé cuenta y actúe.

Finalmente, la también conferencista precisó que si aún no se llega a un trastorno alimenticio considerado ya como una patología, es recomendable hacer ejercicio, buscar maneras de socializar, llevar rutinas, por lo menos, de lunes a viernes, y tener tres comidas bien balanceadas al día.