Bioquímica nutricional, enfoque especializado para atajar sobrepeso y obesidad: Julián Murillo

  • Comprender a fondo el funcionamiento de los órganos y sus procesos permite establecer estrategias más precisas.

El sobrepeso y la obesidad se caracterizan porque se presenta un proceso inflamatorio constante y continuo que al tener un abordaje desde lo metabólico y bioquímico para su comprensión respecto a la causa, el diagnóstico y el tratamiento, abre la posibilidad de diseñar una intervención más precisa y de mayor efectividad desde un punto de vista alimentario y nutricional.

Así lo señaló en entrevista exclusiva para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), Óscar Julián Murillo Torres, Nutricionista Dietista, quien se refirió a la bioquímica como una ciencia que puede ayudar para conocer cuáles son los principios y fundamentos metabólicos, así como comprender su fisiopatología y por ende, determinar el mejor manejo individualizado de un paciente.

Respecto a la forma en que esta nueva perspectiva permite ahondar en el funcionamiento del cuerpo, sus sistemas y sus órganos para comprender mejor la condición del sobrepeso y la obesidad, destacó que es posible analizar “cómo a partir de los nutrientes obtenidos de los alimentos, es posible disminuir ese fenómeno proinflamatorio, por ejemplo, por parte de antioxidantes como flavonoides, vitaminas (A,D,E y C), de ciertos minerales como selenio y zinc que, sirven para que algunas enzimas puedan neutralizar esas condiciones proinflamatorias y prooxidantes”.

El también Coordinador de la Licenciatura en Nutrición en la Universidad Anáhuac de Puebla detalló que esa es la gran aplicación de la bioquímica al sobrepeso y la obesidad, que se considera un síndrome, es decir, una alteración de múltiples sistemas donde el paciente tiene afectaciones en diferentes niveles, lo cual permite comprender e intervenir de manera acertada en un tratamiento.

“La comprensión a fondo del funcionamiento normal de nuestro cuerpo nos facilita identificar cuando no funciona o se altera ese proceso y por ende da una oportunidad para hacer una intervención terapéutica en el campo de la nutrición, de acuerdo con las necesidades individuales de cada paciente” explicó el Maestro en Bioquímica.

Asimismo, mencionó que gran parte del origen del sobrepeso y la obesidad está relacionado con hábitos, estilos de vida, así como factores de diferentes tipos, como genéticos, medioambientales, psicológicos, culturales, políticos y económicos, entre otros. Sin embargo, la consecuencia de estos padecimientos es netamente metabólica.

Finalmente, el experto recomendó a las personas que quieren mejorar sus hábitos alimenticios acudir a un profesional de la nutrición y no dar credibilidad a la información que carece de sustento; al iniciar un tratamiento, no desesperarse por alcanzar resultados rápidamente, y optar por alimentos naturales en la dieta diaria.

¿Es la obesidad una enfermedad genética?

Las prevalencias de sobrepeso y obesidad a nivel mundial y en México siguen aumentando. En México, en ciertas regiones y grupos de edad, cerca del 80% de las personas padecen sobrepeso y obesidad. La norma oficial mexicana 008, que establece acciones para el tratamiento y control de la obesidad y sobrepeso, define obesidad como: “La enfermedad caracterizada por el exceso de tejido adiposo en el organismo”.

En el marco del Día Mundial de la Obesidad a conmemorarse este 4 de marzo es clave hacernos algunas preguntas: ¿Que hace que el cuerpo almacene un exceso de tejido adiposo? Existe consenso científico respecto a que el tipo de obesidad más común se trata de una enfermedad compleja y multifactorial, entre ellos factores genéticos, conductuales y ambientales que influyen en cómo un individuo responde no solamente a la dieta sino también a la actividad física (1).

Al igual que para muchas otras enfermedades, factores genéticos como ambientales determinan el riesgo de padecer obesidad. Para esta enfermedad, la sociedad en general, considera más relevantes los factores ambientales como la alimentación y actividad física, que los factores genéticos. ¿Es correcto esto? ¿Qué tanto influyen nuestros genes en el riesgo de padecer obesidad?. En esta colaboración, responderemos a estas preguntas. 

Por un lado la gran mayoría de los mexicanos vivimos en ambientes “obesogénicos” es decir entornos que nos ponen en riesgo a padecer obesidad: falta de parques, inseguridad, alta disponibilidad de alimentos calientes, estrés, sedentarismo, alto costo de alimentos no procesados, entre otros. Sin embargo, no todos padecen obesidad. Esto sugiere que hay factores genéticos en ciertas personas que los protegen de esta enfermedad y en otras personas que los ponen en más riesgo.

Otra observación que sugiere que los factores genéticos son relevantes en la obesidad, es la presencia frecuente de obesidad en familias. Se sabe que tener un padre o madre con obesidad incrementa el riesgo de padecer obesidad en la edad adulta.

La heredabilidad de varias características corporales (llamados fenotipos) asociados a la obesidad, como peso corporal, porcentaje de grasa corporal, o masa libre de grasa, concentraciones circulantes de adipocitocinas, y otros marcadores de inflamación, ha sido demostrada en investigaciones en diferentes poblaciones y grupos de edad.

También estudios en gemelos idénticos han demostrado que aun cuando los gemelos viven en ambientes diferentes, su composición corporal se asocia más con la de sus padres biológicos que con la dieta/actividad física que adquieran mientras crecen.

Con los avances científicos en las últimas décadas, una gran cantidad de estudios se han realizado con el objetivo de estudiar la relación de los genes con la obesidad. (2)

Con base a estos estudios genéticos, se ha clasificado la obesidad en dos grandes grupos (2):

Obesidad monogénica. En este tipo, que es muy rara, la obesidad se presenta en etapas muy tempranas de la vida y se asocia a alteraciones (mutaciones) en un solo gen (instrucción) que codifica una proteína específica, muchas veces asociada a la saciedad; es decir, las personas comen de forma exagerada ya que las señales de saciedad son defectuosas. Muchas veces este tipo de obesidad se asocia a síndromes complejos que presentan la obesidad como parte del cuadro clínico y que generalmente va acompañado con varios tipos de discapacidades.

Obesidad poligénica. La más común. Se considera que en la mayoría de los casos de obesidad, una multitud de genes están involucrados; cada uno “cooperando” un poco con la problemática. Se han reportado más de 120 genes que han sido asociados a variables corporales asociadas con la obesidad como la composición corporal, gasto de energía, distribución de grasa corporal, etc. Algunos de los genes, más estudiados son: los receptores adrenérgicos β2 y β3 (ADRβ2, ADRβ3), la adiponectina (AC DC), el receptor de leptina (LEPR), el factor de transcripción receptor proliferador de peroxisomas activados gamma (PPAR) y las proteínas desacopladoras de la fosforilación oxidativa 1, 2 y 3 (conocidas como UCP-1, 2 y 3, respectivamente). Una variante en el gen ADRβ3, se ha asociado con ganancia de peso, obesidad y resistencia a la insulina en indios Pima, México-americanos, franceses y finlandeses, y niños chinos. Sin embargo, otros estudios no encontraron asociación alguna con la adiposidad. También una mutaciones en el gen receptor de leptina (LEPR) se ha asociado a la obesidad y anormalidades metabólicas y hemodinámicas relacionadas en adolescentes mexicanos, mientras que otra mutación en el gen denominado PPARγ se ha asociado con mayor índice de masa corporal en población mexicana y amerindia. Otro gen que se ha estudiado recientemente es el denominado FTO (en inglés, fat obesity), una variante común de este se ha asociado en varios estudios con el índice de masa corporal y la diabetes tipo 2 tanto en adultos y niños. Un artículo reciente (3) reporta que una mutación en este gen se asoció con un mayor perímetro de cintura en sujetos colombianos.

Investigaciones recientes concluyen que algunos factores genéticos son riesgos relevantes para esta enfermedad. Lo que refuerza la importancia de realizar acciones de prevención a nivel individual, familiar y colectivo.

El sobrepeso y la obesidad, son condiciones que se relacionan con varios factores, incluyendo la susceptibilidad genética, aspectos psicológicos, sociales y metabólicos.

La obesidad incrementa de forma importante el riesgo para desarrollar varias comorbilidades tales como: hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2, enfermedades cardiovasculares, renales, motoras, digestivas y cerebrovasculares, así como algunos cánceres, en particular en mama, endometrio, colon, próstata, entre otros padecimientos.

Recordemos que el ambiente puede modificar la forma en que los genes se expresan, el llamado efecto epigenético. Considera esta analogía: imagínate dos automóviles; uno menos resistente que otro, equivalente a dos personas una con una mayor susceptibilidad genética, que participan en una carrera en una pista con muchos “baches”. Los “baches” siendo los ambientes “obesogénicos” de la sociedad actual. El automóvil más robusto puede caer en más baches sin ser afectado, pero si cae en muchos, dejará de funcionar. Por otro lado, el automóvil “más susceptible” debe de tener más cuidado y evitarlos (equivalente a tener buenos hábitos de vida), si lo hace, podrá terminar y hasta ganar la carrera de tener una vida plena y saludable.

Referencias

(1) Bol. Med. Hosp. Infant. Mex. vol. 65 no. 6 México nov./dic. 2008

(2) Nat Rev Genet 23, 120–133. 2022

(3) Colomb. Med. vol. 53 no. 2 Cali jan./june 2022 Epub June 14, 2022

Dr. Guillermo E. Arteaga Mac Kinney

Doctor en Ciencias de Alimentos por la University of British Columbia. Profesor investigador de la Universidad de Sonora y colaborador del Laboratorio de Datos contra la Obesidad.

¿Nacemos o nos hacemos obesos?

  • La genética juega un papel relevante entre quienes padecen esta condición crónica.
  • 4 de marzo, Día Mundial de la Obesidad.

A pesar de que no hay consenso entre los científicos respecto a la causa exacta que origina la obesidad, toda vez que es considerada multifactorial, los especialistas han advertido que la genética juega un papel relevante entre quienes padecen esta condición crónica, siendo los mexicanos una de las poblaciones con mayor vulnerabilidad al heredar el gen FTO (fat mass and obesiy associated gene), asociado con el aumento de grasa corporal. (1)

Un artículo publicado en la revista científica de The Obesity Society, consultado por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), en el marco del Día Mundial de la Obesidad, hace referencia a la asociación entre el gen FTO y la acumulación de tejido adiposo, particularmente entre la población de mexicanos mestizos.

Asimismo, la Universidad de Illinois, en colaboración con la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, realizó un estudio en el que se destaca que hasta el 35% de los adultos jóvenes mexicanos pueden tener una predisposición genética a desarrollar obesidad. Los investigadores resaltaron que es importante identificar esta condición a temprana edad, para buscar estrategias que puedan contrarrestarla. (2)

Por su parte, en el artículo “La genética de la obesidad: del descubrimiento a la biología”, publicado en la revista científica The Nature, se menciona que “aunque los cambios en el entorno han impulsado el rápido aumento de la prevalencia, la obesidad es el resultado de una interacción entre factores ambientales y biológicos innatos. Fundamentalmente, existe un fuerte componente genético a la gran variación en el peso corporal que determina la respuesta de las personas a este entorno ‘obesogénico’”. (3)

[…] el 73% de la población tiene sobrepeso, y de este porcentaje, el 34% tienen obesidad mórbida, el nivel más alto. […]

Los expertos afirman también que los conocimientos genéticos son cruciales para la medicina de precisión. “Conocer el genotipo de un paciente puede permitir un diagnóstico más preciso del tipo de obesidad, lo que a su vez permite prescribir tratamientos personalizados o estrategias de prevención. Además, conocer la susceptibilidad genética de un individuo a la obesidad, en una etapa temprana de la vida, puede ayudar a predecir con mayor exactitud quiénes corren mayor riesgo de aumentar de peso en el futuro”, subrayan.

De acuerdo con el Atlas Mundial sobre Obesidad Infantil, de 158 millones de niños y adolescentes que padecían obesidad en 2020, se espera que la cifra aumente a 254 millones para 2030, momento en el que, según las proyecciones, México ocuparía en este tema el cuarto lugar, después de China, India y Estados Unidos. (4)

La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) alerta que nuestro país es uno de los casos más preocupantes en la materia, pues el 73% de la población tiene sobrepeso, y de este porcentaje, el 34% tienen obesidad mórbida, el nivel más alto. Y señala que las enfermedades relacionadas con el sobrepeso reducirán la esperanza de vida de la población mexicana en más de 4 años durante los próximos 30 años. (5)

Fuentes

1.- The FTO Gene Is Associated With Adulthood Obesity in the Mexican Population. The Obesity Society. https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1038/oby.2008.367

2.- Genetic risk for obesity found in many Mexican young adults. University of Illinois College of Agricultural, Consumer and Environmental Sciences (ACES). https://www.sciencedaily.com/releases/2013/05/130521152612.htm

3.- The genetics of obesity: from discovery to biology. The Nature. September 2021. https://www.nature.com/articles/s41576-021-00414-z

4.- 254 millones de niños y adolescentes sufrirán obesidad en 2030. https://es.statista.com/grafico/24340/numero-previsto-de-ninos-de-5-a-19-anos-con-obesidad/

5.- Launch of the Study: “The Heavy Burden of Obesity: The Economics of Prevention”. OECD Secretary-General. Mexico City, Mexico – 8 January 2020. https://www.oecd.org/about/secretary-general/heavy-burden-of-obesity-mexico-january-2020.htm

Educación, clave para combatir la obesidad: Ana Sofía Guerra Cantú

Si bien el problema de la obesidad y el sobrepeso es multifactorial, asegurar que la población cuente con educación nutricional es clave para poder combatir estos padecimientos, señaló en entrevista para el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) la nutrióloga Ana Sofía Guerra Cantú.

Destacó que lo más importante es la enseñanza y que las escuelas tengan materias donde se brinde mayor información de “cómo debe ser nuestra comida”.

La exdirectora de la Carrera de Nutrición y Bienestar Integral del Tecnológico de Monterrey, campus Monterrey, también indicó que los productos ultraprocesados pueden aportar exceso de calorías.

Subrayó que el exceso en el consumo de este tipo de alimentos es perjudicial para la salud, por lo que sugirió regresar a las costumbres de cocinar en casa y no comer de manera rápida lo que venden en la tienda de conveniencia, restaurantes o comida preenvasada que posiblemente no tenga la mejor calidad de ingredientes.

“Es importante preparar alimentos con anticipación y la lista de ingredientes para ir al supermercado, cocinar con frutas, verduras y alimentos frescos, comer en familia, tomar agua natural y realizar actividad física”, recomendó.

Explicó que tradicionalmente la dieta mexicana es nutritiva, como el maíz y los frijoles que son alimentos con alta calidad nutricional. Sin embargo, la población está recurriendo más a la comida ultraprocesada o ya elaborada, con azúcares añadidos, exceso de sodio o grasas saturadas.

El consumo excesivo de este tipo de productos, reiteró, está ligado a las causas de mortalidad que se ven cada vez más en la población mexicana, como diabetes tipo dos; infartos; hígado graso, que puede desencadenar una cirrosis no alcohólica; hipertensión y ciertos tipos de cáncer, incluso.

La también profesora clínica del TecSalud y de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey hizo referencia al nuevo etiquetado frontal y dijo que su propósito es que el consumidor sepa lo que está comprando, porque el problema de los ultraprocesados era que la población no podía entender si el producto contiene un exceso de calorías, sodio o azúcares.

“Como acaba de haber ese cambio, todavía no vemos el efecto en la salud del mexicano, pero sí se ha visto que ha ayudado en la reformulación de productos. Muchas empresas, para no tener el sello, empiezan a cambiar la formulación de sus ingredientes”, aclaró.

Además de la educación y el nuevo etiquetado frontal, es necesaria una visión estratégica donde las acciones estén encaminadas a la prevención de la salud, porque los padecimientos son multifactoriales y los esfuerzos aislados se pueden diluir, concluyó la especialista.

Desnutrición y sobrepeso: la doble carga de la mala alimentación en México

  • 75.2% de la población en México tiene obesidad o sobrepeso.
  • Al mismo tiempo, 55.5% de los hogares no tienen seguridad alimentaria.

Ciudad de México a 13 de diciembre de 2020.- Alrededor del mundo, más de 149 millones de niños tienen retraso en el crecimiento causado por la desnutrición. Al mismo tiempo, los índices de obesidad y sobrepeso infantil están creciendo en casi todos los países (1).

Estudios consultados por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) advierten que dietas poco óptimas, ya sea en exceso de nutrientes críticos o en la carencia de estos, son responsables de una de cada cinco muertes a nivel global (2).

En este sentido, una buena nutrición es fundamental para la salud humana y el desarrollo sustentable de las naciones. Todas las formas de malnutrición tienen un común denominador: que los sistemas alimentarios existentes no pueden ofrecer a todas las personas una alimentación saludable, accesible y sostenible, de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas (3).

Estas problemáticas están relacionadas también con el hecho de que muchos países han hecho una transición de dietas tradicionales a unas basadas en productos ultraprocesados, que además de que están vinculados a un aumento de peso, disminuyen la calidad de nutrientes disponibles.

La Organización Mundial de la Salud señala que, aunque pueda parecer contradictorio, tanto la desnutrición como la sobrealimentación están relacionadas con la pobreza. En muchos países en desarrollo, apunta, los lactantes con desnutrición aumentan, posteriormente, su consumo de alimentos calóricos de baja calidad y pueden sufrir exceso de adiposidad (4).

Aunado a ello, un estudio elaborado por The Lancet, revela que la desnutrición en los primeros años de vida, seguida por el sobrepeso en la niñez, incrementa el riesgo de padecer enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, hipertensión, así como padecimientos cardiovasculares (5).

Este se trata de un fenómeno intergeneracional, pues si una madre estuvo subalimentada en las primeras etapas de su vida, y después desarrolló obesidad, es más probable que el niño sea obeso.

Desnutrición y obesidad en México

La convivencia de ambos espectros de la malnutrición, por un lado, la obesidad, y por el otra, la desnutrición, es especialmente cierta en países de ingresos medios y bajos, como lo es México.

Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la brecha de la prevalencia de la desnutrición crónica en menores de 5 años en hogares con jefatura femenina era de 20.9% en 2016. En los hogares con jefatura femenina no indígena esta proporción fue de 8.9% el mismo año (6).

Por su parte, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018, los últimos datos disponibles, indica que solo el 44.5% de los hogares en México tienen seguridad alimentaria. Del resto, el 22.6% presenta inseguridad alimentaria moderada y severa, mientras que el 32.9% tiene inseguridad alimentaria leve.

Al mismo tiempo, los índices de obesidad y sobrepeso se están incrementando en el país.

El porcentaje de la población nacional adulta con estas enfermedades fue de 76.8% en mujeres y 73% en hombres.

Fuentes: 

  1. The Lancet 2019, A new nutrition manifesto for a new nutrition reality Disponible en: https://www.thelancet.com/pdfs/journals/lancet/PIIS0140-6736(19)32690-X.pdf
  2. GBD 2017 Diet Collaborators. Health effects of dietary risks in 195 countries, 1990–2017: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2017. Lancet 2019; 393: 1958–72.
  3. Organización de las Naciones Unidas, 2019. Desnutrición y obesidad, dos caras de la mala alimentación que afectan a un tercio de los países pobres. Disponible en: https://news.un.org/es/story/2019/12/1466721
  4. OMS, Nota descriptiva 4. Disponible en: https://www.who.int/childgrowth/4_doble_carga.pdf
  5. The Lancet, 2019. Dynamics of the double burden of malnutrition and the changing nutrition reality Disponible en: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0140673619324973
  6. Coneval , 2020. 19.5 MILLONES DE NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES SE ENCONTRABAN EN SITUACIÓN DE POBREZA EN 2018. Disponible en: https://www.coneval.org.mx/SalaPrensa/Comunicadosprensa/Documents/2020/NOTA_INFORMATIVA_DIA_LA_NINEZ.pdf

Etiquetado a bebidas y alimentos ultraprocesados no debe ser una medida aislada

●      Debe ser una de las muchas acciones necesarias para combatir el sobrepeso y la obesidad.

27 de septiembre de 2020 .-  A días de que entre legalmente en vigor en México la Norma-051 que establece las reglas del etiquetado frontal en bebidas y alimentos ultraprocesados con el objetivo de que los consumidores identifiquen cuáles de ellos tienen exceso de azúcares, sodio, grasas saturadas, calorías y grasas trans, el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), consultó estudios que demuestran que  la medida será lo suficientemente exitosa , solo si es acompañada de campañas educativas, impuestos especiales etiquetados a programas de prevención, fomento de actividades físicas y contención de ambientes obesogénicos.

Hay que recordar que las medidas de etiquetado frontal han sido impulsadas por distintas entidades como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).  Estas han sido adoptadas por países desde principios de la década de 1980, aunque es en tiempos recientes que estas han comenzado a ser modificadas de acuerdo al nuevo entendimiento de la obesidad y el rol de la mala dieta en ellas.

A nivel mundial y según cifras de 2016, mil 900 millones de adultos de 18 o más años tenían sobrepeso, de los cuales, más de 650 millones eran obesos. De acuerdo con datos de la OMS, desde 1975 la obesidad se ha casi triplicado en todo el mundo por lo que se ha convertido en uno de los mayores retos en cuanto a políticas públicas de salud en cualquier país del mundo.

Contexto global

En el mundo existen diferentes tipos de medidas y etiquetados, el adoptado por México es el de señalización de productos “altos en…” para referirse a los nutrientes críticos señalados por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la OMS. Este modelo es parecido al aplicado desde 2016 en Chile, el cual, según los primeros resultados, ha logrado mayor entendimiento de información nutrimental entre la población, con 48.1% de ella realizando una comparación de los sellos al momento de la compra (1).

Otros tipos de señalización son los semáforos de la salud, adoptados por países como Ecuador y Reino Unido. Estos consisten en alertas codificadas por color de acuerdo a su contenido de grasas, azúcares y sodio. Este tipo de etiquetado permiten al consumidor rápidamente saber cuáles de estos ingredientes críticos están presentes en un producto en específico.

En Ecuador los resultados de esta práctica han sido mixtos: aunque se ha registrado una disminución en yogures endulzados, altos en azúcar, también se ha visto un aumento en la compra de productos “light”, especialmente de refrescos. Estos últimos contienen edulcorantes que no son saludables (2).

En Australia se utiliza un sistema llamado “Health Star Rating”, el cual emplea un algoritmo para dar una calificación al producto, de acuerdo a su contenido de ingredientes potencialmente nocivos. La implementación de este modelo es voluntaria para la industria, aunque gran parte de ella se ha sumado a la iniciativa.

Dicho sistema ha arrojado buenos resultados en cuanto al conocimiento y actitudes de los consumidores. 84% de ellos lo conocían y 76% creen que es fácil de usar y comprender. Por otra parte, 88% reportaron que aun con el sistema, seguirán comprando los mismos productos (3).

En países nórdicos como Suecia, Dinamarca, Noruega e Islandia el modelo adoptado es el “keyhole system” o sistema de llave. Este indica los productos cuya composición es más saludable mediante un símbolo de llave verde en el empaque para los alimentos que cumplan con indicaciones de grasas, sodio y componentes como granos enteros y fibra.

Con esta medida, los resultados fueron una reducción del 40% en el consumo de grasas saturadas y un 9% en azúcares (4).

Contexto mexicano

En México, fue el 5 julio de 2019 cuando se presentó ante la Cámara de Diputados la iniciativa para reformar la Ley General de Salud en materia de etiquetado, misma que se  aprobó el 1 de octubre para luego llegar a la Cámara de Senadores, en donde se validó el 22 de octubre para posteriormente publicarse en el Diario Oficial de la Federación el 8 de noviembre, del año pasado.

Derivado de ese proceso se publicó el 27 de marzo del 2020 la Norma Oficial Mexicana NOM-051-SCFI/SSA1-2010 (NOM-051), la cual entra en vigor este 1 de octubre. Destaca que las empresas y marcas tienen hasta el 30 de noviembre para hacer las modificaciones pertinentes ya que a partir del 1 de diciembre la Procuraduría Federal del Consumidor y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios sancionará a quienes incumplan.

El nuevo etiquetado frontal reemplaza a las Guías Diarias de Alimentación (GDA). Entre los argumentos para hacer dicha transición están que las guías eran poco entendibles para la mayor parte de la población, además de que se requería tiempo y conocimientos para poder hacer las equivalencias entre calorías recomendables diarias y las contenidas. (5).

Aunque en productos ultraprocesados el etiquetado es un factor que puede lograr que el consumidor opte por opciones más saludables, de acuerdo con la FAO este hecho no garantiza su efectividad, pues se requiere que el consumidor disponga, por un lado, del tiempo y paciencia para leerlos y por otro, es difícil que el valor nutricional predomine por encima de un hábito o preferencia. (6)

Para poner en perspectiva lo anterior, el estudio “Front Pack Nutritional Labelling Schemes”, consultado por LabDO, reúne y analiza 14 investigaciones recientes en torno al tema del etiquetado frontal. En este se afirma que, aunque las etiquetas de “alto en” parecen ser más efectivas entre las personas (7), es difícil aseverar que por sí mismo resuelve el padecimiento de 75% de los mexicanos.

Ante este panorama, es imprescindible insistir en el diseño de estrategias integrales para combatir la “otra pandemia”.

Fuentes:

1.       Ministerio de Salud Chileno, 2019, Evaluación de Ley de Alimentos Noº 20.606.

2.       Díaz AA, Veliz PM, Rivas-Mariño G, Vance Mafla C, Martínez Altamirano LM, Vaca Jones C. Etiquetado de alimentos en Ecuador: implementación, resultados y acciones pendientes. Rev Panam Salud Publica. 2017;41:e54.

3.       Maganja D, Buckett K, Stevens C, Flynn E. Consumer choice and the role of front-of-pack labelling: the Health Star Rating system. Public Health Res Pract. 2019;29(1):e2911909.

4.       Nordic Co-operation. Celebrating Keyhole: Nordic Council of Ministers promotes healthy eating in the Nordic Region.

5.       Vargas-Meza J, Jáuregui A, Pacheco- Miranda S, Contreras-Manzano A, Barquera S. (2019) Front-of-pack nutritional labels: Understanding by low- and middle-income Mexican consumers. PLoS ONE 14(11): e0225268.

6.       FAO, 2017.El etiquetado de alimentos en América Latina y el Caribe, ¿intervencionismo o lucha necesaria contra la malnutrición?

7.       Crocker et al, 2020. Front of pack nutritional labelling schemes: a systematic review and meta‐analysis of recent evidence relating to objectively measured consumption and purchasing. Journal of Human Nutrition and Dietetics, 2020; 33.

Cardiopatías y accidentes cerebrovasculares, consecuencias por consumo excesivo de grasas

  • Son la primera causa de muerte en México; en 2018 casi 150 mil mexicanos murieron por estas afectaciones.

Ciudad de México, a 20 de septiembre de 2020.- Aunque las grasas son necesarias para mantener una dieta balanceada, el consumo excesivo de estas, especialmente de las saturadas y trans, tiene impactos nocivos en la salud, como el aumento de peso, niveles altos de colesterol y mayor riesgo de desarrollar cardiopatías y accidentes cerebro vasculares.

De acuerdo con reportes consultados por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad, en México (LabDO), según los análisis hechos sobre el conjunto de datos de la Ensanut 2012, se exceden las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de consumir solo el 10% de la energía total a través de grasas saturadas.

Más del 50% de los individuos en todos los grupos de edades presentan consumo excesivo de grasas saturadas y también son propensos a no recibir cantidades adecuadas de fibra (1). Esta tendencia se identificó desde la edad preescolar, por lo que se advierte como causalidad los ambientes obesogénicos presentes desde la infancia temprana y a lo largo de la vida.

Una dieta alta en grasa saturada incrementa la acumulación de colesterol en las arterias (vasos sanguíneos). El colesterol es una sustancia suave y cerosa que puede causar obstrucción o bloqueo de las arterias. Otra consecuencia de este tipo de alimentación es el aumento en el peso corporal, el cual está directamente relacionado con un riesgo incrementado de padecer Enfermedades No Transmisibles (ENT) tales como la hipertensión, diabetes y enfermedades cardiovasculares (2).

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) indica que los alimentos ultraprocesados contienen altos índices de grasas saturadas. El 93% de los productos analizados en su estudio “Alimentos y Bebidas Ultraprocesados en América Latina” las contienen y el 55% lo hacen en exceso (3). Los principales productos ultraprocesados que exceden esta limitación, según la OPS, son los quesos procesados, la leche en polvo para café, cubitos de caldo, margarinas y helados.

De igual manera, las vinagretas, mayonesas, papas fritas, nachos y otros snacks tanto dulces como salados sobrepasan el límite en cuanto a grasas totales fijado por la OPS, ya que contienen más del 30% de su energía total proveniente de estas.

Datos del Institute for Health Metrics and Evaluation indican que en el país tener un alto índice de masa corporal es el segundo factor más determinante en cuestiones de mortalidad y discapacidad (4) solo por debajo de los altos niveles de azúcares en sangre. Ambos son problemas relacionados con una dieta poco balanceada.

En México, la primera causa de muerte son las enfermedades cardíacas. Según datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística, en 2018 casi 150 mil mexicanos fallecieron por esta causa. Dicha tendencia se replica a nivel mundial, pues la OMS indica que se han mantenido como la primera causante de mortalidad por 15 años. De igual forma, las ENT, como las aquí mencionadas, causaron el 71% de las muertes a nivel mundial, sobre todo, en países desarrollados (5).

Algunas recomendaciones de la OMS, son preferir las grasas no saturadas encontradas en nueces, pescado, aguacate y aceites de oliva, girasol o canola a las grasas saturadas que se encuentran en la carne, mantequilla, aceite de coco y palma, así como en quesos, cremas y mantecas, y evitar al máximo las grasas trans manufacturadas por la industria y presentes en productos ultraprocesados, pues estas no son parte de una dieta sana (6).

Fuentes:

(1) Nancy López-Olmedo,et al. “Usual Intake of Added Sugars and Saturated Fats Is High while Dietary Fiber Is Low in the Mexican Population”, The Journal of Nutrition, Volume 146,Issue 9, September 2016, Pages 1856S–1865S, https://doi.org/10.3945/jn.115.218214
(2) Cole, Banumathi K et al. “Valsartan protects pancreatic islets and adipose tissue from the inflammatory and metabolic consequences of a high-fat diet in mice.” Hypertension (Dallas, Tex.: 1979) vol. 55,3 (2010): 715-21. doi:10.1161/HYPERTENSIONAHA.109.148049
(3) Organización Panamericana de la Salud. Alimentos y bebidas ultraprocesados en América Latina. 2017. https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/51523/9789275320327_spa.pdf?sequence=1&isAllowed=y
(4)Institute for Health Metrics and Evaluation, 2020, Data for México http://www.healthdata.org/mexico
(5) OMS, 2018, The Top 10 Causes of Death, https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/the-top-10-causes-of-death
(6) OMS, 2020, Healthy Diet. https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/healthy-diet-

Combate al sobrepeso y obesidad, tendencia global

  • En los últimos años se han observado esfuerzos en todo el mundo que buscan atajar las consecuencias de este padecimiento.

Ciudad de México a 11 de septiembre de 2020.- A nivel mundial, son cada vez más los países que adoptan medidas para disminuir las tasas de sobrepeso y obesidad y sus efectos en la salud como diabetes, hipertensión y otras Enfermedades No Transmisibles (ENT).

Las acciones para revertir la epidemia del sobrepeso han tenido, en distintas latitudes, aproximaciones y enfoques diversos, con respuestas creativas, en ocasiones asertivas, para enfrentar esta problemática

Dinamarca, por ejemplo, instauró en 2011 un impuesto a las grasas, convirtiéndose en el primer país en hacerlo a nivel mundial. Este impuesto preveía un aumento de 2.15 euros a los alimentos con grasas saturadas. Si bien el experimento duró solo un año, los datos muestran que se obtuvieron beneficios tanto recaudatorios como en la disminución del consumo de estos productos. En el corto plazo, se logró reducir entre un 10 y 15% su compra.  

En Hungría, el problema era generado por los altos índices de consumo de sal y productos procesados, así como por el hecho de que cerca de dos terceras partes de su población padecían obesidad. Como respuesta, se decidió imponer una tasa a alimentos como mermeladas, bebidas azucaradas, condimentos, así como snacks salados y dulces. Las razones para ello eran dos: conseguir más recursos económicos para el sector salud y animar a las industrias a reformular sus productos. En este país también se generaron impactos positivos, pues se logró reducir su consumo en 27% en el corto plazo y se recaudaron 61.5 millones de euros en los primeros dos años.

Los ambientes escolares son ideales para promover programas de nutrición que fomenten una alimentación correcta. Entre los países que han adoptado medidas de apoyo a las dietas infantiles se cuenta a Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda y la Unión Europea. Esta última estableció desde noviembre de 2008 un subsidio para proveer frutas y verduras gratis a niños en las escuelas. A cambio, las instituciones educativas deben enseñar a los niños sobre buenos hábitos alimenticios como parte de sus programas de acompañamiento. De esta forma, se desincentivan las dietas desbalanceadas desde la infancia.

En Nueva York, la política adoptada se orientó a reducir las grasas trans en alimentos y, sobre todo, en lo que se come en restaurantes. Desde 2006, la ciudad le declaró la guerra a este elemento de cocina, prohibiendo que estos lo usaran y obligando a que se declarara el número de calorías en los menús. Tres años después de la entrada en vigor de esta medida, se logró que el número de restaurantes usando grasas trans se redujera del 50% a menos del 2 por ciento. 

En Latinoamérica, Chile está a la vanguardia en lo referente a políticas públicas para desincentivar el consumo de productos con exceso de nutrientes críticos. Este país, al igual que México, instauró un impuesto a las bebidas azucaradas. En 2014, este aumentó del 13% al 18% por ciento.  Argentina ya se encuentra discutiendo la posibilidad de decretar un etiquetado frontal como el recomendado por la Organización Panamericana de la Salud en sus alimentos chatarra, mientras que en Colombia este ya ha sido adoptado

Sin embargo, ninguna iniciativa tiene éxito sino es parte de políticas públicas integrales que contemplen educación, ejercicio, programas preventivos, información y orientación adecuada para un consumo responsable.

Fuentes: 

Positivo IEPS a refrescos; urge considerar a papitas, galletas y pastelitos

  • La política fiscal debe incluir el universo completo de productos con excedente de nutrientes críticos.

Ciudad de México a 06 de septiembre de 2020.- Generar una política fiscal que de verdad combata la obesidad, pasa por ampliar el análisis para incluir en el debate del Impuesto Especial sobre Productos y Servicios (IEPS) a todas las industrias y productos ultraprocesados que en la última década han causado estragos en la salud pública.

Reconocer que la obesidad es un problema multifactorial en el país, es el primer paso para diseñar estrategias que tomen en cuenta impuestos globales a bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados, activación física y campañas educativas.

El planteamiento del Congreso de la Unión de aumentar el IEPS a refrescos debe ampliar el análisis sobre qué otras industrias y productos, con base en la evidencia científica, deben tener este impuesto especial.  

La Organización Panamericana de la Salud es enfática al respecto: las bebidas azucaradas aportan un tercio (28%) de todas las calorías provenientes de productos ultraprocesados consumidas en Latinoamérica. Y el 72% restante proviene de los alimentos procesados, que contienen azúcares, altas cantidades de grasa y sodio, en un contexto en donde México mantiene un consumo alarmante, pues somos el mercado minorista de snacks más grande en la región y el de mayor crecimiento esperado.

La misma OPS, en información que ha sido retomada por el Instituto Nacional de Salud Pública, advierte que en el país se consumían 214 kg de alimentos ultraprocesados por persona en 2014, en los últimos datos disponibles. Esta circunstancia nos coloca en el primer lugar en América Latina. En México, las industrias de las papas fritas, galletas y snacks son de las más importantes, sobre todo entre niños de 5 a 11 años de edad, quienes las consumen regularmente, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Salud 2018, la más reciente disponible.

De igual manera, a nivel nacional se ha seguido la tendencia estadounidense donde hasta un 40% de la población ha sustituido comidas completas por snacks, botanas y dulces, de acuerdo con información del Tetra Pak Equity Tracking 2019, retomada por Milenio. Lo anterior serviría para explicar los crecientes índices de obesidad y otras enfermedades con componentes metabólicos como la hipertensión y la diabetes en el país.

Para poner lo dicho en perspectiva basta con decir que los mexicanos registran la adquisición más alta de artículos de uso masivo en el mundo, especialmente en snacks, botanas y dulces, conforme a lo publicado por el estudio Brand Footprint.

En las principales ciudades mexicanas, donde el problema de la obesidad es más grave, el mercado de “snacks” sumó un valor de más de 53 mil millones de pesos según datos de Kantar Worldpanel. Si dividimos esta cantidad entre la población mexicana, representa un gasto de más de 417 pesos por persona en estos papitas, galletas o pastelillos.

En lo que refiere a cárnicos, aunque estos han sido señalados por la Organización Mundial de la Salud como cancerígenos y aunque contienen altas cantidades de sal y grasas dañinas, su consumo fue de 973 mil toneladas durante 2018, de acuerdo a lo indicado por Comecarne, lo que equivale a alrededor de 7.5 kilos por persona al año.

Los productos preferidos en esta área son los jamones y salchichas de pavo, que han sido señalados por la Profeco por no llegar a los grados nutricionales recomendados y, en algunas ocasiones, contener otras fuentes de proteína no señaladas.  

Tanto la Organización Mundial de la Salud como la Organización Panamericana de la Salud han alertado en numerosas ocasiones sobre las tendencias de consumo de estos productos, que incluyen por lo menos 21 industrias, entre ellas la refresquera y de bebidas azucaradas.

Por ello, es positivo que la política fiscal contemple, un aumento del IEPS a refrescos y bebidas azucaradas, y que además   se aplique el impuesto especial a alimentos ultra procesados, hipercalóricos, comidas rápidas y suplementos dietarios con bajo aporte nutricional que más inciden en el sobrepeso y la obesidad de los mexicanos para que, con base en datos y evidencia científica, se establezcan políticas públicas encaminadas a reducir estas tendencias.

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