• La recomendación es enseñarles a comer de manera saludable para que sean personas sanas y productivas.
No hay mejor herencia para las hijas e hijos que la educación nutricional, porque no hay dinero que alcance cuando se padece alguna enfermedad y la gran mayoría de ellas son resultado del estilo de vida, señaló en entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), la licenciada en Nutrición y Maestra y Doctora en Ciencias Médicas, Karmina Sánchez Meza.
Por ello, la docente de la licenciatura en Nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colima recomendó enseñar a las hijas e hijos a comer de manera saludable para que sean personas más sanas y, por ende, más productivas, con lo cual se podrá tener un mejor patrimonio, que es lo que tal vez algunos pudieran desear para sus descendientes.
Indicó que hay muchos estudios que demuestran que los papás son los últimos en identificar el exceso de peso en las hijas e hijos y cuando se reconoce ya es demasiado excesivo u otras personas se los hicieron saber.
“Si les preguntas cómo ven a su hijo, si consideran que su peso es adecuado, el 80% de los papás va a decir que sí lo es, sin embargo, alrededor del 40% no es así, porque va a estar en riesgo de padecer sobrepeso o, incluso, ya va a tener el exceso de peso”, detalló.
Las señales de alerta, según la especialista, pudieran ser cuando al niño o a la niña no le queda la talla de acuerdo a su edad; se agita o refiere que, por ejemplo ya no lo incluyen en los deportes o no rinde.
“Eso es algo que a los papás les llama la atención porque no quieren que su hijo o hija sufra ese tipo de discriminación”, agregó.
Sánchez Meza subrayó que la obesidad es un asunto multifactorial, toda vez que hay diferentes causas que pueden influir en el peso que va a tener una persona, al tiempo que mencionó que entre los aspectos más comunes de dicha situación están el sedentarismo, el consumo excesivo de calorías, una dieta pobre en nutrientes y alta en grasas e hidratos de carbono, además de que también contribuye el tipo de alimentos que se ofrece en las escuelas, la mercadotecnia y los genes.
La especialista explicó que los casos de obesidad en niñas y niños se determinan con base en los patrones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en los cuales se identifica de acuerdo a peso y estatura por edad, si la persona rebasa los rangos permitidos o si no se desplaza mucho del promedio que deberían tener.
Sostuvo que es una enfermedad que no tiene edad, toda vez que no solo se presenta desde la infancia, sino, incluso, puede aparecer desde la gestación.
“Son niños a los que se les llama macrosómicos, que nacen con arriba de cuatro kilos, que es un peso que ya se considera que no es saludable”, añadió.
La nutrióloga explicó que es desde la etapa pregestacional donde se debe iniciar la prevención, posteriormente, en la gestación, al ser un lactante y en la niñez.
Asimismo, aseguró que para atender el problema del sobrepeso y la obesidad en la población infantil es necesario analizar el tipo de alimentos que los padres compran para la casa.
“Si llevamos comida chatarra, ¿qué van a tener los hijos en el momento que digan tengo hambre?, ¿qué voy a comer?, esa comida chatarra; en cambio, si hay fruta, comerá eso” estimó.
Una recomendación muy importante, aconsejó, es que los padres sean buenos ejemplos para sus hijas e hijos, tanto en la alimentación, como en el estilo de vida que se lleva, lo cual también incluye la actividad física.
La experta también consideró que los alimentos ultraprocesados son los que más generan ganancia de calorías, por lo que sugirió revisar las etiquetas y el valor nutrimental, especialmente de los que son secos, toda vez que no sacian aunque se coman en grandes cantidades, a diferencia, por ejemplo, de frutas y verduras, que tienen fibra y agua, lo cual ayuda a la saciedad.
Todos aquellos que tengan grandes cantidades de calorías y de grasa van a favorecer el incremento de peso corporal, precisó.
Por último, reiteró que la autoridad responsable puede hacer mucho y que los papás, desde casa, tienen una responsabilidad, pero hay cosas que no pueden controlar, por ejemplo, la oferta alimentaria que tienen los niños en las escuelas, la mercadotecnia, la disponibilidad de parques y la seguridad.