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Sobrepeso y obesidad infantil, riesgo de diabetes

  • En México, 26% de niñas y niños de 9 años tienen obesidad
  • Una de las principales causas del sobrepeso y la obesidad en los menores es el consumo de alimentos procesados con altos niveles de azúcar, grasas trans y sal

En nuestro país se estima que el 24% de niñas y niños de 8 años presentan sobrepeso, en tanto que el 26.1% de los de 9 años tienen obesidad; el 19.6% de niñas y niños de 5 a 11 años de edad presentan sobrepeso, en tanto que la prevalencia de obesidad es del 18.6% de los escolares, de acuerdo a información consultada por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO).

Esto representa, según refiere la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2020 sobre Covid-19 (Ensanut), una tendencia al alza al compararse con mediciones anteriores, siendo la región Centro del país donde se observó la más alta prevalencia tanto de sobrepeso, como de obesidad, con un 26.8% y 24%, respectivamente. (1)

También resalta que las botanas, los dulces y los postres fueron consumidos por el 56.6% de los escolares encuestados.

Por su parte, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha referido que México se encuentra entre los primeros lugares en obesidad infantil en el mundo. Y es que, de acuerdo con el organismo internacional, entre los principales factores que propician la obesidad y el sobrepeso en niñas y niños están la baja actividad física y el consumo en exceso de alimentos procesados con altos niveles de azúcares, grasas trans y sal. (2)

Para dimensionar la problemática del sedentarismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que más del 80% de los adolescentes en edad escolar de todo el mundo —en concreto, el 85% de las niñas y el 78% de los niños— no llegan al nivel mínimo recomendado de una hora de actividad física al día. (3)

Para la OMS, la obesidad infantil se asocia con una mayor probabilidad de padecer obesidad, muerte prematura y discapacidad en la edad adulta. Además, los niños con sobrepeso y obesidad sufren dificultades respiratorias, mayor riesgo de fracturas e hipertensión y presentan marcadores tempranos de enfermedades cardiovasculares, resistencia a la insulina y afectaciones psicológicas. (4)

Este panorama, a su vez, trae como consecuencia un aumento en la prevalencia de diabetes entre menores. De acuerdo a información publicada en la Gaceta UNAM, antes de los años 90 del siglo pasado, de cada 100 pequeños con diabetes, únicamente el 2% correspondía a la tipo 2 (enfermedad en la que los niveles de glucosa o azúcar en la sangre son demasiado altos); sin embargo, hoy en día es 22 veces mayor la problemática, lo cual, desde la perspectiva de algunos especialistas, es grave, porque específicamente esa modalidad del padecimiento sí es prevenible, no así la tipo 1 (en la diabetes tipo 1, el páncreas no produce insulina). (5)

La revista Physiology & Behavior publicó datos de un estudio realizado en niñas y niños sobre la razón de su preferencia por alimentos dulces, un gusto que suele disminuir en la adolescencia y se atenúa bastante en la madurez. (6)

El resultado del análisis reveló que los menores de entre 11 y 15 años a los que les gustaban más los dulces tenían niveles más elevados de un biomarcador asociado con el crecimiento óseo, lo cual, en opinión de algunos científicos, significa que la preferencia por los sabores dulces se debe al desarrollo rápido que aumenta las necesidades calóricas del organismo infantil, de manera que este buscaría fuentes de energía rápida. De hecho, se comprobó que cuando los marcadores de crecimiento óseo disminuyen con el paso de los años, también se reducen las preferencias por los alimentos muy dulces.

Fuentes

1. Secretaría de Salud / Instituto Nacional de Salud Pública. (2021). Encuesta Nacional de Salud de Salud y Nutrición 2020 sobre Covid-19 Resultados Nacionales. Enero, 2022, de Secretaría de Salud / INSP Sitio web: https://ensanut.insp.mx/encuestas/ensanutcontinua2020/doctos/informes/ensanutCovid19ResultadosNacionales.pdf

2. UNICEF. Sobrepeso y obesidad en niños, niñas y adolescentes. Enero, 2022, de UNICEF Sitio web: https://www.unicef.org/mexico/sobrepeso-y-obesidad-en-ni%C3%B1os-ni%C3%B1as-y-adolescentes

3. Organización Mundial de la Salud (OMS). (2019). Un nuevo estudio dirigido por la OMS indica que la mayoría de los adolescentes del mundo no realizan suficiente actividad física, y que eso pone en peligro su salud actual y futura. Enero, 2022, de Organización Mundial de la Salud Sitio web: https://www.who.int/es/news/item/22-11-2019-new-who-led-study-says-majority-of-adolescents-worldwide-are-not-sufficiently-physically-active-putting-their-current-and-future-health-at-risk

4. Organización Mundial de la Salud. (2021). Obesidad y sobrepeso. Enero, 2022, de OMS Sitio web: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/obesity-and-overweight#:~:text=El%20sobrepeso%20y%20la%20obesidad%20se%20definen%20como%20una%20acumulaci%C3%B3n,la%20obesidad%20en%20los%20adultos.

5. UNAM. (2021). Acecha la diabetes tipo 2 a la niñez. Enero, 2022, de Gaceta UNAM Sitio web: https://www.gaceta.unam.mx/acecha-la-diabetes-tipo-2-a-la-ninez/

6. Physiology & Behavior . (2009). Un marcador de crecimiento difiere entre los adolescentes con una preferencia alta o baja en el azúcar. Enero 2022, de Physiology & Behavior Sitio web: https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0031938408003946

Fundamental una educación alimentaria para la prevención de enfermedades: Arturo Gómez Pedraza

Para evitar diversos problemas de salud, es necesario tener una educación alimentaria, consideró en entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), el licenciado en Nutrición y maestro en Nutrición Aplicada, Arturo Gómez Pedraza. 

El también especialista en Docencia explicó que la educación alimentaria y nutricional se basa en estrategias que se pueden utilizar para favorecer el apego a tratamientos, modificar hábitos, conductas alimentarias y distintos comportamientos, con el propósito de mejorar el estado de salud del individuo.

Señaló que ello forma parte de una concientización, puesto que hablar de educación alimentaria o nutricional trae consigo aspectos relacionados con el cambio de hábitos y conductas, lo cual implica no únicamente decir hay que hacer o dejar de hacer tal cosa, sino que van de la mano de una acción que lleve al logro de un objetivo y eso es parte del impacto de la educación en la nutrición.

El docente en diversas universidades del estado de Yucatán consideró que uno de los principales problemas alimentarios y nutricionales en México es el enfoque dirigido única y exclusivamente a la atención de las enfermedades y no del paciente como ser humano.

Asimismo –agregó-, se puede hablar de la escasez o la abundancia alimentaria, toda vez que no hay un punto medular, puesto que son aspectos multicausales, por ejemplo, aquellos relacionados con la inflación, es decir, el aumento en el costo de la canasta básica y, en contraparte, el sector de la población que sí tiene fácil acceso a los alimentos y elige cierto tipo de comida o de conductas, por ejemplo, la dieta occidental, cuyo enfoque tiene que ver con el aumento en el consumo de alimentos ultraprocesados, azúcares simples, grasas saturadas y sodio y la disminución de antioxidantes y fibra, entre otros, lo cual puede generar el desarrollo de enfermedades crónico no transmisibles.

El experto en nutrición opinó que la educación alimentaria debe comenzar a una edad temprana con el ejemplo que se da en la casa. “Enseñar hábitos saludables permitirá que el niño pueda ir aprendiendo desde la infancia y esto es un proceso que se da de forma indirecta, por medio de lo que hacen sus padres, hermanos, y el entorno que le rodea”, añadió.

Por ello –continuó-, es fundamental que la educación alimentaria comience desde pequeñitos, cuando pueden observar ese ejemplo, tratando de evitar un “ambiente obesogénico” y considerando que esos mismos hábitos que sigue el niño, posiblemente, a la edad adulta pueda fomentar a su alrededor.

Para disminuir los problemas de sobrepeso y obesidad en niñas y niños en edad escolar, recomendó aumentar el consumo de vegetales frescos y frutas, beber más agua y adecuar las porciones de proteínas de acuerdo al requerimiento del infante; de igual manera, realizar actividades lúdicas, que impliquen un mayor movimiento e incentivar, en la escuela y en la casa, la práctica de algún deporte, de tal manera que no lo vean como algo obligatorio, sino como un acto que le dará diversión 

No obstante, subrayó, esto tiene que ver más con la parte conductual, por lo que sugirió evitar los premios (hablando específicamente de alimentos). “No porque el niño haya a realizado alguna tarea o actividad, se le premie con una rebanada de pastel, una paleta o algo así, sino que se debe motivar desde otros contextos y ello podría ayudar”, mencionó.

También es importante favorecer los espacios de convivencia familiar, considerando que la elección de los alimentos puede entrar por las emociones, por el amor que exista en casa, apuntó.

Finalmente, hizo referencia a algunas políticas públicas que se han aplicado en otros países con resultados favorables para atender esta problemática, por ejemplo que un requisito para que las familias puedan recibir algún apoyo de tipo económico por parte del gobierno es imperativo que el niño tenga un peso saludable y no presente sobrepeso u obesidad. 

En México, es necesario continuar con el apoyo a escuelas, especialmente, donde haya mayor escasez alimentaria, para poder favorecer una buena alimentación en los infantes, concluyó.

¿Depresión de fin de año?, una alimentación sana puede ayudar

• Alimentarse bien, hidratarse y reconocer las emociones ayudan a prevenir este padecimiento

Mantener una salud, tanto física como mental, es resultado de varios factores, sin embargo, uno de los más relevantes es la alimentación, ya que esta puede influir en la probabilidad de padecer depresión o ansiedad.

Información consultada por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) revela que el vínculo entre el estado de ánimo y la dieta se da a partir del sistema nervioso entérico (SNE), el cual, entre sus múltiples funciones, se encarga de regular los impulsos de hambre y saciedad.

Si bien los especialistas afirman que una depresión severa no puede ser remediada de forma exclusiva con la ingesta de ciertos alimentos, también existe evidencia de que el consumo excesivo de grasas saturadas, bollería industrial y carnes rojas o procesadas altera el funcionamiento del sistema nervioso entérico, también conocido como el “segundo cerebro” por su influencia en el estado de ánimo.(1)

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es un trastorno mental común, siendo la principal causa mundial de discapacidad y provocando más afectación a la mujer que al hombre, además de poder llevar al suicidio. Se estima que atañe a un 3.8% de la población mundial, incluidos un 5% de las y los adultos y un 5.7% de la población mayor de 60 años. (2)

El médico psiquiatra y autor de varias obras, Sergio Rojtenberg, señala que este padecimiento se caracteriza por el decaimiento del estado de ánimo, la disminución de la autoestima y de la capacidad de experimentar placer. La depresión –afirma- tiene manifestaciones: a) afectivas, en donde prevalecen sentimientos de tristeza y melancolía, además de una pérdida general del interés; b) cognitivas, caracterizadas por un patrón de pensamientos distorsionados sobre sí mismo y los demás; y c) conductuales, afectando la conducta alimentaria, la forma de dormir, el deseo sexual, las relaciones interpersonales y la capacidad para resolver problemas de la vida diaria. (3)

Por su parte, un artículo de iMedPub Journals menciona que para reducir la aparición y evolución de los síntomas depresivos los expertos recomiendan consumir grupos de alimentos y nutrientes como Omega 3 y evitar azúcares refinados y grasas saturadas, toda vez que el estilo de vida que llevan las personas tiene influencia sobre la evolución y pronóstico de esta enfermedad, pues se ha encontrado que quienes incluyen alto consumo de frutas y vegetales en su dieta obtienen mayor puntuación en los test cognitivos y disminuyen el riesgo de padecer depresión. (4)

Esta última ha estado relacionada con el aumento en la adiposidad y el riesgo de padecer obesidad, lo que lleva a las personas a tener enfermedades cardiometabólicas como diabetes tipo 2.

Considerando que la depresión puede ser un padecimiento crónico, diversos estudios mencionan que ésta podría estar asociada a mayor índice de masa corporal (IMC; calculado como kg/m2), mayor ingesta calórica, menor calidad en la dieta y sedentarismo. (5)

La ventaja de reconocer los riesgos a tiempo puede prevenir la depresión. Se sugiere realizar actividad física, mantener una alimentación saludable, hidratarse constantemente, así como reconocer las emociones, fortalecer los vínculos familiares y afectivos y recurrir a atención médica oportuna.

Fuentes

1) Sara Santoyo Salgado. (2019). El consumo de grasas saturadas y carnes rojas incrementa el riesgo de sufrir una depresión. Diciembre de 2021, de MediQuo / remediosdesaludcaseros.com Sitio web: https://remedioscaserosdesalud.com/riesgo-de-sufrir-una-depresion

2) Organización Mundial de la Salud. (2021). Depresión. Diciembre 2021, de OMS Sitio web: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/depression

3) SCielo. (2015). Las emociones y la conducta alimentaria. Diciembre 2021, de SCielo Sitio web: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S2007-48322015000302182&script=sci_arttext

4) y 5) iMedPub. (2016). Depresión y Calidad de la Dieta:. Diciembre 2021, de iMedPub Sitio web: https://www.archivosdemedicina.com/medicina-de-familia/depresion-y-calidad-de-la-dieta-revision-bibliografica.php?aid=8859

Controla tu peso en estas fiestas navideñas

  • Los sentimientos de recompensa suelen traducirse en la ingesta de porciones más grandes, a lo que se suma menos ejercicio y consumo de alimentos con mayor carga calórica.

Ciudad de México, 15 de diciembre de 2021.- Alrededor del mundo y particularmente en las sociedades occidentales, las festividades navideñas y de cierre de año implican la convivencia a partir de comidas y cenas con platillos tradicionales y de temporada, escenario perfecto en el que la mayoría de las personas adultas ganan entre el 2 y 4 por ciento de su peso. (1)

Este fenómeno, de acuerdo con información consultada por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), responde a la alteración de la vida cotidiana de las personas, quienes además de encontrarse en ambientes con mayor oferta de alimentos, también tienden a aminorar su actividad física y buscar satisfacer, por la vía de la comida, el sentimiento de recompensa y celebración por llegar a fin de año e iniciar uno nuevo. 

Algunos expertos aconsejan que para aminorar la subida de peso durante la temporada navideña y de fin de año se realicen algunas acciones sencillas, como puede ser asistir a las reuniones después de tener un refrigerio o snack saludable, por ejemplo de frutas, nueces o almendras, bajo la lógica de que una vez en la fiesta se tenga menor capacidad para tentaciones navideñas. (2)

Asimismo, comer alimentos poco saludables en porciones pequeñas y optar por porciones más grandes de platillos más sanos que contengan verduras, aderezos bajos en grasas, galletas y pan integrales. 

También sugieren que se consuma menos alcohol, toda vez que éste puede llegar a tener más calorías, incluso que algún platillo de temporada.

Una variable más que no debe pasar desapercibida es que durante esta temporada se incrementa el estrés ante la presión de cumplir con expectativas sociales y aumentan los casos de depresión, circunstancia que puede traer consigo alteración de los hábitos alimenticios y sedentarismo.  

La Escuela de Medicina de Harvard sostiene que hay 3 componentes que hacen posible no ganar peso durante las festividades del mes de diciembre: 1) pesarse regularmente y registrar los resultados, 2) acatar estrategias específicas de control de peso y 3) informarse sobre cuánta actividad física se necesitaría para quemar las calorías consumidas en las comidas y brindis típicos de las fiestas. (3)

Fuentes

1.- Weight Gain over the Holidays in Three Countries

September 22, 2016. The New England Journal of Medicine https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMc1602012

2.- Avoiding holiday weight gain. Be Well – Stanford. https://bewell.stanford.edu/avoiding-holiday-weight-gain/

3.- Yes, you can avoid weight gain over the holidays! Harvard Health Publishing. https://www.health.harvard.edu/blog/yes-you-can-avoid-weight-gain-over-the-holidays-2019112518309

Una alimentación consciente para vivir mejor: Darinca Marcella Hernández González

La alimentación juega un papel muy importante en nuestras emociones y salud mental, toda vez que no solo se trata de un acto fisiológico, sino de consciencia, es decir, de reflexionar sobre la elección de los alimentos que se ingieren, la razón de hacerlo y la introspección de las emociones personales y su relación con ellos, señaló en entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), Darinca Marcella Hernández González, licenciada en Nutrición y Maestra en Psicología Clínica y Psicoterapia.

Es lo que se denomina como alimentación consciente –explicó-, donde se puede decir que hay una relación entre la emoción y el alimento que se consume, es decir, la sensación que se produce y que, en un momento dado, va a ser fundamental para la elección de los mismos, y viceversa, cómo la comida también va a regir las sensaciones de una persona.

La también profesora e investigadora en la Universidad Autónoma de Campeche subrayó que en el tema de alimentación es importante reflexionar si estamos comiendo por una necesidad fisiológica o una necesidad emocional.

Consideró que entre la alimentación y los aspectos psicológicos hay una relación psicodinámica, donde puede darse, por un lado, una conexión entre un platillo y una situación emocional, en la que la experiencia que se deriva puede marcar la elección o no de una comida específica y, por otra parte, cuando una persona prefiere determinado ingrediente en un alimento -azúcares, por ejemplo- y eso detona a cierta hiperactividad o algún malestar digestivo.

En este sentido, puntualizó que el tipo de alimentos sí influye en determinadas situaciones psicológicas.  “Hay evidencia de que el consumo de alimentos específicos, como el exceso de azúcares o de grasas saturadas, influye, de cierta manera, en el aspecto hormonal, aunque no es el único factor que defina esa reacción”.

Por otro lado, la especialista hizo referencia al impacto que tiene la alimentación en la  salud mental en el contexto de las fiestas de fin de año, donde dijo que es un tema que tiene que ver con la sensibilidad y responsabilidad, donde las personas tienden más a cuidar su dieta.

En la cuestión de la pandemia, puntualizó, sin lugar a dudas, la alimentación tiene gran importancia, porque se ha visto el alto impacto en secuelas y en personas que no sobrevivieron al Covid por los hábitos alimenticios y los padecimientos que tenían, principalmente, la obesidad y las enfermedades crónico degenerativas. Además, agregó, hay otro aspecto en el que los efectos que dejó va a limitar el sentido del gusto y la preferencia ante ciertas comidas.

En cuanto a la relación entre el sobrepeso, la obesidad y la salud mental dijo que eso tiene que ver más con la parte emocional, es decir, con los rasgos que pudieran limitar la calidad de vida. “Si yo soy una persona depresiva o ansiosa, pueden haber circunstancias que incrementen la tendencia a conductas alimentarias de riesgo para tener obesidad, como comer en exceso, rasgos de trastornos por atracón u otros factores asociados a esos padecimientos”, mencionó.

Finalmente, la experta hizo algunas recomendaciones estratégicas para lograr prevenir un trastorno de conducta alimentaria y ser más conscientes de nuestra alimentación: identificar si se come por una necesidad fisiológica o se trata de un tema emocional, donde se busca una recompensa o una satisfacción; comer en un tiempo prudente, no de manera rápida porque no se da tiempo a que el cerebro registre que se ingirió alimento, y no tener cerca el teléfono móvil o la televisión, toda vez que ver algún mensaje o programa pudiera provocar un tipo de tensión y afectar la cantidad de alimento que se ingiere.

Cuidar la flora intestinal para envejecer mejor

  • Los hábitos alimenticios, cruciales para un intestino sano.
  • Para obtener una buena salud digestiva, se recomienda mantener una dieta variada; reducir el consumo de carne  

 procesada e ingerir grasas de buena calidad.

Los hábitos alimenticios poco saludables comprometen el desarrollo de una microbiota intestinal sana en la adultez, lo que sumado al deterioro de las funciones del tubo intestinal a lo largo de la vida, en mayor o menor medida, afectan el sistema inmunológico e inflamatorio y pueden influir en la longevidad de las y los individuos, además de contribuir a generar condiciones crónicas de salud durante la vejez.

Información consultada por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) revela que la dieta es un factor preponderante en la preservación y cuidado de los microorganismos del intestino; en suma, nuestra microbiota modula el proceso de envejecer. (1)

Un estudio publicado en la Revista Española de Geriatría y Gerontología destaca que las personas que han podido envejecer de mejor forma mantienen bastante estable la composición de su flora intestinal entre la tercera y la séptima décadas de la vida, aun cuando la capacidad funcional de la misma disminuya. Asimismo, concluye que es posible modificarla en sentido positivo, actuando directamente a través de la dieta. (2)

Por otro lado y de acuerdo a diversos especialistas, es un hecho que la microbiota también resulta afectada por muchos otros factores, además de los cambios fisiológicos que ocurren con la edad, como pueden ser algunas enfermedades e igualmente por el empleo de determinados fármacos, fundamentalmente los antibióticos, pues estos disminuyen los microorganismos beneficiosos e incrementan los patógenos resistentes. 

Algunos padecimientos que afectan el tubo intestinal y que pueden modificar la composición de la microbiota son la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn (inflamación intestinal); entre los metabólicos están la diabetes mellitus tipo 2 y la obesidad. Además, los cambios en el microambiente intestinal se han asociado a muchas enfermedades comunes, como las cardiovasculares, el síndrome del intestino irritable, la obesidad y el asma. (3)

En los últimos años, diversas publicaciones especializadas parecen demostrar que las leches fermentadas, principalmente el yogur, ejercen una influencia positiva en la calidad de vida en las personas de edad avanzada, incluso algunos estudios muestran que el mayor consumo de yogures se asoció a un menor desarrollo de síndrome metabólico en sujetos de alto riesgo cardiovascular.

Otros hallazgos destacan que la reducción de la diversidad de la flora intestinal y de sus capacidades metabólicas en edades avanzadas, tales como el bajo nivel de ácidos grasos, pueden conducir a incrementos del tiempo del tránsito intestinal (estreñimiento). (4) 

Al mismo tiempo, la microbiota es considerada como un nuevo factor implicado en el manejo del peso corporal, al participar en el metabolismo energético a través de la dieta y en la regulación del almacenamiento de la grasa corporal o en el control de la oxidación de los ácidos grasos. En contraste, parece ser que los cambios en los microorganismos o bacterias que se encuentran en el intestino también pueden jugar un papel decisivo en la anorexia nerviosa, con la grave pérdida de peso que se produce, incluso en los trastornos mentales (ansiedad y depresión) que se asocian. (5)

Ante tal escenario, expertos han recomendado que para obtener una buena microbiota intestinal y una salud digestiva se debe: evitar el estrés, el consumo de tabaco y alcohol, así como el sedentarismo; dormir lo suficiente; hacer ejercicio; mantener una alimentación diversa en frutas, verduras y fibra; reducir el consumo de azúcares refinados, grasas saturadas y carne procesada; incluir alimentos fermentados y grasas de buena calidad, además de cocinar de forma saludable. (6)

Fuentes:

1.- José Manuel Ribera Casado. “Microbiota intestinal y envejecimiento: ¿un nuevo camino de intervención?” Revista Española de Geriatría y Gerontología, Volumen 51, Issue 5, 2016, páginas 290-295. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0211139X16000147?casa_token=6ARSgspCXT8AAAAA:jeCntOz1sOj7l-p4NF4f3dXi-IvRTUr2cwUO6Ofp-zJP4Kt8S1xJuZFnDOBlZXSYs5YkrEb-yq3K

2.- Ibidem.

3.- Ibidem.

4.- Contreras AR, Cabrera RI. “Microbiota intestinal y envejecimiento”. Geroinfo. 2020;15(1).

https://www.medigraphic.com/cgi-bin/new/resumen.cgi?IDARTICULO=95980

5.- Juan Sebastián Domingo y Clara Sánchez Sánchez. “De la flora intestinal al microbioma”. Rev. Española de Enfermedades Digestivas. vol.110 no.1, Madrid, ene. 2018.

https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1130-01082018000100009

6.- Fundación Española del Aparato Digestivo. “Una microbiota sana protege frente a gérmenes y refuerza el sistema inmunitario intestinal”. 29 de mayo de 2020.

https://www.saludigestivo.es/una-microbiota-sana-protege-frente-germenes-refuerza-sistema-inmunitario-intestinal/

Un sistema alimentario seguro debe ser abordado de manera multisectorial: Livia Zamora Contreras

  • La inseguridad alimentaria empeora la dieta de las personas, al presentarse diversas situaciones de malnutrición.

El sistema alimentario seguro, en el que se garantice la disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y utilización de los alimentos, es un desafío muy complejo que debe ser abordado de forma multisectorial, señaló en entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), la licenciada en Nutrición y maestra en Ciencias Alimentarias, Livia Natalia Zamora Contreras. 

En este contexto, la docente y responsable del Observatorio en Seguridad Alimentaria y Nutricional Región Xalapa, de la Facultad de Nutrición de la Universidad Veracruzana, hizo referencia a los cuatro pilares en los que se fundamenta la seguridad alimentaria.

El primero, explicó, habla sobre la disponibilidad de los alimentos principalmente los de la canasta básica, lo cual se refiere a la producción y existencia para su consumo; el segundo es sobre la accesibilidad, lo que significa  que estén a la disposición, en todo momento, para que las personas tengan acceso físico y económico para poder comprarlos.

La aceptabilidad y consumo son las características del tercer pilar, el cual es un poco más complicado porque en él se mezclan diversos factores, como los patrones de consumo, las costumbres, la escolaridad, así como los conocimientos y concepciones que tienen las personas acerca de los alimentos; en tanto que el cuarto pilar es el referente a su utilización y aprovechamiento biológico, lo cual tiene que ver con los efectos o problemáticas y enfermedades que surgen a partir de ingerirlos, detalló.

Por ello, consideró que cualquier estrategia para combatir la inseguridad alimentaria debe tener un enfoque transdisciplinario, donde estén involucrados diversos equipos y que se realice un trabajo intersectorial. 

La especialista apuntó que en las diferentes regiones se puede manifestar incertidumbre con la afectación de algún pilar, al observarse fenómenos como la volatilidad y alza en los precios de los alimentos de la canasta básica, así como la dificultad para tener acceso a ellos, lo cual puede derivarse de desastres naturales, estados de sequía, pérdida de la producción de los alimentos, además de los desperdicios que surgen a partir de su procesamiento, manejo, transporte y almacenamiento. 

“La transición alimentaria y nutricional que hemos padecido tiene una infinidad de determinantes, tanto económicos, políticos, sociales y culturales”, puntualizó.

En un estudio reciente acerca del estado de la seguridad alimentaria realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en 2020, precisó, se menciona que hay 690 millones de personas que padecen hambre en el mundo, lo que representa aproximadamente el 8.9% de la población mundial.

Y, derivado de la pandemia por Covid-19 –continuó-, a todos los efectos que se están presentando, principalmente económicos, podrían sumarse entre 83 y 132 millones más de habitantes que se encuentran subalimentados o padeciendo algún tipo de hambre. 

Asimismo, la especialista reconoció que la inseguridad alimentaria empeora la dieta de las personas, pudiéndose presentar situaciones de malnutrición, en sus diversas formas, que pueden ser estados de desnutrición, por carencia de alimentos o de nutrientes, así como también la contraparte: sobrepeso, obesidad y todas las enfermedades que derivan de estos padecimientos. 

En México por ejemplo, precisó, una de las varias consecuencias de la inseguridad alimentaria es la obesidad y el sobrepeso. “Según algunos datos, en 2018, aproximadamente el 75.2% de las y los adultos mexicanos de 20 años o más padecen sobrepeso y obesidad y con ello se observa que se está reflejando la inseguridad alimentaria en los ciudadanos” agregó.

Por otro lado, la experta habló sobre la tarea que lidera desde el Observatorio en Seguridad Alimentaria y Nutricional Región Xalapa, de la Facultad de Nutrición de la Universidad Veracruzana, el cual se conformó desde el año 2011 y surgió a partir de la necesidad de realizar un diagnóstico integral de la situación alimentaria en el ámbito local. 

Toda la información que se genera desde las diferentes dependencias gubernamentales e instituciones privadas es recolectada y sistematizada para elaborar diagnósticos integrales, explicó, y con ello, el observatorio pone a disposición del público en general, investigadores y, principalmente, de los tomadores de decisiones, herramientas visuales, a partir del mapeo de los 212 municipios que integran a Veracruz, donde se puede ver el comportamiento de los diferentes indicadores de los pilares de la seguridad alimentaria.

Uno de los proyectos del Observatorio que destacan es el mapa que permitirá visualizar con indicadores específicos, cuáles son los municipios más vulnerables en sufrir inseguridad alimentaria y nutricional, en el estado de Veracruz, y el cual está previsto sea un método para evaluar las estrategias de alimentación, que se implementen en la entidad, concluyó.

Conoce más sobre el trabajo del Observatorio en Seguridad Alimentaria y Nutricional.

Obesidad y sobrepeso, una antesala a la diabetes: Mariana Navarro Tovar, Nutrióloga

  • Las personas con aumento del tejido graso abdominal deben monitorearse ante la posibilidad de padecer diabetes.

Aun cuando la diabetes es un padecimiento multifactorial, la obesidad y el sobrepeso son un factor de riesgo para sufrir esta enfermedad que se asocia con una deficiencia absoluta o relativa de la producción de la insulina, así lo refirió en entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), Mariana Navarro Tovar, Licenciada en Nutrición y Máster Internacional en Nutrición y Dietética con especialidad en Nutrición Clínica.

La también docente de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí habló sobre la prevalencia de esta enfermedad en México, y dijo que además de los adultos, cada vez más, menores de edad comienzan a adquirir este padecimiento, en algunas ocasiones de forma hereditaria, otras por inactividad física o por una mala alimentación.

Respecto a la dieta, la especialista advirtió la importancia de controlar el número de calorías que se consumen bajo la lógica de no aumentar de peso y con ello la adiposidad en el cuerpo, derivado de un proceso inflamatorio que termina por influir en la capacidad metabólica para producir insulina.

“Lo que sucede con las personas que son diagnosticadas con diabetes tipo 2 es que al comer carbohidratos de más, se genera un exceso de glucosa que circula en la sangre, por lo que se presenta toda la sintomatología y daños”, explicó quien también es presidenta fundadora del Colegio de Nutriólogos de San Luis Potosí, A.C.

El primer indicio, destacó, es el tejido graso, principalmente el acumulado en la región abdominal. “Cuando tenemos exceso de grasa corporal es necesario hacerse revisiones frecuentes, más aún si hay una carga familiar importante, es decir, si los padres, abuelos o tíos presentan diabetes. Esos serían los dos factores que hay que estar revisando: el incremento considerable de peso y en caso de que haya ese aumento de peso hacerse controles regulares en cuanto a la glucosa, y el aspecto hereditario”, consideró. 

En cuanto a la dieta para este sector poblacional indicó que no debe ser diferente a lo que es la recomendación de una dieta saludable. “En realidad, se deben incluir todos los grupos de alimentos, cuidando las cantidades en las que se consumen, pero siguiendo las mismas reglas: que sea completa en cuanto a los grupos;  suficiente, en cuanto a las cantidades de nutrientes en general, tanto calorías, como nutrientes específicos; equilibrada; inocua, y variada, que son los parámetros para la dieta de un paciente que padece diabetes”, precisó.

Sin embargo, detalló, los alimentos industrializados altos en calorías y azúcar pueden  generar un incremento importante de glucosa: todo lo que tiene que ver con carbohidratos simples y refinados o procesados, por ejemplo, azúcar de mesa; jugos, incluso naturales; golosinas; panadería, en general, y todos aquellos empacados a base de cereales y azúcar son los que hay que evitar o reducir el consumo en un paciente con diabetes.

Al señalar la relación entre la diabetes y la obesidad la experta mencionó que una de las principales causas de la diabetes tipo 2 es el exceso de tejido adiposo. “Al tener mucho tejido adiposo se presentan algunas situaciones de procesos inflamatorios; la resistencia a la insulina, que está muy asociada al incremento del tejido graso, permite que se desarrolle, como tal la diabetes, o que la termine de potencializar. Esto significa que entre más tejido graso se tiene, hay más posibilidades de presentar la resistencia a la insulina”, agregó.

Por último, recomendó acercarse siempre acercarse a expertos en la materia, ya que no hay nada mejor que una estrategia individual en cuanto a la prescripción de la dieta, así como lo que implica: el acompañamiento y asesoramiento. En la población en general que padece diabetes, resaltó, lo más importante es mantener una dieta correcta y de calidad; reducir lo más posible los productos empacados y preferir los alimentos naturales; hacer los tres alimentos del día (desayuno, comida y cena) y si es posible, dos colaciones, además de mantenerse activos físicamente, sin descuidar la prescripción médica.

¿Qué tan saludables son los bocadillos “saludables”?

  • Se han desarrollado productos supuestamente más nutritivos, pero que pueden contener más azúcares, sodio o grasas que otros.

Comer bocadillos entre comidas es un hábito saludable que aporta distintos beneficios, como controlar el hambre y mantener estable el metabolismo y el nivel de energía. Sin embargo, de acuerdo con información consultada por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), la clave está en el tipo de alimento y en la aportación nutricional o ingredientes críticos que contengan.

En ese sentido y ante la búsqueda constante de las personas por una mejor alimentación, se encuentran en el mercado diversos productos para satisfacer estas necesidades, los cuales suelen anunciarse como “saludables”, cuando en realidad pueden contener más azúcares, sodio o grasas que otros. 

Un estudio realizado por la Revista del Consumidor señala que las barras de cereal se han convertido en un snack de moda, fácil de llevar y que suele consumirse como refrigerio, donde la oferta es grande y las marcas comercializan distintas formulaciones: con trigo, maíz, avena, arroz, frutas secas, jarabe de maíz, miel, azúcar, soya, chocolate, amaranto, quinoa y chía, entre otros; no obstante algunas se exceden en azúcares y/o grasas, nutrientes de los que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado disminuir su consumo. (1)

En este análisis realizado a 22 marcas se determinó el contenido total de sacarosa, glucosa, fructosa y lactosa debido a que es alto (hasta un 41 % por barra) y provienen de la adición de azúcar, mieles o jarabes, como el de alta fructosa o de agave u otros ingredientes.  Asimismo, se verificó el aporte calórico de las muestras, inclusive de las que dicen “sin azúcar adicionada”. Algunas sustituyen al azúcar por jarabe de agave, que proporciona el mismo aporte calórico que el azúcar (4 kcal por gramo), otras la sustituyen por polialcoholes (maltitol o sorbitol) equivalente a aproximadamente 2.4 kcal por gramo, mientras que otras añaden miel de abeja que aporta las mismas calorías que el azúcar.

Cabe destacar que una estrategia utilizada por algunas empresas de alimentos e identificada por especialistas es la de utilizar el término “saludable” en el etiquetado y promoción de productos que no lo son tanto.

En el mes de mayo de este año, en Estados Unidos, la Food and Drug Administration (FDA), órgano encargado de regular, entre otras cosas, los alimentos, abrió un proceso público para que los expertos actualicen el uso de dicho calificativo, con la idea de que las fórmulas e ingredientes tengan, de manera probada, una efecto beneficioso para la salud. (2)

Sobre la ingesta de bocadillos, la Escuela de Salúd Pública de Harvard revela que hay varias motivaciones para comerlos: hambre, cultura social / alimentaria, por distracción, aburrimiento, inseguridad alimentaria, así como el marketing, siendo los consumidores emocionales y los que se encuentran bajo estrés psicológico quienes suelen comer bocadillos con mayor contenido calórico. (3)

En lo que se refiere a las recomendaciones para un buen bocadillo, diversos especialistas sostienen que una porción de éstos debería ser suficiente para satisfacer la necesidad, pero no al grado de interferir con el apetito en la comida o agregue demasiadas calorías. Una regla general es apuntar a alrededor de 150-250 calorías por bocadillo, lo cual equivale a una manzana con una cucharada de mantequilla de maní o un queso en tiras con 6 galletas integrales. 

Respecto a los hábitos que los mexicanos tienen al hacer un refrigerio o colación, la consultora en mercados Kantar destaca que el 33% de los hogares consume frutas al mediodía y el 21% lo hace a media tarde, mientras que para finalizar el día y después de cenar, comen un pan y lo acompañan con su bebida predilecta, ya sea caliente o fría. (4)

Fuentes:

  1. Revista del Consumidor. (2019). Barras de cereal. Oct. 2021, de PROFECO Sitio web: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/474901/ESTUDIO_DE_CALIDAD_BARRAS_DE_CEREAL.pdf
  2. Use of the Term Healthy on Food Labeling. https://www.fda.gov/food/food-labeling-nutrition/use-term-healthy-food-labeling
  3. The Science of Snacking  https://www.hsph.harvard.edu/nutritionsource/snacking/
  4. Kantar. (2019). 33% de los mexicanos prefieren comer fruta al mediodía. Nov. 2021, de KANTAR Sitio web: https://www.kantar.com/latin-america/inspiracion/consumidor/33-de-los-mexicanos-prefieren-comer-fruta-al-mediodia

Más ansiosos y menos felices: resultado de lo que comemos

  • Pastelillos, helados, pizzas y hamburguesas en exceso podrían producir estrés y ansiedad.

A pesar de ser sabrosos y, en algunos casos, parecer reconfortantes, los productos ultraprocesados con alto contenido de grasas, sodio y azúcares, consumidos en exceso, podrían estar allanando el camino a mayor estrés y ansiedad y por ello, afectar la salud mental.

Lo anterior, lo advierte la investigación consultada por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) en la que especialistas observaron que en el reciente contexto de la pandemia por Covid-19, las personas que aumentaron su ingesta de postres, galletas, tartas, brownies, rosquillas, helados, papas fritas, así como alimentos de restaurantes de comida rápida como McDonald’s, Burger King y Domino’s, alteraron sus rasgos cognitivos y de apetito, circunstancia que terminó por impactar perjudicialmente en su estado de ánimo. (1)

Una explicación, aportada por otro estudio llevado a cabo en Estados Unidos y publicado en el Journal of Medicinal Food revela la conexión primordial entre el intestino y el cerebro, la cual radica en la capacidad del primero para producir, a partir de una microbiota sana, neurotransmisores como son la dopamima y serotonina, los cuales influyen en el estado de ánimo. (2)

Bajo esa lógica, refieren los expertos, tener una nutrición balanceada con base en alimentos naturales como son frutas, vegetales, pescado, huevos, nueces, semillas, frijoles, legumbres y fermentados como el yogur, mejora la calidad de microbiota en el intestino y con ello la salud mental, circunstancia que se revierte cuando los excesos de grasas, sodio y azúcares alteran dichos componentes bacterianos.

Las investigaciones en la materia son recientes, siendo una de las pioneras la hecha en Australia y Nueva Zelanda de un ensayo denominado “Smiles”, de 2017, cuando especialistas dividieron en dos a un grupo de personas que padecían depresión clínica y que refirieron mantener una dieta occidental, es decir, consumían alimentos azucarados, carnes procesadas, bocadillos salados, y muy poca fibra, proteínas magras, o frutas y vegetales. (3)

Al primer grupo se les brindó una atención rutinaria en términos psicológicos y farmacológicos, mientras que al otro —además de esos dos aspectos— se les asignó un especialista en nutrición que les diseñó una dieta en donde de reemplazaron los pastelillos, dulces y comida rápida por alimentos integrales como nueces, frijoles frutas y legumbres. Se les alejó de los cereales dulces en el desayuno que cambiaron por avena y dejaron de comer embutidos.

Entre los resultados observados, destaca que, si bien ambos grupos tuvieron una mejoría por la oportuna atención, el grupo que acató la dieta redujo de forma sobresaliente sus niveles de estrés y ansiedad frente a quienes no modificaron su forma de comer.

En el campo conocido como psiquiatría nutricional destaca otro estudio, en donde se revela el vínculo entre los trastornos depresivos graves y la ingesta insuficiente de ácidos grasos omega-3, fundamental en el cuidado y desarrollo del sistema nervioso central. (4)

Y es que, a pesar de que la depresión es una condición extremadamente compleja y heterogénea se logró identificar una correlación entre el consumo de pescados y mariscos (fuentes de omega-3) con la protección contra la depresión posparto, el trastorno bipolar y el trastorno afectivo estacional, pues en los países de mayor ingesta de éstos la ideación suicida es, incluso, muy baja.

Entre otras fuentes originales de Omega-3 destacan los aceites de linaza, cáñamo, canola y nuez son, en general, fuentes ricas del omega-3 original.

Cabe destacar que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel global, la depresión se ubica como la principal causa de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial general de morbilidad, afectando más a la mujer que al hombre. (5)

Fuentes:

1.- COVID-19 Stress and Food Intake: Protective and Risk Factors for Stress-Related Palatable Food Intake in U.S. Adults Jennifer R. Sadler, Gita Thapaliya and Susan Carnell. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8000206/#B26-nutrients-13-00901

2.- The Gut Microbiome and the Brain. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4259177/

3.- A randomised controlled trial of dietary improvement for adults with major depression (the ‘SMILES’ trial). Felice N Jacka et al. BMC Med. 2017. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28137247/

4.- Omega-3 fatty acids and major depression: A primer for the mental health professional. Alan C Logan. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC533861/

5.- Depresión – WHO | World Health Organization. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/depression

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