Embarazo, etapa clave para contrarrestar obesidad: María Luisa Mendoza Ceballos

*La nutrición juega un papel fundamental en la vida de una persona, incluso antes de nacer.

El cuerpo de una mujer requiere cubrir necesidades específicas en cuanto está embarazada, desde mayor hierro y calcio, hasta vitaminas y ácidos grasos, los cuales, de manera balanceada, podrían contrarrestar la obesidad en la vida de la nueva persona.

Lo anterior lo resaltó en entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), la Licenciada en Nutrición con Especialidad en Educación Integral para la Salud, María Luisa Mendoza Ceballos.

“Desde los 250 días de la concepción hasta los dos años de vida se contemplan los primeros 1,000 días, los cuales son cruciales para el desarrollo óptimo de un ser humano. Se ha visto que en este periodo de tiempo es cuando hay mayor desarrollo”, refirió.

Se trata, dijo, “de una ventana crítica en el desarrollo de nuestra vida que da una oportunidad única para que los niños obtengan todos estos beneficios nutricionales inmunológicos para el resto de su vida”.

En los 250 días, cuando el bebé se está formando, explicó, se nutre a través de su madre, pero a partir de que nace, el primer alimento que debería estar recibiendo es la leche materna, que es un fluido vivo que contiene aspectos inmunológicos que va a necesitar y que tendrán un papel importante para su desarrollo neurológico y motor.

Además, precisó que en estos primeros 1,000 días de vida, que abarcan también el periodo cúspide de lactancia materna y el de alimentación complementaria, es cuando se forman todos los hábitos alimentarios, las preferencias y los gustos en la niña o el niño.

La nutrióloga especialista destacó que la alimentación requiere ser completa, variada, equilibrada, suficiente e inocua y se irá individualizando y adecuando en cada rubro de la vida, pero debe cumplir con esas características.

Mendoza Ceballos subrayó que si una persona tiene una alimentación sana desde el inicio, se permitiría potenciar todo su desarrollo físico y mental, al tiempo que sus capacidades intelectuales y motoras estarían en su máxima expresión e incluso para poder prevenir o aminorar la posibilidad de que la persona padezca obesidad o sobrepeso.

Sin embargo, la especialista también apuntó que si la alimentación es deficiente, el desarrollo intelectual, cognitivo y motor se verá  mermado.

Sostuvo que en el desarrollo del ser humano están implicados diversos aspectos en la etapa inicial: la nutrición, el afecto, la crianza y el apego, por lo que las acciones que se tomen en los primeros 1,000 días de vida son esenciales.

La especialista indicó que los profesionales de la salud deben poner puntual atención para detectar, referir y preparar a la mujer en etapas pregestacionales, a lo largo de todo el embarazo y después, con el propósito de lograr un mejor desarrollo y un mayor potencial en las generaciones futuras.

En cuanto a la alimentación saludable recomendó aquellos que no están procesados como lo que proviene de vainas, granos, frutas, verduras y alimentos de origen animal.

Respecto a los daños por ingerir productos ultraprocesados, la experta enfatizó que pueden ser problemas metabólicos como obesidad, diabetes, alteraciones cardiovasculares o dislipidemias.

“La mayoría de este tipo de productos tienen grandes cantidades de azúcar,  grasas, sal y sodio y el gran inconveniente es que generan cierta dependencia”, concluyó.

Mejorar acceso a alimentos saludables es indispensable para prevenir y atender la obesidad: Mónica Ancira Moreno

  • Favorecer las cadenas de producción y distribución de frutas y verduras es más importante, refirió la especialista.

La prohibición de la venta de productos ultraprocesados en los planteles escolares es una de las medidas que puede contribuir a la resolución del problema de la obesidad que padecen las y los mexicanos, subrayó la Maestra en Nutrición Clínica y Doctora en Nutrición Poblacional, Mónica Ancira Moreno.

En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), advirtió que para avanzar en el combate al sobrepeso y la obesidad se deben fortalecer los sistemas alimentarios: cadenas de producción y distribución para asegurar, en principio, acceso a los alimentos sanos.

“A veces, cubrir la recomendación del consumo de frutas y verduras es más caro, en comparación a lo que cuesta consumir alimentos ultraprocesados”, destacó la especialista, quien precisó que es importante enfocarse en el entorno alimentario en general, y no solo orientar esfuerzos en limitar su acceso, esto implica favorecer la posibilidad de tener a la mano alimentos más naturales, saludables, nutritivos y accesibles económicamente.

Al especificar a qué se le conoce como comida chatarra, señaló que el término adecuado es alimentos ultraprocesados, que son formulaciones industriales compuestas de aditivos, colorantes y ciertas sustancias que dan sabor, textura y mejoran su palatabilidad, pero que no están nutricionalmente equilibradas, además de tener un alto contenido de azúcares, grasas y grasas saturadas.

La experta también hizo referencia a los daños que provoca el consumo cotidiano de comida chatarra y dijo que la evidencia generada en las últimas décadas ha posicionado la asociación entre diferentes enfermedades y este tipo de alimentos y lo que más se ha identificado es con respecto a la obesidad y el sobrepeso en niños, así como diabetes en toda la población, y el hecho de que se dé en etapas muy tempranas pudiera ocasionar una adiposidad excesiva.

Sobre todo, recalcó, impacta en la formación de hábitos de los niños que al final de cuentas van a terminar eligiendo a lo largo de su vida estas opciones y no alimentos más naturales o saludables, porque desde un inicio se les expone al consumo de alimentos atractivos a la vista y también en términos de sabor por los componentes que contienen los productos ultraprocesados, tales como los azúcares añadidos o el glutamato monosódico.

Por último, la académica de la Licenciatura en Nutrición y Ciencia de los Alimentos de la Universidad Iberoamericana consideró que para atenuar el problema de la obesidad es necesario realizar múltiples medidas orientadas a favorecer una buena nutrición y salud desde etapas tempranas de la vida y no limitarse a medidas únicas, ya que se trata de un reto complejo en donde es necesaria la participación multidisciplinaria, multisectorial y de todos los actores involucrados.

Diabetes: ¿Alimentarse o nutrirse?

  • En entrevista para LabDO, la especialista Lidia Guerrero habla sobre las ventajas de mantener una dieta saludable durante el padecimiento.

Después de que una persona es diagnosticada con diabetes, existe el mito de que ésta no podrá comer muchos alimentos, sin embargo, a lo que se enfrenta es a regresar a una dieta balanceada, con nutrientes de calidad, la cual deberíamos seguir todos indistintamente si se tiene o no alguna enfermedad crónica.

Lo anterior lo destacó en entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), la licenciada en Nutrición Ana Lidia Guerrero Chávez, quien explicó que la diabetes es una enfermedad crónica no transmisible que afecta a las y los mexicanos y que es multifactorial.

Muchas enfermedades tienden a agravarse porque no estamos comiendo bien y cuando se tiene diabetes, aclaró, es imperativo llevar hábitos alimenticios saludables para que los niveles de glucosa se mantengan normales, de ahí que una de las funciones del nutriólogo sea orientar la dieta que se debe llevar durante un padecimiento específico.

“Debemos ser muy cuidadosos con lo que vamos a comer y considerar que hay algunos alimentos que nos pueden ayudar a controlar la glucemia, pero hay otros que, al contrario, pudieran aumentar los niveles de glucosa y los pacientes comiencen a sentirse mal por esos niveles alterados”, especificó.

Sostuvo que ante dicho padecimiento es necesario poner atención en los alimentos que tengan carbohidratos o azúcares, sin embargo, precisó, hay distintas calidades de azúcar, por ejemplo, los azúcares simples y también los hidratos de carbono complejos que son los que se sugiere consumir.

“En cuestión de diabetes deberíamos enfocarnos en los hidratos de carbono complejos, porque si lo que queremos es que la glucosa no se eleve, buscamos alimentos que se absorban lento y esos hidratos de carbono son los que se van a absorber de esa manera, lento, para no tener problemas con los niveles de glucemia”, añadió.

Respecto a la prohibición o no de ciertos alimentos o productos para una persona que padece diabetes, la experta en consulta nutricional y tratamiento de enfermedades crónicas admitió que lo que se debería evitar son los alimentos que contengan más hidratos de carbono simples, por ejemplo, los industrializados, como las bebidas azucaradas, refrescos, jugos procesados, dulces, galletas, papas fritas y todos aquellos que son conocidos de manera simple como harinas, porque además de tener azúcares, también contienen sal, grasas y grasas trans, grasas procesadas, que no ayudan.

Específicamente sobre los productos ultraprocesados, Lidia Guerrero consideró que en cuestión de salud, ese tipo de alimentos no conviene consumir.

“Los alimentos procesados, de acuerdo a sus etiquetas, contienen algunos ingredientes que no brindan beneficios a las personas con diabetes, porque más que nutrientes, se obtienen otro tipo de elementos que no van a ayudar. Para poderme nutrir voy a necesitar ciertos nutrientes, específicamente carbohidratos, proteínas, grasas, pero no los vamos a encontrar en los productos procesados o en alimentos como la comida rápida, esos no nos van a convenir, porque no nutren, solo calman el hambre”, agregó.

Resaltó que en lo que más debe poner interés una persona con esa enfermedad es en los alimentos lo menos procesados posible, al tiempo que reiteró que es necesario retomar la cultura alimentaria que se tenía antes, toda vez que lo más natural y lo más sencillo es lo mejor y lo que se debería regresar a consumir, como el frijol, arroz, tortilla, agua y verdura, reiteró.

Las recomendaciones para una persona con diabetes, opinó, es que cada vez que haga una comida integre en sus platillos los tres grupos de alimentos principales: verduras y frutas; cereales y tubérculos; así como leguminosas y proteínas de origen animal, con lo cual se puede asegurar que haya nutrición y balance en el plato.

La nutrióloga destacó que es importante integrar las verduras en cada una de las comidas por su alto contenido en fibra, ya que ésta puede ayudar al control de la glucemia, además de prevenir alteraciones en los niveles de colesterol y triglicéridos.

Sugirió consumir más nopales, lechuga, pepino con cáscara y verduras de hoja verde, toda vez que los beneficios son múltiples, sin dejar de lado el consumo de agua simple. “Estos alimentos con fibra, junto con el agua, son un gran equipo”, reiteró.

Y respecto a las frutas dijo que es conveniente consumir aquellas de cáscara comestible y evitar frutas maduras por su dulzor.

“Puede consumir cereales como tortilla, bolillo, avena, palomitas de maíz naturales, pan integral o pasta, pero siendo muy cauteloso en la cantidad; se pueden comer carbohidratos o cereales, pero que sean carbohidratos complejos e integrales”, puntualizó.

Además, indicó, se pueden incluir alimentos de origen animal, como carne, leche, queso o huevo, pero siendo cuidadosos en la preparación, porque no es lo mismo comer un pescado frito o empanizado que un filete con poco aceite o asado.

Finalmente, la especialista subrayó la relevancia de hacer ejercicio, toda vez que tanto la diabetes, como el sobrepeso y la obesidad son enfermedades multifactoriales yes necesario realizar actividad física, para coadyuvar en la disminución de los niveles de glucosa en sangre.

Sin embargo, estimó que es algo que casi no se practica, porque se pretende controlar la enfermedad con la comida o con el medicamento y para poder lograrlo es necesaria la medicina, la comida saludable y balanceada, así como el ejercicio, pero, por lo general, hacen uno solo, sin embargo, se requiere adicionar actividad física, ¿cuánto?, lo deseable deberían ser 150 minutos a la semana o en otras palabras, 30 minutos diarios. No es preciso irse a correr, pero al menos caminar y puede ser fraccionado, es decir, 15 y 15 o bien, 10, 10 y 10.

Cuidado en la dieta de personas adultas mayores, clave para mantener calidad de vida: Nutriólogo Jaime Alberto Bricio

  • Ante la propensión de padecer enfermedades en este rango de edad, comer saludable es la recomendación.

Al señalar que en las personas mexicanas mayores de 60 años existe una elevada prevalencia de diabetes, hipertensión o dislipidemias, el licenciado en Nutrición, Maestro en Ciencias Médicas y en Seguridad Alimentaria, Jaime Alberto Bricio Barrios, subrayó que la alimentación es de vital importancia para su calidad de vida.

En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), el también doctor en Ciencias Médicas explicó que al igual que las demás, la alimentación de las personas adultas mayores debe ser la correcta. “Estar variada, completa, inocua, pero en específico para ellos hay ciertos alimentos que pueden ser protectores”, añadió.

Uno de ellos son los antioxidantes –mencionó-, pero también debe estar basada en alimentos en general, considerando que hay tres macronutrimentos básicos que son los hidratos de carbono, grasas y proteínas, aunque este último es uno de los más frecuentes que no lo suelen consumir en cantidad suficiente.

El especialista recordó que las proteínas se encuentran en alimentos de origen animal, como carnes rojas, blancas, pescado, pero también en vegetales, leguminosas y cereales.

En lo que corresponde a vitaminas y minerales, indicó que también es otro alimento indispensable para mantener una salud óptima, sobre todo cuando se tienen ciertas deficiencias.

“Frecuentemente aparecen problemáticas físicas, por ejemplo, lesiones en la piel, uñas moradas, debilidad, cansancio o caída de cabello frecuente, que tal vez con una adecuada alimentación se pudiera solventar”, agregó.

Asimismo, el docente de la Universidad de Colima comentó que el consumo de productos ultraprocesados puede afectar la salud de las personas adultas mayores, sobre todo, porque tienen una gran cantidad de calorías.

Dijo que una de las herramientas que pueden ayudar a identificar si hay una alimentación saludable es el sistema NOVA, el cual clasifica los alimentos en diferentes grupos: no procesados; ingredientes culinarios; ligeramente procesados y hay una cuarta categoría, que son los alimentos ultraprocesados.

En este contexto, resaltó que es preferible que consuman en mayor cantidad los no procesados, es decir, los frescos, los que son llamados perecederos y que generalmente son productos locales.

Aclaró que no es necesario que las personas sean adultas mayores para comenzar a hacerlo, al tiempo que reiteró que es importante tener presente que se empieza a envejecer desde los 25 o 30 años, tiempo en que el metabolismo comienza a bajar un poco más.

“Esto significa que tendremos que ocuparnos de nuestra alimentación no desde que empecemos a ser adultos mayores, sino desde etapas tempranas para que cuando seamos adultos mayores no tengamos problemas de salud”, resaltó.

Entre los hábitos alimentarios, el doctor Jaime Alberto Bricio recomendó respetar y regular los horarios de comida; fomentar la compra de productos locales, y rescatar las preparaciones o recetarios que se solían tener, donde hay muchos ingredientes culinarios que no se han aprovechado para tener mayor diversidad.

Finalmente, aconsejó que es importante buscar aliados, ir con especialistas para tener el apoyo de un profesional que aclare dudas en cuanto a la nutrición.

La educación nutricional, una gran herencia: Karmina Sánchez Meza

La recomendación es enseñarles a comer de manera saludable para que sean personas sanas y productivas.

No hay mejor herencia para las hijas e hijos que la educación nutricional, porque no hay dinero que alcance cuando se padece alguna enfermedad y la gran mayoría de ellas son resultado del estilo de vida, señaló en entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), la licenciada en Nutrición y Maestra y Doctora en Ciencias Médicas, Karmina Sánchez Meza.

“Si tengo un mal estilo de vida, no hago ejercicio, soy una persona sedentaria y como mal, tengo altas posibilidades de padecer diabetes, hipertensión, problemas en general o diferentes tipos de cáncer y eso va a afectar directamente a la economía familiar y a la población”, puntualizó.

Por ello, la docente de la licenciatura en Nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colima recomendó enseñar a las hijas e hijos a comer de manera saludable para que sean personas más sanas y, por ende, más productivas, con lo cual se podrá tener un mejor patrimonio, que es lo que tal vez algunos pudieran desear para sus descendientes.

Indicó que hay muchos estudios que demuestran que los papás son los últimos en identificar el exceso de peso en las hijas e hijos y cuando se reconoce ya es demasiado excesivo u otras personas se los hicieron saber.

“Si les preguntas cómo ven a su hijo, si consideran que su peso es adecuado, el 80% de los papás va a decir que sí lo es, sin embargo, alrededor del 40% no es así, porque va a estar en riesgo de padecer sobrepeso o, incluso, ya va a tener el exceso de peso”, detalló.

Las señales de alerta, según la especialista, pudieran ser cuando al niño o a la niña no le queda la talla de acuerdo a su edad; se agita o refiere que, por ejemplo ya no lo incluyen en los deportes o no rinde.

“Eso es algo que a los papás les llama la atención porque no quieren que su hijo o hija sufra ese tipo de discriminación”, agregó.

Sánchez Meza subrayó que la obesidad es un asunto multifactorial, toda vez que hay diferentes causas que pueden influir en el peso que va a tener una persona, al tiempo que mencionó que entre los aspectos más comunes de dicha situación están el sedentarismo, el consumo excesivo de calorías, una dieta pobre en nutrientes y alta en grasas e hidratos de carbono, además de que también contribuye el tipo de alimentos que se ofrece en las escuelas, la mercadotecnia y los genes.

La especialista explicó que los casos de obesidad en niñas y niños se determinan con base en los patrones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en los cuales se identifica de acuerdo a peso y estatura por edad, si la persona rebasa los rangos permitidos o si no se desplaza mucho del promedio que deberían tener.

Sostuvo que es una enfermedad que no tiene edad, toda vez que no solo se presenta desde la infancia, sino, incluso, puede aparecer desde la gestación.

 “Son niños a los que se les llama macrosómicos, que nacen con arriba de cuatro kilos, que es un peso que ya se considera que no es saludable”, añadió.

La nutrióloga explicó que es desde la etapa pregestacional donde se debe iniciar la prevención, posteriormente, en la gestación, al ser un lactante y en la niñez.

“Toda mujer que pretenda embarazarse o que esté en etapa reproductiva debe empezar con educación nutricional para que su peso sea el adecuado, porque difiere mucho si inicia el embarazo con un peso saludable a que si lo hace con obesidad”, declaró.

Asimismo, aseguró que para atender el problema del sobrepeso y la obesidad en la población infantil es necesario analizar el tipo de alimentos que los padres compran para la casa.

“Si llevamos comida chatarra, ¿qué van a tener los hijos en el momento que digan tengo hambre?, ¿qué voy a comer?, esa comida chatarra; en cambio, si hay fruta, comerá eso” estimó.

Una recomendación muy importante, aconsejó, es que los padres sean buenos ejemplos para sus hijas e hijos, tanto en la alimentación, como en el estilo de vida que se lleva, lo cual también incluye la actividad física.

La experta también consideró que los alimentos ultraprocesados son los que más generan ganancia de calorías, por lo que sugirió revisar las etiquetas y el valor nutrimental, especialmente de los que son secos, toda vez que no sacian aunque se coman en grandes cantidades, a diferencia, por ejemplo, de frutas y verduras, que tienen fibra y agua, lo cual ayuda a la saciedad.

Todos aquellos que tengan grandes cantidades de calorías y de grasa van a favorecer el incremento de peso corporal, precisó.

Por último, reiteró que la autoridad responsable puede hacer mucho y que los papás, desde casa, tienen una responsabilidad, pero hay cosas que no pueden controlar, por ejemplo, la oferta alimentaria que tienen los niños en las escuelas, la mercadotecnia, la disponibilidad de parques y la seguridad.

Aunque atractivos a los sentidos, consumo excesivo de productos ultraprocesados ponen en riesgo nuestra salud: Mónica Minutti, nutrióloga

*Se exceden en azúcares, grasas totales, grasas saturadas, sodio y edulcorantes.

Por el incremento en el sabor, color y textura que les hacen más atractivos, así como por una mayor duración dentro de las alacenas, los productos ultraprocesados han mantenido un crecimiento muy importante en preferencia y compra por parte de las personas.

Lo anterior, lo señaló en entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), la Licenciada en Nutrición y Ciencia de los Alimentos y Maestra en Proyectos Educativos Virtuales, Mónica Minutti Sánchez Alcocer.

La docente de la Universidad Iberoamericana León sostuvo que el aumento en la preferencia de este tipo de productos que contienen un alto aporte calórico y una reducida contribución de nutrimentos, creció en México desde los años 80 por la apertura en los mercados.

“La Organización Panamericana de la Salud identificó, entre el 2000 y 2013, un incremento de 48% en las ventas de alimentos ultraprocesados. Incluso presentan una estimación en donde las personas podrían ingerir hasta 581 gramos al día de este tipo de productos, lo que representaría casi el 30% del consumo calórico de la población”, comentó.

La nutrióloga explicó que el consumo en exceso de azúcares, grasas totales, grasas saturadas, sodio y edulcorantes, vía estos productos, puede generar un fenómeno denominado “hambre oculta”.

“Se produce cuando la calidad de los alimentos que comemos no cubren nuestras necesidades de micronutrientes (vitaminas y minerales) esenciales para nuestra salud”.

De acuerdo con la especialista, el consumo excesivo de este tipo de productos puede considerarse como un mal hábito que pudiera traer consecuencias a la salud.

“Los hábitos inadecuados aunados a otros factores como son la inactividad, el consumo de tabaco, alcohol y diversos hábitos, incrementan los factores de riesgo y la posibilidad de padecer enfermedades crónicas, como la hipertensión, diabetes y la obesidad”, puntualizó.

Finalmente, la experta recalcó la necesidad de calificar a la obesidad como una enfermedad multifactorial en la que influyen factores muy importantes y del mismo entorno de la persona.

Dijo que es muy importante mejorar entornos alimentarios saludables, con el consumo de alimentos frescos, como frutas y verduras; crear más espacios públicos que promuevan la actividad física; capacitar al personal de salud como especialistas para la prevención y el tratamiento de la obesidad; promover la lactancia materna, y dormir adecuadamente, entre otros puntos.

Prohibición de alimentos chatarra a niñas y niños no termina con ambientes obesogénicos: María de Lourdes Silva Fernández

  • Estos entornos se encuentran, principalmente, en la casa, la escuela o el trabajo y la comunidad.

Combatir de manera frontal los ambientes obesogénicos en México tiene que ir más allá con prohibir productos a menores de edad, pues ésta no es más que una acción miope y electorera que no resuelve la problemática.

Así lo aseguró la licenciada en Nutrición y maestra en Ciencias de la Salud, María de Lourdes Silva Fernández, en entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO).

Son muchos los factores por los que una persona se encuentra en un ambiente que perpetúa el sobrepeso, desde los sociales, emocionales, hasta los económicos y socioculturales, por lo que las estrategias, además de ser diversas deben ser diferentes a lo hecho hasta el momento para poder lograr resultados distintos, destacó la también Directora de la Facultad de Nutrición de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).

En menores, por ejemplo, los ambientes obesogénicos se determinan porque tienen fácil acceso a una gran cantidad de alimentos con un bajo contenido nutrimental, toda vez que en la casa, las familias toman decisiones incorrectas y compran alimentos que piensan que son adecuados pero terminan siendo todo lo contrario, añadió.

En general, de manera consciente, los padres a veces compran productos que no son tan buenos, pero lo hacen porque se les antojan y las niñas y los niños tienen la facilidad de tomarlos de la alacena en la casa, por lo que ésta se vuelve un entorno obesogénico, explicó la especialista.

La escuela, agregó, es otro espacio en el que las y los menores tienen fácil alcance, porque pueden comprar en esos lugares y en las tiendas, juguitos, frituras, yogures y todo ese tipo de alimentos que, además, no son tan caros.

Y también está el ambiente de la comunidad, es decir, el de la colonia en la que se desarrolla el individuo, donde igualmente es muy sencillo acceder; “de hecho a los niños, normalmente, se les premia comiendo, con un alimento, con una golosina, y todo eso es un ambiente en el cual se le enseña que sobrealimentarse es correcto”, sin importar que “yo ya esté satisfecho” y “yo sigo comiendo porque es parte de esta forma en la cual se desarrolla toda la comunidad”, mencionó.

Es por ello que la prohibición no es una política que ofrezca realmente una solución, toda vez que el problema no solo es ese, sino eso, más la inactividad, sumada a que los niños están solos todo el día porque las mamás trabajan y situaciones emocionales muy fuertes que resuelven con la comida.

“Se trata de un problema sistémico, que una sola solución no es viable”, enfatizó.

“No solo nos mandaron de la noche a la mañana a trabajar en casa, niños y adultos”, dijo, sino a una situación de incertidumbre que, emocionalmente, la gente viene cargando y que tiende a solucionar esos problemas emocionales con la comida y es un ciclo, no un círculo vicioso, en el cual hay un mal sentir y conforme pasa el tiempo con la pandemia, las personas están con depresión, encerradas, comiendo más, o quizás no, pero sin moverse, que eso es lo más grave, sin actividad física.

Por otra parte, indicó que los adultos que tienen que asistir a sus trabajos también están expuestos a una manera fácil de conseguir alimentos que no son saludables, toda vez que son más económicos y rápidos de adquirir.

Finalmente y dejando de lado las políticas públicas, subrayó que las personas en lo individual pueden identificar y hacerse conscientes de que hay un problema. Y aunque insistió en que no hay una solución real sobre los ambientes obesogénicos, como dejar de comer o comprar, sugirió hacer una campaña sobre los hábitos de consumo, es decir, informarse sobre qué tipo de alimentos se adquieren en el supermercado, además de hacer conciencia sobre la importancia de la actividad física.

Estrés, depresión y ansiedad alteran alimentación durante confinamiento: María Irene Rojas Subealdea

  • Confinarse genera, en algunas ocasiones, compulsión por querer comer más, asegura la experta.

Durante el encierro por la pandemia, las personas pueden sufrir alteraciones alimenticias derivadas de un estrés y ansiedad prolongados, aseguró la Máster en Psicopedagogía Clínica y en Psicoanálisis, María Irene Rojas Subealdea.

En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO),  la especialista sostuvo que las modificaciones en los hábitos pueden traer consecuencias, como los atracones, que dan una satisfacción momentánea y luego llevar a otros padecimientos.

“El encierro, en sí mismo, genera en algunas ocasiones, la compulsión por querer comer más. Como estamos en casa y estamos cerca del refrigerador, es más fácil desorganizar nuestro sistema y las horas en las que ingerimos alimento”, añadió.

La también Coordinadora de Psicología y de Psicopedagogía de la Universidad Autónoma de La Laguna dijo que derivado del confinamiento hay un riesgo de que los trastornos alimenticios y la ansiedad se agraven, sobre todo, si había antecedentes, lo que puede causar una compulsión por no comer o hacerlo desordenadamente.

Subrayó que es fundamental entender que todo trastorno alimenticio es un signo de ansiedad o depresión previa no tratada a tiempo. “Todas nuestras conductas anormales en la alimentación son síntomas, no es la enfermedad per se”, insistió.

La experta indicó que si la autopercepción visual y la sensación del propio cuerpo está distorsionada o se percibe perjudicada, es importante buscar ayuda a nivel psicológico y psiquiátrico.

“El principal consejo es acudir a un especialista serio, bien informado, que haga una detección y un diagnóstico adecuado, para que el tratamiento multisistémico también sea el apropiado”, recomendó.

Entre las señales de alerta para recurrir a una atención profesional, mencionó, están los atracones y todo lo que tiene que ver con los comportamientos anoréxicos o bulímicos, poniendo especial atención a la frecuencia con la que se den este tipo de conductas.

Otros signos de alarma, agregó, son el aislamiento social, donde se demuestra desinterés en ciertas cosas o personas; a nivel biológico, empieza a haber alteraciones de sueño o diferentes trastornos, por ejemplo, de tipo hormonal en las mujeres, la pérdida del sangrado menstrual; también la vigorexia; caída del cabello; gastritis; evacuaciones muy fuertes o problemas en la laringe, gastrointestinales o de estreñimiento.

Rojas Subealdea destacó que es muy importante entender que las personas que están padeciendo de un trastorno alimenticio suelen negar la enfermedad y no hacen conciencia, por lo que es necesaria la participación de un tercero que se dé cuenta y actúe.

Finalmente, la también conferencista precisó que si aún no se llega a un trastorno alimenticio considerado ya como una patología, es recomendable hacer ejercicio, buscar maneras de socializar, llevar rutinas, por lo menos, de lunes a viernes, y tener tres comidas bien balanceadas al día.

Alimentación saludable blinda sistema inmune: Ana Luisa González

*Dietas deficientes o sobrecargadas de calorías abren la puerta a enfermedades

En el marco de la pandemia por coronavirus, la alimentación sana y equilibrada es clave para el fortalecimiento del sistema inmune, así lo aseguró la especialista Ana Luisa González Pérez.

En entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), la nutrióloga y doctora en ciencias en biotecnología resaltó la necesidad de consumir alimentos frescos, que no sean procesados, como frutas, verduras y productos benéficos a la salud, entre ellos, yogures adicionados con probióticos o prebióticos.

Esto permitirá blindar el sistema inmune a partir de las vitaminas A, D, C y complejo B, además de hierro y zinc. Igualmente, incluir frijoles y alimentos que tengan proteína en su composición, como pollo o algún tipo de carne, agregó.

“Se trata de comer de acuerdo al acceso que se tiene; los más accesibles son las naranjas, mandarinas, manzanas, toronjas y uvas verdes, que tienen gran aporte de nutrientes, además de otros componentes que benefician al organismo. A veces las personas quieren quitar algunos alimentos del consumo, pero de lo que se trata es de contar las cantidades y prepararlos lo más sano posible, sin tanta adición de grasas o de sodio”, explicó.

Recordó que el sistema inmunológico es el que protege al cuerpo ante diferentes agentes extraños, como algunas bacterias o virus que pudieran presentarse.

En esta coyuntura, dijo, el consumo excesivo de productos ultraprocesados es negativo pues son densos en calorías y mantienen componentes que, en exceso,  hacen daño al organismo, como son azúcares, grasas y calorías.

“Las personas que tienen consumos de dietas deficientes de nutrientes o basadas en un solo tipo de alimentos también pudieran tener disminución del sistema inmunológico, haciéndolos propensos a padecer algunas enfermedades”, resaltó.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), incluso, declaró al 2021, como el año internacional de las frutas y verduras y una de las razones son los estudios que señalan que la alimentación más saludable es lo que va a contribuir a superar esta pandemia de COVID-19, comentó la especialista.

La también profesora de la Universidad Autónoma de Tamaulipas subrayó que es posible saber que las defensas de las personas están bajas a partir del momento en que son más propensas a enfermarse.

“Se pudieran ver como enfermedades ligeras o simples que no acarrean tanta complicación, como cansancio o debilidad y en algunas ocasiones se pudiera presentar fiebre o diarrea, entre otras cosas. Nos enfermamos más seguido cuando tenemos las defensas bajas”, agregó.

Hay que recordar que los productos ultraprocesados afectan el funcionamiento del organismo porque proporcionan demasiados componentes y lo están saturando; en lugar de darle nutrientes, vitaminas, agua y fibras, se le llena de azúcar, grasas, colorantes y otros ingredientes utilizados en la industria de alimentos para que los productos sean atractivos al consumidor, destacó la especialista.

Este tipo de nutrientes críticos, añadió, además de disminuir el sistema inmune a corto plazo, también pueden ocasionar posteriormente la aparición de enfermedades crónico degenerativas, que es una de las principales problemáticas a las que se enfrenta el país en la actualidad.

Finalmente, la especialista recomendó realizar actividad física, distribuir los tiempos para poder cumplir con todo, incluso con las horas de sueño, además de mantener una alimentación sana y equilibrada y evitar el consumo de cigarro y comidas altas en calorías.

Educación, clave para combatir la obesidad: Ana Sofía Guerra Cantú

Si bien el problema de la obesidad y el sobrepeso es multifactorial, asegurar que la población cuente con educación nutricional es clave para poder combatir estos padecimientos, señaló en entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) la nutrióloga Ana Sofía Guerra Cantú.

Destacó que lo más importante es la enseñanza y que las escuelas tengan materias donde se brinde mayor información de “cómo debe ser nuestra comida”.

La exdirectora de la Carrera de Nutrición y Bienestar Integral del Tecnológico de Monterrey, campus Monterrey, también indicó que los productos ultraprocesados pueden aportar exceso de calorías.

Subrayó que el exceso en el consumo de este tipo de alimentos es perjudicial para la salud, por lo que sugirió regresar a las costumbres de cocinar en casa y no comer de manera rápida lo que venden en la tienda de conveniencia, restaurantes o comida preenvasada que posiblemente no tenga la mejor calidad de ingredientes.

“Es importante preparar alimentos con anticipación y la lista de ingredientes para ir al supermercado, cocinar con frutas, verduras y alimentos frescos, comer en familia, tomar agua natural y realizar actividad física”, recomendó.

Explicó que tradicionalmente la dieta mexicana es nutritiva, como el maíz y los frijoles que son alimentos con alta calidad nutricional. Sin embargo, la población está recurriendo más a la comida ultraprocesada o ya elaborada, con azúcares añadidos, exceso de sodio o grasas saturadas.

El consumo excesivo de este tipo de productos, reiteró, está ligado a las causas de mortalidad que se ven cada vez más en la población mexicana, como diabetes tipo dos; infartos; hígado graso, que puede desencadenar una cirrosis no alcohólica; hipertensión y ciertos tipos de cáncer, incluso.

La también profesora clínica del TecSalud y de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey hizo referencia al nuevo etiquetado frontal y dijo que su propósito es que el consumidor sepa lo que está comprando, porque el problema de los ultraprocesados era que la población no podía entender si el producto contiene un exceso de calorías, sodio o azúcares.

“Como acaba de haber ese cambio, todavía no vemos el efecto en la salud del mexicano, pero sí se ha visto que ha ayudado en la reformulación de productos. Muchas empresas, para no tener el sello, empiezan a cambiar la formulación de sus ingredientes”, aclaró.

Además de la educación y el nuevo etiquetado frontal, es necesaria una visión estratégica donde las acciones estén encaminadas a la prevención de la salud, porque los padecimientos son multifactoriales y los esfuerzos aislados se pueden diluir, concluyó la especialista.

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