Los nuevos Juegos del Hambre: La moda del ayuno intermitente

Acudir a un especialista es clave para definir la estrategia alimenticia.

La palabra “ayuno” viene de latin ieiunium que significa “vacío”. El diccionario define ayuno/ayunar como la accion de abstenerse total o parcialmente de comer o beber. La palabra desayuno, significa literalmente “dejar el ayuno”.

A lo largo de la historia de la humanidad la práctica de ayunar ha tenido muchos significados. Antes de la agricultura, era muy probable que lo “normal” para un ser humano fuera no comer por periodos relativamente largos de tiempo. El ser humano —al igual que otros animales— evolucionó para resistir estos periodos de falta de alimento, adaptando su metabolismo a la carencia de alimentos.

Lo anterior, se refleja en la gran capacidad de almacenamiento de energía (en forma de grasa) y los cambios fisiológicos que el cuerpo humano presenta durante periodos de ayuno. Por otro lado, la práctica del ayuno también tiene un significado de fe, sacrificio o penitencia para varias religiones.

En la tradición de ciertas religiones, dejar de comer, se considera como una acción para concentrarse en cuestiones espirituales, apartándose de las necesidades terrenales.

Con la enorme disponibilidad de alimentos y el fuerte rol social que tienen las comidas en la sociedad moderna, es —sin lugar a dudas— un reto dejar de comer por períodos prolongados de tiempo.

Recientemente se redescubrió al ayuno, en sus diferentes modalidades, como una estrategia de alimentación en la búsqueda de mejorar nuestra salud.

En estricto sentido, consiste en alternar periodos de ingesta de alimentos con periodos de ayuno (total o parcial) de forma más o menos estructurada. Los periodos de ayuno pueden ser de distinta duración (horas o días).

Por lo tanto no hay un solo tipo de ayuno intermitente, sino muchos. Esta estrategia de alimentación, algunos especialistas la consideramos “restricción calórica intermitente”.

Entre las combinaciones más populares, se encuentran: 

  1. Ayuno por 12 horas al día. Posiblemente el mas fácil de hacer.
  2. Ayuno por 14 o 16 horas al día.
  3. Ayuno por 2 días a la semana. Tambien llamado 5:2.
  4. Ayuno cada dos días.

Mas allá de que hoy se posicione como una moda, es fundamental seguir realizando investigación al respecto.

Una gran cantidad de estudios consultados por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad, LabDO, indican que el ayuno intermitente puede ayudar a perder peso y grasa corporal. Un estudio(1), por ejemplo, reporta pérdidas de peso promedio de 5 kg en 12 semanas de ayuno intermitente.

Sin embargo, cuando se comparan las pérdidas de peso de dietas basadas en algún tipo de ayuno intermitente contra dietas continuas de restricción calóricas, los resultados son muy similares.(2)

Otro estudio reciente(3) reporta que no hay diferencia en disminución de peso si las calorías se consumen solamente entre 8 AM-4 PM o, a lo largo de todo el día.  

Cabe destacar que para algunas personas es más fácil seguir una dieta de ayuno intermitente. Psicológicamente, el lograr controlar el impulso de comer, puede motivar a ciertas personas a cuidar más su alimentación. La estrategia de ayuno intermitente no es para todos y en ciertos casos puede ser riesgoso. En ese sentido, la recomendación es consultar a una nutrióloga o nutriólogo para una correcta definición de la mejor estrategia personalizada.

Referencias

1.- Nutr J. 2013. 12(1):146 https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24215592/

2.- Metabolism. 2013. 62(1):137 https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/22889512/

3.- N Engl J Med. 2022. 386:1495 https://phdres.caregate.net/jclub-articles/Kabani.051022.pdf

Dr. Guillermo E. Arteaga Mac Kinney

Doctor en Ciencias de Alimentos por la University of British Columbia. Profesor investigador de la Universidad de Sonora y colaborador del Laboratorio de Datos contra la Obesidad.

Combate al sobrepeso y obesidad, tendencia global

  • En los últimos años se han observado esfuerzos en todo el mundo que buscan atajar las consecuencias de este padecimiento.

Ciudad de México a 11 de septiembre de 2020.- A nivel mundial, son cada vez más los países que adoptan medidas para disminuir las tasas de sobrepeso y obesidad y sus efectos en la salud como diabetes, hipertensión y otras Enfermedades No Transmisibles (ENT).

Las acciones para revertir la epidemia del sobrepeso han tenido, en distintas latitudes, aproximaciones y enfoques diversos, con respuestas creativas, en ocasiones asertivas, para enfrentar esta problemática

Dinamarca, por ejemplo, instauró en 2011 un impuesto a las grasas, convirtiéndose en el primer país en hacerlo a nivel mundial. Este impuesto preveía un aumento de 2.15 euros a los alimentos con grasas saturadas. Si bien el experimento duró solo un año, los datos muestran que se obtuvieron beneficios tanto recaudatorios como en la disminución del consumo de estos productos. En el corto plazo, se logró reducir entre un 10 y 15% su compra.  

En Hungría, el problema era generado por los altos índices de consumo de sal y productos procesados, así como por el hecho de que cerca de dos terceras partes de su población padecían obesidad. Como respuesta, se decidió imponer una tasa a alimentos como mermeladas, bebidas azucaradas, condimentos, así como snacks salados y dulces. Las razones para ello eran dos: conseguir más recursos económicos para el sector salud y animar a las industrias a reformular sus productos. En este país también se generaron impactos positivos, pues se logró reducir su consumo en 27% en el corto plazo y se recaudaron 61.5 millones de euros en los primeros dos años.

Los ambientes escolares son ideales para promover programas de nutrición que fomenten una alimentación correcta. Entre los países que han adoptado medidas de apoyo a las dietas infantiles se cuenta a Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda y la Unión Europea. Esta última estableció desde noviembre de 2008 un subsidio para proveer frutas y verduras gratis a niños en las escuelas. A cambio, las instituciones educativas deben enseñar a los niños sobre buenos hábitos alimenticios como parte de sus programas de acompañamiento. De esta forma, se desincentivan las dietas desbalanceadas desde la infancia.

En Nueva York, la política adoptada se orientó a reducir las grasas trans en alimentos y, sobre todo, en lo que se come en restaurantes. Desde 2006, la ciudad le declaró la guerra a este elemento de cocina, prohibiendo que estos lo usaran y obligando a que se declarara el número de calorías en los menús. Tres años después de la entrada en vigor de esta medida, se logró que el número de restaurantes usando grasas trans se redujera del 50% a menos del 2 por ciento. 

En Latinoamérica, Chile está a la vanguardia en lo referente a políticas públicas para desincentivar el consumo de productos con exceso de nutrientes críticos. Este país, al igual que México, instauró un impuesto a las bebidas azucaradas. En 2014, este aumentó del 13% al 18% por ciento.  Argentina ya se encuentra discutiendo la posibilidad de decretar un etiquetado frontal como el recomendado por la Organización Panamericana de la Salud en sus alimentos chatarra, mientras que en Colombia este ya ha sido adoptado

Sin embargo, ninguna iniciativa tiene éxito sino es parte de políticas públicas integrales que contemplen educación, ejercicio, programas preventivos, información y orientación adecuada para un consumo responsable.

Fuentes: 

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