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Cereales, los preferidos por los menores… entre la salud y las ventas

Los hogares con niños entre 6 y 12 años son los que más consumen este tipo de alimentos ultraprocesados

Ciudad de México a 13 de enero de 2021.- Los cereales dulces para el desayuno son ampliamente consumidos en el país. De acuerdo con datos de la consultora Kantar Worldpanel, el 96% de las familias en el país los compran (1). No obstante, estos pueden ser perjudiciales para la salud.

Y es que estos productos, según investigaciones consultadas por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad, contienen exceso de azúcares, lo cual hace que su consumo, en algunos casos desde una cantidad pequeña, desbalancee las dietas. (2)

De hecho, un estudio de la Procuraduría Federal del Consumidor afirma que las 43 marcas de cereales analizadas, las más populares en el país, pueden aportar entre 104 y 125 kilocalorías en tan solo 30 gramos.

En la misma porción, incluyen entre 1.2 y 15.7 gramos de azúcar, lo que equivale a entre el 4.8 y el 62.8% del consumo diario recomendado por la Organización Mundial de la Salud de este nutriente (3).

El alto contenido de azúcares en este tipo de productos ultraprocesados hace que sea muy fácil que las personas no respeten este parámetro. 30 gramos de producto es apenas el 14% de una taza, por lo que es muy poco probable que una persona común consuma solo esta porción recomendada.

La Academia Americana de Pediatría, advierte que, en la población infantil, el comer y beber azúcar en grandes cantidades pone en peligro a esta población de desarrollar afecciones dentales, enfermedades del corazón, colesterol alto, presión arterial elevada, diabetes tipo 2, así como padecimientos del hígado, entre otras. (4).

Diversos estudios han probado que tener dietas bajas en azúcares lleva a la pérdida de peso, como resultado de una menor ingesta de calorías (5).  Por otro lado, el exceso de este nutriente puede llevar a desarrollar padecimientos cardíacos (6).

El mercado de los cereales en México

Cifras dadas a conocer por la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018 revelan que son los infantes de 5 a 11 años, el grupo de edad que más consume este tipo de alimentos ultraprocesados, con el 52.9% de ellos, y los que menos los consumían son los adultos, con 33.9 por ciento.

Según Kantar Worldpanel, en un hogar mexicano se compran 7 kilogramos de cereal al año (1). Son 11 veces las que se adquiere este producto anualmente, con un consumo promedio de 600 gramos.

Los cereales representan el 1.8% del gasto en productos masivos anual, lo que equivale a un expendio de $411 pesos en este alimento. Son los hogares con niños entre 6 y 12 años los que más adquieren cereales.

El sabor preferido es el de chocolate, el cual es el elegido por 7 de cada 10 familias. El líder en el mercado mexicano de cereales es Kellog’s con sus marcas Special K, Zucaritas y Choco Krispies, entre otras, indica Euromonitor Internacional.

Fuentes: 

  1. Kantar Worldpanel, 2018. El cereal es un alimento infalible en la dieta familiar. Disponible en: https://www.kantarworldpanel.com/mx/Noticias-/El-cereal-es-un-alimento-infalible-en-la-dieta-familiar
  2. Organización Panamericana de la Salud. 2019. Alimentos y bebidas ultraprocesados en Latinoamérica. Disponible en: https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/51523/9789275320327_spa.pdf?sequence=1&isAllowed=y
  3. Revista del Consumidor, enero de 2019. Disponible en: https://issuu.com/profeco/docs/revista_del_consumidor_enero_2019
  4. Corlis, J. 2014. Eating too much added sugar increases the risk of dying with heart disease. Disponible en: https://www.aappublications.org/news/2019/03/25/sugarpp032519#:~:text=Eating%20and%20drinking%20too%20much,Academy%20of%20Pediatrics%20(AAP).
  5. Howard, B y Wylie- Rosett, J. Sugar and Cardiovascular Disease. Circulation. 2002;106:523–527 https://doi.org/10.1161/01.CIR.0000019552.77778.04
  6. Yang Q, Zhang Z, Gregg EW, Flanders WD, Merritt R, Hu FB. Added Sugar Intake and Cardiovascular Diseases Mortality Among US Adults. JAMA Intern Med. 2014;174(4):516–524. doi:10.1001/jamainternmed.2013.13563

Veracruz, la entidad con mayor índice de obesidad entre adolescentes

  • El 87% de ellos consumen, de manera cotidiana, bebidas no lácteas endulzadas, como tés, jugos y refrescos, las cuales contienen exceso de calorías y azúcares

07 de enero de 2021.- Casi el 23% de los adolescentes en Veracruz padece obesidad, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2018, los datos más recientes (1).

Cabe destacar que, a nivel nacional, la media de adolescentes que padecen obesidad es de 14.3%, por lo que la entidad ubicada al oriente del país está casi 10 puntos porcentuales por encima de este indicador. Esta problemática podría vincularse, entre otras cosas, al elevado consumo de productos ultraprocesados entre este grupo poblacional.

En este sentido, los datos aportados por la Ensanut, consultados por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) resaltan que el 87% de los adolescentes veracruzanos ingieren de manera cotidiana bebidas no lácteas endulzadas, las cuales mantienen exceso de calorías y azúcares.

Este tipo de bebidas son: las aguas de fruta natural con azúcar; las de sabor industrializadas con azúcar; el atole de maíz con agua; el café con azúcar agregada, con o sin leche (cualquier tipo de leche); los jugos naturales con azúcar; los néctares o pulpas de frutas industrializados con azúcar; el refresco normal; el té con azúcar agregada y las fermentadas con lactobacilos.

Aunado a ello, se identificó que el 50.8% de quienes integran este grupo poblacional consumen botanas, dulces y postres. Son las mujeres quienes suelen adquirir un poco más este tipo de productos (51.9%) frente a los hombres (49.4%).

Lo anterior está relacionado con la tendencia a nivel nacional de sustituir comidas completas por el consumo de alimentos ultraprocesados. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha indicado que estos contienen exceso de nutrientes críticos, como sodio, azúcares y grasas, por lo que su consumo en grandes cantidades conlleva riesgos para la salud.

Esta organización afirma que México es el segundo mercado más grande en la región para estos productos, solo por detrás de Chile. En el país se consumen 522 kilocalorías a través de estos alimentos, entre los que se encuentran galletas, papas fritas, caramelos, cereales dulces y bebidas endulzadas como jugos, tés y refrescos (2).

En el periodo que va de 2009 a 2014 las ventas de estos aumentaron un 5.3% en México, informa la OPS. El aumento en ventas de alimentos industrializados es mucho mayor que el de bebidas ultraprocesadas en México. Los primeros crecieron un 7.8% en ese periodo, a comparación con el 0.1% de las bebidas.

En lo que respecta a obesidad entre adultos, esta se ha incrementado desde 2012. En hombres esta incidencia pasó de 27.9% a 32.0%; en mujeres, el incremento fue mayor, de un 8.9%, al pasar de 33.9% en 2012 a 42.8% en 2018.  En ambos casos, Veracruz se encuentra por encima de la media nacional, que es 40.2% para mujeres y 30.5% para hombres (3).

A nivel nacional, los índices tanto de obesidad como de sobrepeso se han incrementado. Actualmente, 75.2% de la población padece estas enfermedades, lo cual significa un aumento de casi 4 puntos porcentuales a comparación de 2012.

Fuentes: 

  1. Ensanut 2018, Resultado por entidad: Veracruz. Disponible en: https://ensanut.insp.mx/encuestas/ensanut2018/doctos/informes/Resultado_Entidad_Veracruz.pdf
  2. Organización Panamericana de la Salud (OPS) 2019. Alimentos y bebidas ultraprocesados en América Latina. Disponible en: https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/51523/9789275320327_spa.pdf?sequence=1&isAllowed=y
  3. Ensanut 2018, resultados nacionales. Disponible en: https://ensanut.insp.mx/encuestas/ensanut2018/doctos/informes/ensanut_2018_presentacion_resultados.pdf

Menores de edad, los más vulnerables frente a obesidad y sobrepeso: Lorena González González

La exposición de niñas y niños a campañas publicitarias de productos ultraprocesados es uno de los factores por los que este grupo poblacional es vulnerable a padecer obesidad y el sobrepeso, señaló la maestra en nutrición clínica Lorena González González.

En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad, la también jefa del departamento de Nutrición de la Universidad Autónoma de Aguascaliente, explicó que este tipo de productos que logran seducir a los menores a través de comerciales llamativos contienen, en su mayoría, calorías, azúcares, grasas, grasas saturadas y sodio; nutrientes críticos que, al ser ingeridos en exceso, pueden afectar la salud.

“Aproximadamente entre el 35 y 40 por ciento de la dieta de niñas y niños proviene de alimentos ultraprocesados, por lo que es clave modificar esta tendencia y que sus padres se ocupen por incorporarles en su dieta frutas, verduras y agua natural”, comentó.

Al referirse a los estragos que pueden ocasionar en la salud de los menores el alto consumo de estos productos, Lorena González sostuvo que el benzoato de sodio, utilizado principalmente como un conservador para enlatados y algunos lácteos, puede derivar en hipertensión arterial, mientras que el azúcar, presente en el pan dulce, refrescos y bebidas o jugos azucarados, ocasiona obesidad y diabetes.

“También tenemos a los edulcorantes, que son un sustituto del azúcar que da el sabor dulce, pero sin todas las calorías que representa está. Lo vemos, principalmente en los productos denominados light. Y, consumirlo en exceso puede alterar la microbiota intestinal, lo que modifica la sensación de saciedad, mientras que la cafeína, presente en bebidas energéticas, café, chocolate o té”, destacó.

Entre los consejos que da la experta para sustituir o aminorar en la dieta de los menores algunos alimentos ultraprocesados , están el utilizar limón, lima o vinagre para macerar o adobar; gratinar salsas con quesos bajos en grasa, en verduras y pastas; emplear el sofrito con aceite de oliva para aumentar la absorción de antioxidantes, ajo, cebolla o zanahoria; usar especias que le puedan dar un rico sabor, sin necesidad de consumir sodio y tratar de hacer la preparación al vapor, sin sumergir tanto el alimento en líquidos para que no pierda el sabor.

Por otro lado y al hablar de los esfuerzos que se hacen desde la política pública, como es el caso del etiquetado frontal, González González, sostuvo que esta nueva medida es un paso en positivo pero que de ninguna manera se puede pensar que es la solución a la problemática de obesidad y sobrepeso, ya que, dijo, es indispensable diseñar e implementar una estrategia más robusta en donde el etiquetado sea solo una de las muchas medidas.

“Está previsto que tenga resultados tan favorables, como los alcanzados en Chile, es decir, que disminuya en un 25 por ciento el consumo de alimentos ultraprocesados, esto equivale a que cada mexicano estaría consumiendo 37 calorías menos al día, lo cual, si traducimos en peso, serían dos kilos menos al año, lo que impacta para disminuir la prevalencia de obesidad”, estimó.

Finalmente consideró importante hacer hincapié en el papel que tiene el nutriólogo de concientizar a la población sobre el impacto de una buena dieta para la prevención de enfermedades, “en este caso de la pandemia más importante que también tenemos que es la obesidad, que a su vez agrava otras enfermedades crónico degenerativas”.

Caramelos, dulces y chocolates en México: entre el mercado y la salud

  • La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018 apunta que 64.6% de los niños entre 5 a 11 años consumen regularmente botanas, dulces y postres.

Ciudad de México a 6 de enero de 2021.- México es el segundo país en Latinoamérica en consumo de dulces, solo por detrás de Brasil, de acuerdo con la Cámara de la Industria Alimenticia (1). Anualmente, los mexicanos consumen 4.5 kilogramos de dulces.

Estudios consultados por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) indican que, en los primeros ocho meses de 2018, la industria de la confitería creció un 5% en volumen y 12.7% en valor, vendiendo alrededor de 18 mil millones de pesos en canales de mayoreo, según el ISCAM (Información Sistematizada de Canales y Mercados) (2).

En ese periodo fueron el mazapán, la grenetina y el chocolate las categorías con mayor crecimiento, con 15.9%, 14.7% y 14.3%, respectivamente.

Los chocolates, se ubican en la categoría más importante de la industria, representando el 31% de las ventas totales. Ese mismo año, esta creció un 5 por ciento. México ocupa el lugar 13º en producción mundial de esta golosina (3).

Por su parte, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018 apunta que 64.6% de los niños entre 5 a 11 años consumen regularmente botanas, dulces y postres. Solo el 35.4% de la población de más de 20 años es asidua a estos productos.

En el país, los caramelos y dulces proporcionan el 6.1% de las calorías aportadas por productos ultraprocesados.

Impactos en la salud de consumo de caramelos

La ingesta excesiva de estos productos puede resultar en afectaciones, pues la Organización Panamericana de la Salud advierte que los dulces, turrones, chocolate y confitería en general tienen exceso de azúcares libres, lo cual hace que, en grandes cantidades, sean nocivos para la salud (4).

En Latinoamérica, el 8% de la energía alimentaria aportada por productos ultraprocesados proviene de caramelos y chocolates, lo cual es una proporción alta, solo por debajo de las bebidas gaseosas, las galletas, así como los jugos y bebidas endulzadas.

El problema llega al considerar que las calorías que aportan este tipo de alimentos son, en su mayoría, vacías y que contribuyen al consumo excesivo de azúcar en la dieta del mexicano.

Y es que en México se consumen alrededor de 365 kilocalorías al día provenientes de este nutriente, de los cuales 238 son azúcares libres o agregados. Lo anterior, representa un 12.5% de la energía total consumida, lo cual sobrepasa la recomendación de la Organización Mundial de la Salud, que indica que lo ideal es que el 5% de la energía provenga de este nutriente (5).

Esta sobreingesta se relaciona con un aumento poco sano del peso, desarrollo de diabetes e hipertensión, así como con enfermedades cardiovasculares. En este sentido, una investigación publicada en Estados Unidos encontró una asociación entre una dieta alta en azúcar y mayores probabilidades de morir de enfermedades del corazón.

Dicho estudio longitudinal, que siguió a un conjunto de personas por 15 años, concluyó que las personas que consumían entre el 17 al 21% de sus calorías a través de azúcares añadidos, tenían 38% más riesgo de morir de complicaciones cardíacas (6).

Cabe resaltar que caramelos y chocolates aportan el 11% de los azúcares presentes en alimentos ultraprocesados, así como el 9% de las grasas totales y el 13% de las grasas saturadas, según datos de la Organización Panamericana de la Salud.

Fuentes: 

  1. Confitexpo, 2020. ¿Cuál es el escenario de dulces típicos mexicanos actualmente? Disponible en:https://www.confitexpoinforma.com/2019/11/12/cual-es-el-escenario-de-los-dulces-tipicos-mexicanos-actualmente/
  2. Expansión, 2018. La industria confitera le planta cara al aumento del precio de azúcar. Disponible en: https://expansion.mx/empresas/2018/11/23/la-industria-confitera-le-planta-cara-al-aumento-azucar
  3. Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sostenible y la Soberanía Alimentaria, 2020. Industria del cacao en México. http://www.cedrssa.gob.mx/post_industria_del_-n-cacao_en_mn-xico-n.htm
  4. OPS, 2019. Alimentos y bebidas ultraprocesados en América Latina. Disponible en: https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/51523/9789275320327_spa.pdf?sequence=1&isAllowed=y
  5. Tania G Sánchez-Pimienta, Carolina Batis, Chessa K Lutter, Juan A Rivera, Sugar-Sweetened Beverages Are the Main Sources of Added Sugar Intake in the Mexican Population, The Journal of Nutrition, Volume 146, Issue 9, September 2016, Pages 1888S–1896S, https://doi.org/10.3945/jn.115.220301
  6. Yang Q, Zhang Z, Gregg EW, Flanders WD, Merritt R, Hu FB. Added Sugar Intake and Cardiovascular Diseases Mortality Among US Adults. JAMA Intern Med. 2014;174(4):516–524. doi:10.1001/jamainternmed.2013.13563

Aspectos psicológicos pueden contribuir a una mala alimentación

  • El estrés, la depresión e incluso la personalidad son factores que también inciden.
  • En tiempos de confinamiento, muchas personas han aumentado de peso por factores emocionales.

Ciudad de México a 30 de diciembre de 2020.- La obesidad y el sobrepeso, al ser enfermedades multifactoriales, no tienen una causa única. La Organización Mundial de la Salud ha apuntado que los ambientes en los que se desenvuelven los individuos, así como la cultura y economía personales juegan un rol en el desarrollo de estos padecimientos.

Diversos estudios consultados por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) indican que también influyen desde la personalidad, hasta factores como el estrés y la depresión. Es así que quienes tienen un tipo de personalidad impulsiva encuentran más difícil mantener un peso sano, pues los requerimientos de actividad física constante y moderación en los alimentos son difíciles para ellos (1).

Igualmente, se ha comprobado que mientras que el estrés agudo inhibe el apetito, el estrés crónico genera que se libere cortisol, lo cual incrementa el hambre y produce que las personas prefieran alimentos altos en grasas y en azúcar (2).

Lo anterior ha sido más visible en el periodo de confinamiento a causa de la pandemia por COVID-19. En México, según el Instituto Mexicano del Seguro Social la obesidad infantil será un reto para la Salud Pública, pues se han agravado los malos hábitos de alimentación, así como el sedentarismo. Además, señala que deben tomarse en cuenta los aspectos psicológicos del encierro y cómo estos afectarán a niñas y niños (3).

Por otra parte, se ha encontrado que la depresión está relacionada con exceso en el peso. Análisis sugieren que las personas con obesidad extrema tienen cinco veces más probabilidades de haber tenido un episodio depresivo en el año anterior, comparado con los de peso promedio (4).

De igual manera, un tercio de los candidatos a cirugía bariátrica reportaron sintomatología depresiva durante el periodo inmediato anterior a la operación, mientras que el 50% de ellos indicaron haber sufrido esta afección mental durante todas sus vidas (5).

Según datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), en 2017, 32.5% de los mexicanos mayores de 12 años habían experimentado algún sentimiento de depresión (6).

El trastorno por atracón, un problema al alza

Este trastorno psicológico se caracteriza porque las personas consumen alimentos como una manera de manejar o atenuar sus emociones negativas, lo cual está ligado con la ansiedad, que las desencadena y hace que algunas personas coman de más o en grandes cantidades (7).

De tal forma que algunos individuos tienden a comer compulsivamente, lo cual es un problema al alza en México. De acuerdo con la especialista de la Facultad de Psicología de la UNAM, Cecilia Silva Gutiérrez, entre el 16 y el 51% de los pacientes que acuden a consultas nutricionales presentan trastorno por atracón (8).

Si estas cifras se toman como punto de referencia junto a las tasas de obesidad, se puede concluir que la afección va en aumento. En México, 75.2% de la población presenta sobrepeso u obesidad, lo cual se ha incrementado de manera constante desde 2012.

Silva Gutiérrez apunta a que el rango de edad de las personas con este comportamiento se ha ampliado, pues cada vez gente más joven y de edad avanzada lo presenta, cuando antes era común solo en adultos jóvenes y adolescentes.

Asimismo, otro estudio realizado en México afirma que 20.7% de los adolescentes estudiados presentan adicción a la comida, siendo las mujeres las más propensas a ello y siendo mucho más común en las personas que ya padecen sobrepeso u obesidad (9).

Fuentes:

  1. Sutin, A. R., Ferrucci, L., Zonderman, A. B., & Terracciano, A. (2011). Personality and obesity across the adult life span. Journal of Personality and Social Psychology, 101(3), 579.  
  2. Sinha, R., & Jastreboff, A. M. (2013). Stress as a Common Risk Factor for Obesity and Addiction. Biological Psychiatry, 73(9), 827–835. doi:10.1016/j.biopsych. 2013.01.032  
  3. IMSS, 2020. Después del confinamiento, se deberán detectar y atender casos de obesidad infantil. Disponible en: http://www.imss.gob.mx/prensa/archivo/202006/408
  4. Onyike CU, Crum RM, Lee HB, et al. Is obesity associated with major depression? Results from the Third National Health and Nutrition Examination Survey. Am J Epidemiol. 2003;158(12):1139–47. [Research Support, U.S. Gov’t, P.H.S.] 
  5. Pawlow LA, O’Neil PM, White MA, et al. Findings and outcomes of psychological evaluations of gastric bypass applicants. Surg Obes Relat Dis. 2005;1(6):523–7.
  6. INEGI, 2019. Salud mental. Disponible en: https://www.inegi.org.mx/temas/salud/
  7. Bennett, J., Greene, G., & Schwartz-Barcott, D. (2013). Perceptions of emotional eating behavior. A qualitative study of college students. Appetite, 60, 187–192. 
  8. DGCS UNAM, 2018. HAY MÁS COMEDORES COMPULSIVOS EN MÉXICO. Disponible en: https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2018_678.html
  9. Carlos, Milton & Guevara Valtier, Milton & Ruíz-González, Karla & Luis, Arturo & Pacheco-Pérez, Luis & Melchor, Jesús & Santos-Flores, Jesús & Cruz, Patricia & Belén, Ana & García, Sánchez. (2019). Adicción a la comida y estado nutricional en adolescentes de una preparatoria pública en México. Enfermeria Global. 19. 1-10. 10.6018/eglobal.370021.     

Accesibilidad a alimentos sanos, clave en el combate al sobrepeso y la obesidad: nutrióloga Leticia López Posada

Aun cuando el sobrepeso y la obesidad son multifactoriales, es fundamental que los primeros esfuerzos para contrarrestar la enfermedad estén orientados a garantizar a toda la población el acceso a alimentos saludables, consideró la maestra en Nutrición Clínica, Leticia López Posada.

En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), dijo que cada quien escoge su dieta y es libre, sin embargo, en México no todos pueden elegir qué es lo que quieren comer.

Precisó, que intervienen varios factores en la obesidad y el sobrepeso. “Aquí juega un papel importante la cultura alimentaria, nuestra percepción corporal, cómo se constituye la familia, los modelos de belleza que tenemos en nuestro país y en el mundo, así como el acceso a alimentos.

«Son muchas aristas en las que se puede ver, por ejemplo, si dormimos bien o no, eso va condicionando que, tengamos o no, algunos de estos padecimientos”, agregó.

La especialista también señaló que son buenas iniciativas la incorporación de la materia de educación en alimentación y nutrición, así como el nuevo etiquetado en alimentos, siempre y cuando vayan acompañadas de educación en nutrición para las familias y la regulación en escuelas de la venta de comida chatarra, bebidas azucaradas y de “todos esos productos que no son alimentos, pero solo nos aportan calorías vacías”.

“Aquí hablamos de cuestiones que tienen que suceder a nivel poblacional, pero también todo lo que pasa dentro de la familia, que es donde se toman las decisiones que van afectando la salud de las personas o ayudándoles”, explicó.

López Posada, quien también se ha desempeñado como docente por 20 años a nivel licenciatura y maestría, subrayó que entre las causas de los altos índices del sobrepeso y obesidad en México están la falta de una estructura en la alimentación, la economía, la carestía de algunos alimentos, la poca educación en nutrición y la escasa conciencia del cuidado de la salud a través de la comida.

“Es un conjunto de cosas del ambiente macro, todo lo que sucede en el país y el mundo con respecto a la demanda de la compra de alimentos, pero también, en un ambiente micro, todo lo que sucede en la familia, la falta de organización, ingresos que no alcanzan para comidas que sean adecuadas para la salud, la estructura de la familia donde la mamá trabaja y hay poco tiempo para la preparación de alimentos, son muchos los factores”, sostuvo.

Respecto a las consecuencias o repercusiones en la salud de las personas, señaló que en el caso del sobrepeso hay una parte estética, pero también empiezan algunas complicaciones, porque es el espacio donde se empiezan a gestar la hipertensión, diabetes y dislipidemia, que es el aumento de lípidos en la sangre.

La obesidad, continuó, se caracteriza por la aparición de muchas comorbilidades, “se han descrito más de 52 enfermedades que complican o se agregan a la obesidad, que van desde asuntos tan sencillos como la alteración del sueño, y roncar mucho, hasta cuestiones de vida o muerte, lo que llamamos síndrome de apnea obstructiva del sueño, diabetes descontrolada, mayor riesgo de cáncer, lo cual ponen en riesgo nuestra salud, desde el primer kilo de peso que tenemos encima, hasta 20 o 30 que podamos tener de más”.

En este contexto, recomendó estructurar una vida más saludable, a través del aumento de la actividad física, el cuidado del sueño y poner atención en el tamaño de las porciones. “En realidad no hay alimentos buenos o malos, todos conforman nuestra dieta; yo creo que más bien tendríamos que aprender a regular nuestro estilo de vida para poder prevenir o trabajar contra estas enfermedades”.

Comentó que solo es cuestión de nivelar y que no sea parte del día a día. “Tenemos herramientas como la jarra del buen beber que nos indica cuántos vasos de agua, café o bebidas azucaradas debemos tomar. Aquí no es todo o nada, simple y sencillamente hacer uso de esas herramientas que tenemos como población y basarnos en ellas, donde todo se hace con la medida justa y parte importante de esto para no dejar de consumirlo, es aumentar la actividad física”.

La licenciada en Nutrición y Ciencia de los Alimentos hizo énfasis en la importancia de construir estilos de vida más saludables y conocer la historia de la persona, saber cuáles son sus posibilidades económicas, su ambiente social y las circunstancias antes de agregar o quitar alimentos en la dieta.

“No es un asunto en donde no tengamos responsabilidad a nivel individual, tenemos una responsabilidad conjunta, el estado puede hacer muchísimo, las políticas, las empresas pueden hacer mucho, pero si el individuo no quiere, no va a suceder y viceversa, es responsabilidad de ambas partes”, enfatizó.

En este fin de año cuidado con el colesterol y los triglicéridos

  • Dislipidemias un riesgo en aumento.
  • Reducir el consumo de alimentos ultraprocesados puede ayudar a controlar la problemática

Ciudad de México a 27 de diciembre de 2020.- El 19.5% de la población adulta en México presenta dislipidemias, según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2018). Esto representa un aumento de 6.5% en tan solo seis años, pues en 2012 esta cifra era de 13 por ciento.

Las dislipidemias, también llamadas hiperlipidemias, son trastornos en los niveles de lípidos en la sangre, caracterizadas principalmente por aumentos de colesterol y de triglicéridos, referidos médicamente como hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia (1).

Diversos estudios consultados por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) señalan entre las causas más frecuentes de estos padecimientos el estilo de vida sedentario, la diabetes mellitus, el consumo excesivo de alcohol y afecciones como el hipertiroidismo, la insuficiencia renal crónica y la cirrosis hepática.

De manera relevante, se ha encontrado que la ingesta elevada de colesterol, así como de grasas saturadas y trans, presentes en productos ultraprocesados y alimentos como las mantecas de origen animal o la carne de cerdo, están relacionadas con el desarrollo de dichas enfermedades.

También se identificó que alrededor del 50% de los mexicanos, en todos los grupos de edad, consumen grasas saturadas de forma excesiva (2) y particularmente con mayor frecuencia en zonas urbanas que en rurales, y en estratos socioeconómicos altos.

Una de las explicaciones para ello es que, en hogares con deciles de ingreso más altos, se consumen más alimentos ultraprocesados que tienen mayores contenidos de nutrientes críticos como grasas y azúcares (3).

Asimismo, algunas investigaciones han encontrado una relación significativa entre la ingesta de azúcares añadidos y el desarrollo de dislipidemias (4), así como de una predisposición a desarrollar sobrepeso, obesidad y otras enfermedades crónicas no transmisibles.

De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, en su estudio Alimentos y bebidas ultraprocesados en América Latina, más de la mitad de la grasa total y de las grasas saturadas presentes en este tipo de alimentos proviene de las galletas, la margarina, aceites y grasas para untar, los snacks dulces y salados y los dulces.

En México, las galletas son el segundo producto industrializado más consumido, solo por detrás de las bebidas azucaradas. Los snacks dulces y salados ocupan el lugar 5 y los dulces el 8 en cuanto a aportación de calorías a la dieta a través de ultraprocesados

Fuentes: 

  1. Miguel Soca, Pedro Enrique. (2009). Dislipidemias. ACIMED, 20(6), 265-273. Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1024-94352009001200012&lng=es&tlng=es.
  2. Nancy López-Olmedo,et al. “Usual Intake of Added Sugars and Saturated Fats Is High while Dietary Fiber Is Low in the Mexican Population”, The Journal of Nutrition, Volume 146,Issue 9, September 2016, Pages 1856S–1865S, https://doi.org/10.3945/jn.115.218214
  3. Aburto TC, Pedraza LS, Sánchez-Pimienta TG, Batis C, Rivera JA. Discretionary foods have a high contribution and fruit, vegetables, and legumes have a low contribution to the total energy in take of the Mexican population. J Nutr 2016;146(Suppl):1881S–7S.
  4. Welsh JA, Sharma A, Abramson JL, Vaccarino V, Gillespie C, Vos MB. Caloric sweetener consumption and dyslipidemia among US adults. JAMA. 2010 Apr 21;303(15):1490-7. doi: 10.1001/jama.2010.449. PMID: 20407058; PMCID: PMC3045262.

Incrementa consumo de bebidas alcohólicas, azucaradas y refrescos en temporada navideña

  •  El alto consumo de estos líquidos genera obesidad y efectos adversos en la salud.

Ciudad de México a 23 de diciembre de 2020.- En México se consumen 163 litros de bebidas azucaradas al año, en promedio, por persona, entre las que figuran los refrescos, tés, y jugos (1). Al mismo tiempo, se beben 4.4 litros de alcohol por persona de manera anual y en promedio, de acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública (2).

Su ingesta en exceso puede afectar la salud, pues estas contienen altas cantidades de azúcares, carbohidratos y calorías. En épocas navideñas, su consumo tiene un repunte, pues el 11% del gasto familiar se destina a este rubro, ya que como señala Kantar Worldpanel, los festejos giran en torno a la comida y la bebida.

Si bien existen algunas opciones bajas en calorías, las bebidas alcohólicas más comunes, como la cerveza, son fuente de carbohidratos. Asimismo, los licores y destilados suelen ser altos en azúcares. Por ejemplo, en 30 mililitros de Baileys podemos encontrar 6 gramos de azúcar. Algunos otros licores contienen 46 gramos de este nutriente por cada 10 mililitros, por lo que su ingesta debe ser moderada (3).

Cabe señalar que muchas veces el alcohol es mezclado con refrescos y bebidas azucaradas, lo cual incrementa su aporte calórico. Lo anterior hace que sea muy fácil que las personas ingieran calorías de más a través de líquidos.  

Beber este tipo de productos está relacionado con aumentos pocos sanos del peso corporal. Estudios consultados por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) indican que las personas que consumen con moderación o que son bebedores ocasionales tienen índices de masa corporal y circunferencias de cintura más bajos que los que son bebedores habituales (4).

Igualmente, las bebidas azucaradas y su sobreingesta están relacionadas con el desarrollo de enfermedades como síndrome metabólico e hipertensión, así como con la diabetes. Quienes consumen en exceso estos productos tienen entre 26 y 31% más riesgo de padecer esta última que quienes no lo hacen (5).

En lo que se refiere a licores, se ha encontrado que ingerir alcohol más de siete veces a la semana está asociado con un mayor riesgo de padecer diversas enfermedades, entre ellas, obesidad y sobrepeso. Esto es especialmente cierto en el caso de mujeres y consumo de cerveza, pues se demostró una relación positiva entre ello y altos índices de adiposidad (6).

En México, la ingesta de alcohol se relaciona con cinco de las 10 principales causas de muerte: enfermedades cardiovasculares, accidentes de tránsito, patología cerebrovascular, cirrosis hepática, homicidios y lesiones en riña (7).

Las bebidas en fiestas decembrinas

La consultora Kantar Worldpanel afirma que, a excepción de un año en el que se juegue una Copa del Mundo, diciembre es el mes en el que se consume más cerveza en México. De igual manera, aumentan las ventas de whisky, ginebra, vodka, ron, tequila, destilados y brandy (8). En el periodo que va del 24 al 31 de diciembre se realiza el 46% del gasto en estos.

68.8% de la población mexicana consume bebidas alcohólicas, según datos de Consulta Mitofsky (9). Más de la mitad de los mexicanos (55.6%) inició el consumo de estos productos antes de cumplir los 18 años.

Durante la cena navideña, las bebidas más consumidas son el ponche (41.3%), la sidra (22.1%), y el refresco (13.8%) (10).

Fuentes: 

  1. Théodore, Florence L., Ilian Blanco–García, Clara Juárez–Ramírez. «¿Por qué tomamos tanto refresco en México? Una aproximación desde la interdisciplina.» Interdisciplina 7, n° 19 (septiembre–diciembre 2019): 19-45. doi: http://dx.doi.org/10.22201/ceiich.24485705e.2019.19.70286
  2. INSP. Alcoholismo: una relación tóxica. Disponible en: https://www.insp.mx/avisos/5128-dia-uso-nocivo-alcohol.html#:~:text=En%20M%C3%A9xico%2C%20el%20consumo%20de,fines%20de%20semana.
  3. Health Au. Sugar content in alcohol – best & worst. Disponible en: https://health.com.au/healthflash/health-food-diet/sugar-content-in-alcohol-best-worst
  4. MacInnis RJ, Hodge AM, Dixon HG, et al. Predictors of increased body weight and waist circumference for middle-aged adults. Public Health Nutr. 2014;17:1087–97. doi: 10.1017/S1368980013001031.
  5. INSP. Consumo de refrescos, bebidas azucaradas y el riesgo de obesidad y diabetes.
  6. Traversy, G., & Chaput, J. P. (2015). Alcohol Consumption and Obesity: An Update. Current obesity reports, 4(1), 122–130. https://doi.org/10.1007/s13679-014-0129-4
  7. Catalan, H.  y Moreno E. 2016. Consumo de bebidas alcohólicas en México.Un enfoque de adicción racional.
  8. Kantar Worldpanel. ¿En qué gastan los mexicanos en diciembre?
  9. Consulta Mitofsky. El mexicano y su relación con las bebidas alcohólicas.
  10. Profeco. Cena navideña: cuánto se gasta.

El gran reto de las industrias: las ventas y la salud de los consumidores

  • Se dispara consumo de productos ultraprocesados en Latinoamérica
  • La ingesta excesiva está vinculada con el aumento de la obesidad y el sobrepeso en la región.

Ciudad de México a 20 de diciembre de 2020.- El consumo de alimentos ultraprocesados ha ido en aumento en Latinoamérica, lo cual coincide con el incremento en los índices de sobrepeso y obesidad en la región.

El Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) consultó diversos estudios que señalan el incremento en las ventas de estos alimentos de manera constante en la pasada década. Al mismo tiempo, los patrones sanos de alimentación están siendo reemplazados de manera rápida en países de ingresos medios y bajos (1).

Los productos industrializados contienen mayores cantidades de azúcares, grasas, grasas saturadas y sodio, al tiempo que son bajos en fibra, minerales y vitaminas. También son más energéticamente densos, formulados para ser más agradables al paladar y para formar hábitos (2).

De hecho, aunque la ingesta energética en Latinoamérica fue de 1959 calorías diarias en promedio, la mayor parte de estas vienen de carbohidratos (54%) y grasas (30%). Más del 25% de toda la energía proviene de alimentos altos en azúcares y grasas como pastelillos, papitas, dulces, panes y bebidas azucaradas (3).

De igual manera, solo el 18% de lo consumido viene de fuentes ricas en fibra y nutrientes, como los granos, frutas y verduras, frijoles, pescados y nueces.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) refiere en su estudio “Alimentos y bebidas ultraprocesados en América Latina” que las ventas de estos productos aumentaron un 8.3% entre 2009 y 2014, lo cual significa que pasaron de 406 kcal per cápita por día a 441 kcal. Entre 2015 y 2019, la previsión era que se incrementaran otro 9.2%, pasando a 482 kcal per cápita/día (4).

Cabe destacar que la obesidad y el sobrepeso han sido relacionados directamente con el sobreconsumo de alimentos industrializados, sin embargo, es importante recordar que estas son enfermedades multifactoriales en las que elementos como la genética, la economía y la cultura tienen un rol importante.

La situación en México

En 1999, en el país se compraban 199 kilogramos de alimentos procesados al año por persona. En la actualidad, de acuerdo con información dada a conocer por el Instituto Nacional de Salud Pública, son 214 kilogramos.

Los azúcares añadidos aportan 12.5% de la energía total a la dieta, alrededor de dos veces más que los azúcares intrínsecos. Los productos procesados y empaquetados como los snacks, pasteles y postres contribuyen el 25% de estos nutrientes (5).

Estudios elaborados al respecto, advierten que el 63.3% de la población excede la recomendación de consumo de grasas saturadas y 87,5% exceden la sugerencia de ingesta de azúcar diaria (6).

Dicho desequilibrio de las dietas está relacionado con la presencia excesiva de productos ultraprocesados en la alimentación. En este sentido, los más consumidos en el país son, en orden descendente por su aporte calórico a la dieta: refrescos y bebidas azucaradas, galletas (bizcochos) pasteles y postres, panes industriales, snacks dulces y salados, jugos y bebidas endulzados, salsas y aderezos, caramelos (dulces), cereales endulzados para el desayuno y yogur endulzado con aromatizantes, informa la OPS.

Entre 2012 y 2018 los índices de obesidad y sobrepeso en el país aumentaron casi 4 puntos porcentuales en el caso de las personas mayores de 20 años. Estas cifras pasaron de 71.3% de la población a 75.2%, señala la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición.

Este fenómeno se repite en el caso de los niños. Entre los mexicanos de 5 a 11 años de edad, en 2012 la proporción de quienes sufrían estas enfermedades era de 34.4 por ciento. En 2018, fue 35.6 por ciento.

Fuentes: 

  1. Monteiro CA, Moubarac J-C, Cannon G, Ng S, Popkin BM (2014). Ultra-processed products are becoming dominant in the global food system. Obesity Review, Suppl 2:21-8. doi: 10.1111/obr.12107
  2. OPS, 2014. Fact Sheet on Consumption of Ultraprocessed Foods.
  3. Kovalskys I, Fisberg M, Gómez G, Pareja RG, Yépez García MC, Cortés Sanabria LY, Herrera-Cuenca M, Rigotti A, Guajardo V, Zalcman Zimberg I, Nogueira Previdelli A, Moreno LA, Koletzko B; ELANS Study Group. Energy intake and food sources of eight Latin American countries: results from the Latin American Study of Nutrition and Health (ELANS). Public Health Nutr. 2018 Oct;21(14):2535-2547. doi: 10.1017/S1368980018001222. Epub 2018 May 31. PMID: 29848396.
  4. OPS, 2019. Alimentos y bebidas ultraprocesados en Latinoamérica.
  5. Juan A Rivera, Lilia S Pedraza, Tania C Aburto, Carolina Batis, Tania G Sánchez-Pimienta, Teresita González de Cosío, Nancy López-Olmedo, Andrea Pedroza-Tobías, Overview of the Dietary Intakes of the Mexican Population: Results from the National Health and Nutrition Survey 2012, The Journal of Nutrition, Volume 146, Issue 9, September 2016, Pages 1851S–1855S, https://doi.org/10.3945/jn.115.221275
  6. INSP 2016, Dietary intake and adequacy of energy and nutrients in Mexican older adults: results from two National Health and Nutrition Surveys.

Simplista afirmar que sobrepeso y obesidad son solo por mala alimentación: especialista José Luis Castillo

Considerar que las únicas causas del sobrepeso y la obesidad son la alimentación inadecuada o excesiva y la inactividad física es una declaración simplista y muy sencilla, estimó el maestro en Salud Pública y Licenciado en Nutrición José Luis Castillo Hernández.

El académico de carrera en la Facultad de Nutrición de la Universidad Veracruzana explicó que ello generalmente se asocia al modelo culpatogénico de la enfermedad, porque responsabiliza a las personas de su propia situación de salud, cuando hay determinantes estructurales que están contribuyendo a estos padecimientos.

En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), subrayó que los factores estructurales, y especialmente el entorno alimentario, es decir, el contexto físico, económico, político y sociocultural, son determinantes entre la interacción de los consumidores y el sistema alimentario, por lo que recomendó transitar hacia modelos agroecológicos de producción que no dañen el ambiente, dejar de utilizar agroquímicos, volver a utilizar abonos orgánicos, dejar de usar pesticidas, así como tener una reorganización de los mercados.

Para ello, es necesario transformar esas cadenas agroalimentarias largas y promover cortas, es decir, que los alimentos se consuman lo más cerca de donde que se producen. Esto permitiría que sean más naturales, fomentaría el consumo y la producción local, además de activar el mercado laboral.

Sin embargo, estas son solo algunas acciones a impulsar, ya que el sobrepeso y la obesidad también son consecuencia de los ambientes obesogénicos, de factores o determinantes sociales, económicos, políticos y sociales, así como componentes genéticos, reiteró.

El también representante de la Universidad Veracruzana en la Presidencia de la Red Mexicana de Universidades Promotoras de la Salud mencionó que antes de la pandemia México ya tenía una sindemia muy delicada, en donde convivían los problemas relacionados con las carencias de la nutrición y las enfermedades crónicas no transmisibles, como el sobrepeso y la obesidad. Al llegar la COVID-19 se evidenció esta vulnerabilidad.

“Se ha visto que dentro de las principales causas de mortalidad asociadas a COVID-19 en la población en general están, en primer lugar, la hipertensión; en segundo lugar la obesidad y, en tercer lugar, la diabetes. Entonces las personas con estos padecimientos tienen más posibilidad de morir en caso de que contraigan la enfermedad”, precisó.

Castillo Hernández consideró que es por estos entornos alimentarios que se promueve el consumo de alimentos no saludables, “de lo que llamamos productos ultraprocesados”, que contienen grandes cantidades de grasas, entre ellas, ácidos grasos trans, sal y azúcar y que están disponibles en todas partes, son los productos que están más cercanos, que tienen una gran demanda.

En América Latina, México y Chile son los países con más venta y mayor demanda de estos productos, que son altamente obesogénicos y promueven muchas enfermedades; ante ello, no es fortuito que estos países hayan adoptado una nueva ley de etiquetado frontal de los alimentos, tratando de desestimular el consumo de este tipo de productos, añadió.

Por ello, sostuvo, es necesario promover entornos alimentarios donde haya más accesibilidad, tanto física como económica, de alimentos saludables, sanos y promotores de la salud.

Mencionó que el alto valor calórico que contienen los ultraprocesados, la falta de ejercicio y la inactivación física aportan concentraciones de grasa en las personas, pero, además, reiteró, las patologías predominantes en México son las enfermedades crónico no transmisibles asociadas al sobrepeso y la obesidad, como la diabetes mellitus, hipertensión arterial y dislipidemias y estos productos contribuyen a agravar sus condiciones patológicas.

“Cuando las personas tienen una acumulación excesiva de grasa en la circunferencia de cintura, conocida como obesidad central, hay más posibilidades de desarrollar insulinorresistencia y posteriormente, diabetes”, agregó. Igualmente, comentó que la diabetes se encuentra dentro de las primeras causas de morbilidad y mortalidad en México, junto con las enfermedades cardiovasculares, que también están asociadas al sobrepeso y la obesidad, sobre todo a consecuencia de las dislipidemias, es decir, niveles elevados de colesterol malo y triglicéridos, así como una disminución del colesterol bueno, lo cual es marcador de riesgo para padecer hipertensión arterial.

Para el también doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, el incremento en el consumo de productos ultraprocesados se debe a que ya están preparados y listos para consumir y no requieren ninguna técnica de preparación y han venido a desplazar la alimentación tradicional de los mexicanos.

“Lo que se trata con estas cadenas agroalimentarias cortas es rescatar la cultura alimentaria de la población; que consuman los alimentos que tradicionalmente habían consumido, de acercarlos física y económicamente, porque también es cierto que muchos de los productos naturales que se producen en las regiones son mas caros que los productos ultraprocesados”, reconoció.

Entre algunas de las medidas que deberían considerarse para disminuir los índices de sobrepeso y obesidad, destacó que es necesario promover la soberanía alimentaria; impulsar una política de producción de alimentos que fomente la alimentación saludable; incentivar políticas que estimulen la producción de alimentos en pequeños productores y regular la producción de alimentos dañinos para la salud, así como su promoción para el consumo.

“Tendríamos que legislar, pero también vigilar que se cumpla la legislación y hacer una gran campaña de información”, enfatizó.

“Tenemos una población que no tiene acceso ya no digamos a una alimentación nutritiva sana y que promueva su bienestar, sino que no tienen qué comer. La política pública y la regulación si no va acompañada de sistemas de vigilancia y cumplimiento y una campaña de orientación dirigida a la población, no tiene éxito”, resaltó.

En este sentido, habló sobre la importancia de implementar campañas de comunicación que lleguen a la población, sobre todo, a aquellos sectores que son más vulnerables para mandarles mensajes, donde no hay acceso a las redes sociales o internet. “Se necesitarían campañas, estrategias de comunicación efectiva a través de los medios no convencionales también de información”, detalló.

Finalmente, sugirió a la población seleccionar los alimentos menos procesados y preferir los más naturales; evitar o disminuir el consumo de azúcar y productos a base de harinas refinadas e incrementar el de frutas, verduras, cereales y leguminosas de manera combinada; además de caminar y promover la construcción de entornos habitacionales con áreas destinadas a la promoción de la salud, como parques y mercados expendedores de alimentos producidos a nivel local.

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